Transici¨®n

TVE ha recuperado la serie de documentales La Transici¨®n que dirigi¨® Victoria Prego en 1995. Un buen trabajo que permit¨ªa a los protagonistas hablar desde cierta distancia y que recopilaba en 13 cap¨ªtulos valioso material sobre el agitado periodo 1973-77. Sin embargo, la perspectiva de ese proceso que se ten¨ªa en los noventa, cuando Espa?a se cre¨ªa un ejemplo para el mundo, contrasta con la que tenemos ahora, menos id¨ªlica.

Las nuevas generaciones no tienen tanto respeto por los pactos expresos o impl¨ªcitos de la naciente democracia. Muchos j¨®venes afean a sus mayores que la reconciliaci¨®n se basara en la impunidad de los cr¨ªmenes. Otros reniegan del caf¨¦ para todos que engendr¨® 17 autonom¨ªas sin resolver el encaje catal¨¢n (ni del todo el vasco). Hoy lamentamos que el af¨¢n de fortalecer a los partidos implicara mecanismos d¨¦biles contra la corrupci¨®n. Es claro que la figura del Rey ya no suscita la misma adhesi¨®n.

Hemos ido sabiendo que en otros pa¨ªses, de Sur¨¢frica al Cono Sur, se quiso hacer justicia tras la reconciliaci¨®n, que para cerrar una etapa negra se crearon comisiones de la verdad. Antes la justicia espa?ola persegu¨ªa a Pinochet en Londres; desde que dieron un escarmiento a Garz¨®n son los jueces de Argentina los que dan lecciones procesando a torturadores franquistas. Que el dictador Videla muriera en la c¨¢rcel ya nos dio que pensar.

Los que se hacen viejos saben que la ¨²nica alternativa a la reforma pactada era el golpismo, quiz¨¢ otro ba?o de sangre. Hicieron el cambio bajo brutal presi¨®n: los ultras, ETA, las cloacas, la calle, el petr¨®leo. Se echan de menos valores de aquella generaci¨®n: l¨ªderes pol¨ªticos de talla, altura de miras, disposici¨®n a la renuncia.

Hoy la gran coalici¨®n se impone con normalidad como f¨®rmula de Gobierno en Alemania o Austria, incluso sobrevive en Italia a las trampas de Berlusconi. Con mayor¨ªa absoluta del PP no cabe esperar esa alianza aqu¨ª, aunque el ciudadano aplaudir¨ªa pactos en muchos terrenos, de la pol¨ªtica exterior a la limpieza de trapos sucios, tambi¨¦n la reforma del Estado y la gesti¨®n del desaguisado catal¨¢n.

La ¨¦poca de los grandes consensos queda muy atr¨¢s. Ser¨¢ por eso que consideramos la Transici¨®n algo del pasado aunque no hayamos acabado de desenterrar a los muertos en las cunetas.