Ballet y danza moderna en Brasil
El ballet se introduce en Brasil como hecho ilustrado de la corte portuguesa en los tiempos de las guerras napole¨®nicas
En los libros de Antonio Jos¨¦ Faro (un referente de prestigio que se ocupa lo mismo de Carmen Miranda que del Original Ballets Russe) se encuentra una verdad: Brasil no es solo un pa¨ªs y s¨ª muchas culturas amalgamadas. Esto pasa tambi¨¦n en la danza y el ballet, como tambi¨¦n es verdad que a¨²n toda esa voluminosa historia no est¨¢ escrita con rigor enciclop¨¦dico, recogida en una fuente ¨²nica, que, como la tierra donde florece, ser¨ªa inmensa.
Se da por hecho que el ballet se introduce en Brasil como hecho ilustrado de la corte portuguesa en los tiempos de las guerras napole¨®nicas, cuando algunas ramas de las casas de Orle¨¢ns y Braganza atraviesan el Atl¨¢ntico para instalarse en R¨ªo de Janeiro, principalmente. No fue la declaraci¨®n de independencia de Brasil en 1822 un corte en este fluir de compa?¨ªas y artistas europeos, sino al contrario. Pi¨¦nsese que Don Pedro I era un ballet¨®mano confeso, y que es Espa?a quien aporta el primer gran maestro al Brasil: Louis Lacombe (1786-1833), al que no se debe confundir con el compositor franc¨¦s del mismo nombre, y que llega a R¨ªo en 1811 y se queda una d¨¦cada junto a otro core¨®grafo y bailar¨ªn August Toissant, que a su vez fue el mentor de la primera ballerina brasile?a: Estela Sezefreda (1810-1874); esta bailarina notable tambi¨¦n por su actividad pol¨ªtica, estuvo en prisi¨®n en 1825 acusada de conspiraci¨®n anarquista: le tir¨® limones al carruaje del emperador en los carnavales.
Por el Teatro L¨ªrico de R¨ªo pasaron los Ballets Russes de Serguei de Diaghilev en 1913 y 1917. Anna Pavlova estuvo en 1918 y en 1928 y el Original Ballet Russe, que fue quien m¨¢s huellas y elementos humanos dej¨®, estuvo en 1942, 1944 y 1946. Algunas bailarinas desgajadas del conjunto por la guerra, cambiaron el tut¨² de cisne por una pi?a y unas bananas en la cabeza en los populosos cabarets de entonces, y as¨ª sobrevivieron a aquellas cat¨¢strofes; una de ellas escribi¨® en sus memorias: ¡°en R¨ªo o aprend¨ªas a mover las caderas y los hombros o te mor¨ªas de hambre¡±.
Poco a poco, algunos de los rusos que pasaban se quedaban, como Maria Oleneva (1896-1965), que hab¨ªa llegado con Pavlova y luego fue solista con Massine en Buenos Aires (como ya estudi¨® a fondo Vicente Garc¨ªa M¨¢rquez); ella fund¨® en 1937 el Ballet Municipal de R¨ªo de Janeiro que aun existe hoy. En 1939 el checo Vaslav Veltchek (1896-1947), como otros jud¨ªos, llega y se queda, pero despu¨¦s se mud¨® a Sao Paulo, donde se cas¨® con la bailarina carioca Mar¨ªlia Franco, fundando el Ballet de la Ciudad. Le sigui¨® la polaca Halina Biernacka en 1941 (que, como apuntan Katia Canton y Mar¨ªlia de Andrade, hab¨ªa trabajado con Bronislava Nijinska en la ?pera de Varsovia en 1933) y monta en Sao Paulo producciones de ¡°Lago de los cisnes¡±, ¡°Las s¨ªlfides¡± y ¡°Giselle¡±.
Otra de las rusas del Original Ballet Russe que se qued¨® en Brasil a partir de 1939 fue Tatiana Leskova, que dirigi¨® el Municipal de R¨ªo y fue la maestra fundamental de Marcia Hayd¨¦e, con lo que ya estamos en nuestra ¨¦poca.
Si los rusos fueron la principal influencia (sobre todo con Eugenia Fedorova y el m¨¦todo Vaganova desde 1954) a la vez se instalaba la influencia brit¨¢nica con Dalal Aschar (amigo personal de Margot Fonteyn) y surg¨ªa el inter¨¦s de un arte nacional, con intereses pl¨¢sticos en la propia idiosincrasia, como ¡°Maracatu Dances¡± (de Olevneva y Veltchek) que ya en los a?os treinta estilizaba el folclore en lenguaje acad¨¦mico de puntas, como tambi¨¦n en ¡°La floresta amaz¨®nica¡± de Achar (1975) con m¨²sica de Heitor Villa-Lobos.
Hubo otras compa?¨ªas temporales de envergadura, como el Ballet del Cuarto Centenario (1954), para celebrar los 400 a?os de R¨ªo de Janeiro, y Aurelio Millos vino desde Italia invitado como director del evento.
Grandes bailarinas de ballet de nuestra ¨¦poca han sido, adem¨¢s de Hayd¨¦e en Stuttgart, Laura Proen?a (estrella en el Ballet del Siglo XX de Maurice B¨¦jart).Beatriz Consuelo, Ana Botafogo, Nora Esteves y la a¨²n en activo Cecilia Keerche, un prodigio de t¨¦cnica y belleza que hemos visto en Espa?a.
La danza moderna lleg¨® a Brasil temprano y ya en 1910 hab¨ªa danzarinas sueltas dando recitales. En 1916 Isadora Duncan estuvo en Sao Paulo y en R¨ªo de Janeiro, generando una verdadera revoluci¨®n intelectual entre pintores y escritores. Despu¨¦s unas alumnas de Mary Wigman se instalaron en Sao Paulo. Nina Verchinina en su escuela de R¨ªo introdujo tambi¨¦n a maestros del expresionismo y se interes¨® por los compositores brasile?os y los temas locales. El polaco Yanka Rudzka abri¨® su escuela en 1950 en Sao Paulo y luego se traslad¨® a Bah¨ªa, donde sigui¨® ense?ando, siendo el pionero de la introducci¨®n de la danza en la universidad en Brasil en 1957 con los cursos de la Universidad Federal de Bah¨ªa, profundizando en la danza moderna y las investigaciones del movimiento brasile?o. El franc¨¦s Ren¨¦e Gumiel (un disc¨ªpulo de Kurt Jooss), es clave en esta did¨¢ctica interdisciplinar con el teatro y las artes visuales y se instala en Sao Paulo desde fines de los a?os cincuenta. Regres¨® a Brasil entonces Lourdes Bastos (se form¨® junto a Jos¨¦ Lim¨®n en Nueva York) y tambi¨¦n Helenita Sa Erp dio cursos fundacionales en la Universidad de R¨ªo, todo un germen de influencias junto a las de Martha Graham y Laban para que surgieran compa?¨ªas como Stagium (1971, creada por Marika Gidali y Decio Otero), Cisne Negro de Sao Paulo (1977, fundada por Hulda Bittencourt) o CORPO de Belo Horizonte (1975). Todo ese movimiento mixto, pujante y sincr¨¦tico, sigue creciendo y est¨¢ en auge.
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