El canto l¨ªrico de la selva
Todo alrededor del teatro Amazonas, que inspir¨® el 'Fizcarraldo' de Werner Herzog, rezuma ¨¦pica y leyenda
El realismo m¨¢gico, en su vertiente l¨ªrica, se ha instalado en Manaos. Todo rezuma alrededor del teatro Amazonas una atm¨®sfera de leyenda. La ciudad no es demasiado atractiva desde el punto de vista est¨¦tico, pero tiene cuatro puntos cardinales de los que cortan la respiraci¨®n: la vecina floresta; el ¡°encuentro de las aguas¡± entre el r¨ªo Negro y el Amazonas, cada uno con su color; el mercado de pescado frente al embarcadero, tal vez solo superado en Brasil por el de Belem do Par¨¢ en la desembocadura del Amazonas, y el teatro de la ¨®pera construido en la ¨¦poca de esplendor del caucho con m¨¢rmoles de Carrara, porcelana o l¨¢mparas francesas y maderas de la selva local. So?aba Manaos con ser Par¨ªs, o al menos su versi¨®n brasile?a.
Al contemplar la sala de baile o el mismo patio de butacas del teatro Amazonas con columnas dedicadas a Moli¨¨re, Cervantes o Lope de Vega, conviviendo con las de Mozart, Verdi o el compositor brasile?o Carlos Gomes, uno se siente transportado a otro tiempo, o quiz¨¢s a ninguno. Es la imagen del para¨ªso l¨ªrico, del ¡°encuentro de las aguas¡± teatrales, literarias y musicales. Con el paso del tiempo y la evoluci¨®n hist¨®rica-econ¨®mica llegaron los periodos de decadencia. Afortunadamente, y desde hace 17 a?os, se ha dado un giro cultural esperanzador, consolid¨¢ndose el Festival Amazonas de ¨®pera. Lo dirige el director de orquesta Luiz Fernando Malheiro, al que no s¨¦ si situarlo como un visionario o como un genio. El Festival es ya una referencia en Brasil y as¨ª uno de sus espect¨¢culos, la versi¨®n que Malheiro y el hispano-argentino Gustavo Tambascio hicieron de Lulu, de Alban Berg, fue distinguida como el mejor espect¨¢culo del a?o 2012 en Brasil.
La sombra que la pel¨ªcula Fizcarraldo de Werner Herzog, proyect¨® al mundo sobre este teatro pes¨® lo suyo. La leyenda de Caruso, la apoteosis belcantista: cada detalle estaba envuelto en un aire idealista, casi m¨ªstico, con una fantas¨ªa tan desmesurada como fascinante. Pero las programaciones fueron rompiendo los cors¨¦s y se atrevieron con todo. Los compositores brasile?os en primer lugar, con Carlos Gomes en t¨ªtulos tan simb¨®licos como Condor, Fosca o Lo schiavo; Villalobos despu¨¦s, con Magdalena (es curioso: el gran cocinero brasile?o Alex Atala, de Sao Paulo, ha manifestado que le habr¨ªa gustado haber sido un m¨²sico como Villalobos antes que chef), y siempre los temas ligados a la regi¨®n: Florencia en el Amazonas,de Daniel Cat¨¢n, por ejemplo. No se ha dejado a un lado a compositores en la frontera del pop como Roger Waters, pero Wagner ha tenido siempre un lugar al sol, desde un Anillo del Nibelungo, con un congreso incluido que convoc¨® a la flor y nata de los especialistas wagnerianos alemanes y brasile?os, hasta El holand¨¦s errante, en una versi¨®n ¡°de selva¡± del rompedor Christoph Schlingensief, o un maravilloso Parsifal mexicano-brasile?o en la ¨²ltima edici¨®n, con los coros arropando el sonido desde los pisos altos del teatro. Adem¨¢s, est¨¢n las representaciones al aire libre en la plaza de San Sebasti¨¢n, rodeando el teatro, con un aforo que ronda las 10000 plazas. Contemplar, por ejemplo, El murcielago, de Johann Strauss, con los valses vieneses bailados por mulatas con cierto aire de samba, es algo impagable.
Y es que el p¨²blico es una de las notas diferenciales de estos festivales. La pol¨ªtica de precios ha favorecido la asistencia de muchos j¨®venes, que reaccionan ante los espect¨¢culos con sus tics habituales y un gran sentido de la libertad receptiva. No son esclavos de la tradici¨®n en ning¨²n sentido. Incluso la direcci¨®n del teatro hizo un llamamiento, que a¨²n se conserva escrito en las localidades, para que asistieran a las ¨®peras con la debida compostura, es decir, sin chanclas, camisetas y pantalones cortos. No dio el resultado esperado, y hubo que reforzar el aire acondicionado en el patio de butacas, con lo que m¨¢s de un espectador compensa la ligereza de su vestuario llev¨¢ndose una mantita. La mayor¨ªa de los asistentes son brasile?os aunque siempre aparece alg¨²n grupito de estadounidenses, japoneses, alemanes, rusos, hispanoamericanos e incluso espa?oles. El turismo de selva potencia asimismo estos viajes culturales para asistir a la ¨®pera, trasladando a sus clientes en barco desde los hoteles a orillas del r¨ªo Negro.
Manaos, con su tasa de paro del 4% y su festival oper¨ªstico del teatro Amazonas, refleja esa tendencia de renacimiento cultural y creatividad que se vive en muchas zonas de Brasil, un pa¨ªs al que en esta ¨¦poca de crisis generalizada se vuelven las miradas con admiraci¨®n y respeto.
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