Juan Jos¨¦ Linz, un maestro irrepetible
El catedr¨¢tico em¨¦rito de Yale es el acad¨¦mico espa?ol m¨¢s citado y sin duda uno de los cient¨ªficos sociales m¨¢s relevantes internacionalmente
Juan Jos¨¦ Linz Storch de Gracia falleci¨® el pasado d¨ªa 1 de octubre en el Yale-New Haven Hospital, en Estados Unidos. Ten¨ªa 87 a?os, y durante toda su vida siempre quiso hacer lo que ha hecho: ense?ar, investigar, conocer, tratar de comprender los problemas b¨¢sicos de las sociedades complejas y de las democracias contempor¨¢neas. Su trayectoria investigadora refleja su formaci¨®n vital: de ni?o, se vio obligado a elegir pa¨ªs, lengua y cultura debido a su nacimiento en Bonn (Alemania) en 1926, de padre alem¨¢n y madre espa?ola. Al poco vivi¨® como ni?o o adolescente una serie de experiencias ¨²nicas: la crisis econ¨®mica de la Rep¨²blica de Weimar, la represi¨®n nazi, la quiebra de la Segunda Rep¨²blica y los conflictos entre los distintos grupos del bando franquista en la Salamanca de la Guerra Civil. Y despu¨¦s siguieron sus estudios de Derecho y Ciencias Pol¨ªticas en la entonces Universidad de Madrid y su desplazamiento en 1950 a Estados Unidos tras conseguir una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Seis d¨¦cadas despu¨¦s, Linz se ha convertido en una figura verdaderamente universal, un espa?ol quiz¨¢s sin parang¨®n en las ciencias sociales del siglo XX. Es autor de una ampl¨ªsima obra que contiene trabajos fundamentales en los que sus contribuciones te¨®ricas y hallazgos emp¨ªricos han supuesto un antes y un despu¨¦s. En todos ellos el caso de Espa?a ha estado presente de una forma u otra, como una aut¨¦ntica pasi¨®n intelectual. Hemos podido as¨ª disfrutar de trabajos excelentes sobre la pol¨ªtica de la Restauraci¨®n, la quiebra de la Segunda Rep¨²blica, la historia econ¨®mica de los empresarios, el r¨¦gimen autoritario del franquismo, la Transici¨®n pol¨ªtica, el Estado de las autonom¨ªas y los sistemas de partidos y las ¨¦lites pol¨ªticas de la nueva democracia espa?ola. Gracias a la generosa iniciativa del Centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales, buena parte de sus trabajos est¨¢n disponibles en castellano en los siete vol¨²menes de sus Obras Escogidas, editadas por uno de los autores de este art¨ªculo y por Thomas Jeffrey Miley. Es el mejor tributo intelectual que se le ha podido hacer.
Linz es el acad¨¦mico espa?ol m¨¢s internacional, el m¨¢s citado y sin duda uno de los m¨¢s relevantes. La lista de los reconocimientos que justamente recibi¨® es llamativa, e incluye desde muchos doctorados honoris causa por universidades espa?olas y extranjeras hasta el Premio Pr¨ªncipe de Asturias en 1987 o el Johan Skytte de la Universidad de Upsala en 1996, una especie de Premio Nobel de la ciencia pol¨ªtica. Sus alumnos han sido legi¨®n, y se han repartido por los cinco continentes durante varias generaciones. Dirigi¨® m¨¢s de 60 tesis doctorales a quienes fueron despu¨¦s acad¨¦micos punteros en muchos pa¨ªses. Tambi¨¦n inspir¨® y aconsej¨® a los muchos miles m¨¢s de estudiantes que acudieron a ¨¦l en busca de orientaci¨®n para sus investigaciones. No es por eso extra?o que Juan ostente probablemente el r¨¦cord del mayor n¨²mero de apariciones en las p¨¢ginas de agradecimientos de los centenares de libros escritos por quienes acudieron a ¨¦l en busca de ayuda.
Ten¨ªa una enorme curiosidad, que aplicaba a todos los ¨¢mbitos. Viaj¨® incansablemente por decenas de pa¨ªses, mostrando un amor contagioso por un sinf¨ªn de ciudades y de paisajes a los que siempre trataba de volver. Su capacidad de trabajo era extraordinaria, y la ha mantenido hasta el ¨²ltimo momento: pocos d¨ªas antes de morir, ya con dificultades respiratorias, revisaba en el hospital con Al Stepan, su alter ego acad¨¦mico, un trabajo comparado sobre la emergencia de las monarqu¨ªas parlamentarias democr¨¢ticas en Europa occidental y en el mundo ¨¢rabe. Ha sido uno de los gigantes a cuyos hombros tantos nos hemos subido para ver m¨¢s lejos.
Supo adem¨¢s inculcar su pasi¨®n por la ¨®pera y el arte como solo pueden transmitirla quienes sienten genuinamente placer est¨¦tico ante la obra bien hecha. Desconfiaba de las nuevas tecnolog¨ªas, es decir, de todo lo que vino despu¨¦s de la invenci¨®n de la peque?a m¨¢quina de dictar que tanto utilizaba. Y mientras pudo se mostraba resignado ante su condici¨®n de fumador empedernido de Ducados. Su casa en Hamden, cerca de la Universidad de Yale, en Connecticut, era un aut¨¦ntico centro de peregrinaci¨®n para multitud de visitantes de todos los colores, con quienes desplegaba una reconfortante hospitalidad al hilo de discusiones interminables. En ellas sal¨ªa siempre a relucir Max Weber, o el t¨ªo Max, como le llamaba su esposa, Roc¨ªo, tambi¨¦n su mejor colaboradora; Weber fue como su estrella polar, fuente de ideas y punto de partida de muchas de sus investigaciones.
Cuando escribimos con tristeza este reconocimiento queremos hacerlo tambi¨¦n en nombre de los muchos disc¨ªpulos espa?oles que han realizado con Linz sus tesis o han sido sus coautores, de muchos de los investigadores que han encontrado en sus orientaciones una nueva forma de hacer ciencia social, de tantos colegas, en fin, que personalmente o a trav¨¦s de sus muchas publicaciones han disfrutado tanto de su infinito conocimiento como de su extraordinaria humanidad. Todos podr¨¢n reconocerse en esa especie de colegio invisible que formamos y que ha tenido como maestro a Linz, un espa?ol ya universal, un intelectual ejemplar y una persona buena en todos los sentidos de la palabra.
Jos¨¦ Ram¨®n Montero, editor de las Obras Escogidas de Linz junto con T. J. Miley, es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Xavier Coller, que ley¨® su tesis con Juan Linz en la Universidad de Yale, es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.
Babelia
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