J¨¦r?me Ferrari: ¡°La imaginaci¨®n de un pasado mejor puede ser muy nociva¡±
El escritor franc¨¦s presenta en Espa?a 'El serm¨®n de la ca¨ªda de Roma', con la que gan¨® el Premio Goncourt de 2012
El escritor J¨¦r?me Ferrari (Par¨ªs 1968), ganador del Premio Goncourt 2012, el m¨¢s prestigioso de las letras francesas, con El serm¨®n sobre la ca¨ªda de Roma (Mondadori), ¡ªsu sexta novela y, junto con Donde dej¨¦ mi alma (Demipage), la segunda que se publica en Espa?a¡ª, ama las paradojas. ¡°?Te admiras de que perece el mundo? Adm¨ªrate de la vejez del mundo. Es como un hombre: nace, crece y muere [¡]¡±. San Agust¨ªn de Hipona dirigi¨® estas palabras a su feligres¨ªa asombrada en el a?o 410, ante las noticias de la invasi¨®n de la provincia africana y el fin de un imperio, ¡°y con esto les rega?aba, al decirles a la vez que ellos solo se deb¨ªan preocupar, como cristianos, por la eternidad¡±, relata Ferrari, sentado en una de las aulas llena de pupitres del Instituto Franc¨¦s de Madrid. Es precisamente los mundos y su final, la vuelta a empezar y el retorno a las cenizas, el tema principal de El serm¨®n sobre la ca¨ªda de Roma, seg¨²n el autor. Un serm¨®n entre apocal¨ªptico y esperanzador le dio la medida para narrar una historia que ha sido aclamada por la cr¨ªtica de su pa¨ªs y descrita por diarios como Le Monde como ¡°la mejor del a?o¡±. La inmensidad de un imperio contrasta sin embargo con las diminutas caracter¨ªsticas del mundo en el que Ferrari ha centrado su pluma: dos amigos, Libero ¡ªde origen sardo¡ª y Matthieu, deciden abandonar sus estudios de Filosof¨ªa en Par¨ªs para hacer revivir un bar en un peque?o pueblo de C¨®rcega. Pero esa patria¡ªque Matthieu ha falseado al idealizarla¡ª termina por entrar tambi¨¦n en declive, y los choques y la tragedia se desencadenan.
¡°Me interesaba estudiar el devenir de mundos de distinto tama?o¡±, se?ala Ferrari, profesor de Filosof¨ªa que ha trabajado en Argelia y en la C¨®rcega de su ni?ez y de su juventud; ahora imparte clases en el Liceo de Abu Dabi. En su conversaci¨®n afloran las dimensiones muy claras, hasta pr¨¢cticas, que le ha ido tomando a la realidad en sus viajes para crear un universo literario extremadamente complejo que gira en torno a personajes que apenas dibuj¨® en su otro gran ¨¦xito Donde dej¨¦ mi alma, que concibi¨® de manera simult¨¢nea con El serm¨®n de la ca¨ªda de Roma. Donde dej¨¦ mi alma est¨¢ protagonizada por la tortura durante la guerra de Argelia (1954-1962) y el capit¨¢n Andr¨¦ Degorce, un hombre lleno de ambig¨¹edad que vive fascinado por el jefe del ej¨¦rcito rebelde. El autor huye de un ¡°reflejo maniqueo¡± en sus narraciones, en el caso de Donde dej¨¦ mi alma ya en una Francia y una Argelia poscoloniales, algo ¡°que hasta ahora no estaba bien visto; ha habido opiniones muy polarizadas. No se puede arreglar con disculpas, a veces, son hasta grotescas [refiri¨¦ndose a las palabras del presidente Fran?ois Hollande por el sufrimiento infligido al pueblo argelino]¡±. Ferrari, junto con escritores como Laurent Mauvignier, quien public¨® Hombres (Anagrama 2011), pertenece a una generaci¨®n que ha contribuido al cambio de mentalidad sobre el silencio y las visiones opuestas de la guerra. ¡°Hace 15 a?os, mi novela no hubiera tenido la misma acogida¡±.
El autor pertenece a una nueva generaci¨®n que ha contribuido a una visi¨®n compleja de la guerra de Argelia
Ferrari afirma riendo que le gustan mucho los bares, pero, al mismo tiempo, pensaba que era ese tipo de contexto, en particular uno situado en una regi¨®n tur¨ªstica, ¡°un buen candidato para el peque?o universo¡± que deseaba plasmar en El serm¨®n sobre la ca¨ªda de Roma. ¡°Hay gente de paso, conexiones que ser¨ªan improbables en cualquier otro lugar. Y, por ejemplo, con respecto a la sexualidad, existe un choque entre relaciones estivales desorbitadas y la gente que pertenece al mundo del campo¡¡±. El escritor hace de la colisi¨®n entre mundos, entre las ideas y lo tangible, un aspecto que va hilando toda la novela. Se ve muy claramente en Matthieu, un joven que encarna ¡°la historia de un deseo desmesurado que se confronta con la verdad¡± y quien repite la decepci¨®n que sufri¨® su abuelo Marcel, un hombre que viaj¨® a la Argelia colonizada en busca de fortuna como tantos otros corsos ¡°no por razones ideol¨®gicas, sino movidos por la pobreza¡± para despu¨¦s volver a su hogar y vivir en la amargura. ¡°Marcel es tan hipocondriaco porque percibe su cuerpo como un campo en el que se libran batallas y guerras. ?l ha sido testigo de los cambios vertiginosos del siglo XX¡±.
La construcci¨®n de una C¨®rcega fundada en ¡°la fantasmagor¨ªa¡± que realiza Matthieu no le es ajena a Ferrari en su propia experiencia, quien, ante el horror de sus abuelos, decidi¨® establecerse en la isla tras completar sus estudios en Par¨ªs. El tema de la patria perdida le influy¨®, como sucedi¨® con su personaje. ¡°Creo que cuando la gente siente amenazada su identidad, tiene el reflejo casi autom¨¢tico de refugiarse en mitos. Se imaginan un pasado donde todo era mejor y puro¡ Creo que ese fantasma tiene un poder muy nocivo, porque no se arraiga en la realidad, pero s¨ª la puede transformar¡±.
Prefiero que mis personajes se encarnen en lo que hacen. No ofrezco descripciones f¨ªsicas
J¨¦r?me Ferrari siembra el camino de la tragedia con pulso firme, con frases largas que pretenden acompa?ar ¡°al transcurrir del tiempo, como si al fluir estuvieran respondiendo a su paso¡±. Un estilo que le parece pertinente para contar la historia de personajes, de las distintas generaciones de una familia, que a la vez se ordenan en parejas de oposici¨®n y de atracci¨®n. No conocemos apenas en El serm¨®n sobre la ca¨ªda de Roma los rasgos f¨ªsicos de la temperamental Virginie ni de la atribulada Claudie. ¡°No me gusta identificarlos por descripciones f¨ªsicas o morales abstractas. Prefiero que se encarnen en lo que hacen. Yo no podr¨ªa escribir si los hubiera individualizado de esa forma¡¡±. De nuevo, la paradoja: ¡°Est¨¢n poco descritos; ?espero que no se conviertan en seres abstractos!¡±. La ca¨ªda de un universo es m¨¢s rotunda si cabe porque la protagonizaron aquellos que pueden ser cualquier hombre, o cualquier mujer, de paso en un peque?o bar o que pretendieron que fuera su refugio para siempre.
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