Una nueva lupa para mirar dentro de las palabras
El ¡®Nuevo Diccionario Hist¨®rico¡¯ ofrece ya resultados en la Red Es una obra ¡°relacional¡± que descubre los v¨ªnculos entre las distintas formas y los diferentes significados
La bicicleta que avanzaba por entre los baches del sendero se ha transformado en un Ferrari que se desliza por la autopista. Hubo un tiempo en que el Diccionario Hist¨®ricose elabor¨® artesanalmente, con fichas y lapiceros, a pedal. Pero ahora se abre una nueva era en la lexicograf¨ªa del espa?ol, y el vicedirector de la Real Academia, Jos¨¦ Antonio Pascual, pilota ya una m¨¢quina r¨¢pida y segura que ha reemprendido una carrera que ven¨ªa de muy lejos.
Desde principios del siglo XX, m¨¢s o menos. Entonces los esforzados acad¨¦micos estudiaban en libros y papeles y fichas la evoluci¨®n de las palabras; y elaboraban a mano las primeras entradas de una obra que, como les pasaba a aquellos osados que empezaron las catedrales, sab¨ªan que no iban a ver terminada. Y as¨ª les result¨® dif¨ªcil pasar de la letra a. S¨ª, alcanzaron incluso una peque?a parte de la b. Pero ahora la inform¨¢tica ha abierto un nuevo mundo para rastrear cada t¨¦rmino a partir de un corpus bien elegido.
El Nuevo Diccionario Hist¨®rico del Espa?ol ¡ªcuyo avance se ha hecho coincidir en estos d¨ªas con la celebraci¨®n del tercer centenario de la Academia¡ª- se define como una obra ¡°relacional¡±, que descubre los v¨ªnculos entre las distintas formas y los diferentes significados. La novedad reside en el cambio de los medios, pero tambi¨¦n en el m¨¦todo. Ya no se trata de avanzar con papel y bol¨ªgrafo, sino con potentes ordenadores; y no por orden alfab¨¦tico, sino por familias l¨¦xicas; no se busca tanto la extensi¨®n como la profundidad. El resultado s¨®lo estar¨¢ disponible en la Red (www.rae.es, a partir del enlace ¡°Fundaci¨®n Rafael Lapesa¡±).
Construir un diccionario hist¨®rico requiere ¡ªtambi¨¦n hoy¡ª de una paciencia infinita, porque las palabras se anudan unas a otras y a veces la cuerda que las enlaza no se termina nunca. El ca?¨®n denominado ¡°lombarda¡± (seguramente porque proced¨ªa de Italia) se transformar¨¢ a partir del siglo<TH>XV en ¡°bombarda¡±, y de ah¨ª saldr¨¢n luego ¡°bombardear¡±, ¡°bombardero¡± o ¡°bombardeo¡±, y hasta se llegar¨¢ regresivamente a dotar a ¡°bomba¡± de la acepci¨®n de ¡°proyectil¡±, distinta de aquella que serv¨ªa para garantizar el riego. De modo que un fino cordel anuda a la lombarda, al avi¨®n que bombardea, al que lanza las bombas y al que se apunta a un bombardeo; mientras que por otro lado se enlazan la bomba hidr¨¢ulica y quien la maneja, que ya no es un bombardero sino un bombero. El fuego y el agua se intercalan en la historia de la palabra.
¡°Ahora¡±, explica Jos¨¦ Antonio Pascual, ¡°estamos metidos de lleno en el campo de los instrumentos musicales y en el de los instrumentos de guerra. Tambi¨¦n llevamos ya estudiado un grupo importante de palabras referidas a las enfermedades; y estamos empezando con lo que podr¨ªamos llamar conceptos intelectuales, que suponen un verdadero reto. Y tenemos hechas en borrador una serie de voces de recipientes".
Para ello, Pascual y Mar Campos Souto ¡ªsu mano derecha, profesora de la Universidad de Santiago¡ª trabajan codo con codo con tres lexic¨®grafos, dos en la Academia y otro en en el Instituto de Investigaci¨®n de San Mill¨¢n de la Cogolla (Cilengua). Eso s¨ª, muy apoyados por un peque?o grupo de inform¨¢ticos de la Academia. Nada que ver con los 140 fil¨®logos que dedic¨® Francia durante 50 a?os a elaborar su diccionario hist¨®rico. El presupuesto del proyecto espa?ol ha sufrido adem¨¢s un notable recorte, al pasar en 2011 de 800.000 euros a unos 200.000, dinero con el que se pagan las licencias inform¨¢ticas, el equipo investigador (ahora m¨¢s reducido) y el personal de apoyo.
Con todo, este peque?o grupo aspira a estudiar a medio plazo unos 50.000 lemas; y sus integrantes sue?an con que alg¨²n d¨ªa ver¨¢n definidos unos 100.000 (el Diccionario contiene cerca de 90.000 vocablos del uso actual). En el corto plazo se han propuesto dejar listos 25.000 lemas, que formar¨ªan un tejido ya bien trabado para describir una parte importante de la historia del l¨¦xico del espa?ol.
Se trata de ligar cada uno de esos lemas con los 350 millones de registros que contiene la base de datos de la Academia, y tambi¨¦n con los diez millones de fichas, ya digitalizadas, que los acad¨¦micos fueron escribiendo a lo largo de la historia. Cada ¡°lema¡± recoge distintas graf¨ªas de un mismo t¨¦rmino. Por ejemplo, aparecen 43 graf¨ªas distintas del lema ¡°homicidio¡±: homizilio, omicidio, omizidio, omizidos, homyzidio, omi?idio¡ Y cada ¡°registro¡± es una palabra en su contexto: en novelas, ensayos, documentos jur¨ªdicos, peri¨®dicos, testimonios orales, recetas, listas de suministros para el monasterio¡, desde los or¨ªgenes del castellano hasta nuestros d¨ªas; de Espa?a y de Am¨¦rica.
El motor inform¨¢tico ayuda tambi¨¦n a apreciar la palabra en su contexto y en su historia. As¨ª, ¡°abrigar¡± congenia m¨¢s con ¡°esperanzas¡± que con ¡°sentimientos¡±; y de tal modo se puede observar tambi¨¦n la progresiva transformaci¨®n metaf¨®rica del verbo.
Un lexic¨®grafo redondear¨¢ as¨ª el estudio de unas 200 palabras al a?o. El equipo de Pascual, que lleva un a?o trabajando con ese nuevo sistema inform¨¢tico, proporcionado por la empresa AG, ha completado la documentaci¨®n de unos 2.000 lemas, pero de momento s¨®lo se muestran en la p¨¢gina de la Academia 365 (un gui?o a los 12 meses de tarea con esta herramienta digital); todos ellos con una redacci¨®n muy cuidada, erudita y did¨¢ctica a la vez. Poco a poco ir¨¢n incorporando m¨¢s vocablos de los 2.000 que aguardan en la lista de espera.
Se avanza m¨¢s deprisa, pero la tarea sigue siendo interminable.
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