Fr¨¢ncfort, feria de dos velocidades
La gran cita editorial arranca con grandes diferencias de actividad y p¨²blico entre la ¡®Primera divisi¨®n¡¯ (EE UU, Reino Unido y Alemania) y el resto
¡°Las Naciones Unidas de la edici¨®n¡±, reza un cartel promocional en el recinto de la Feria del Libro de Fr¨¢ncfort. Cierto: las cifras oficiales hablan de 7.300 exhibidores de un centenar de pa¨ªses. Y como en la ONU real, hay grandes distancias econ¨®micas entre unos pa¨ªses y otros. La novedad de esta edici¨®n que ayer arranc¨® es que las diferencias se est¨¢n haciendo dolorosamente manifiestas dentro mismo del primer mundo editorial. Hay, quiz¨¢ como no se hab¨ªa visto antes, una feria de Fr¨¢ncfort occidental de dos velocidades, como la que pueden simbolizar las ¨¢reas de los editores anglosajones (EE UU e Inglaterra, b¨¢sicamente) y la de los europeos, en especial la zona que ocupa Espa?a. ¡°No recuerdo algo tan acusado nunca: los pasillos est¨¢n poco concurridos, editores independientes apenas quedamos tres y sobresale una gran representaci¨®n institucional¡±, resum¨ªa todo un veterano como Jorge Herralde ante su expositor, pegado a los de Quaderns Crema-Acantilado y Tusquets. Y todos ellos, encajonados entre los notables espacios del Grupo Planeta y el de Random House Mondadori.
La crisis econ¨®mica explica muchas cosas, como que los puestos de Planeta y Random House Mondadori se hayan reducido, aunque siguen siendo lo ¨²nico visible, como los de los grandes sellos de RBA, Anaya u Oc¨¦ano. Pero es que tambi¨¦n han encogido los espacios institucionales, donde sol¨ªan refugiarse editoriales peque?as que no pod¨ªan hacer frente a la inversi¨®n que requiere la visibilidad en Fr¨¢ncfort. ¡°Hay menos dinero y subvenciones, por lo que los asociados han dejado de venir¡±, justifica una de las responsables del estand de la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a. Las cifras parecen darle la raz¨®n: en la pasada edici¨®n instalaron ah¨ª su centro de operaciones casi una treintena de peque?os sellos; este a?o apenas son 15, entre ellas una tan significada como Siruela, que hasta hoy hab¨ªa tenido espacio propio.
Una situaci¨®n similar exponen los encargados de la Asociaci¨®n de Editores en Lengua Catalana, que han reducido espacio y han perdido casi un 25% de los integrantes de su vivero en relaci¨®n al a?o pasado; ahora s¨®lo 11 anidan en su sede. La paradoja en el caso catal¨¢n es que frente a ese estand que sufraga parcialmente la Generalitat est¨¢ el del Institut Ramon Llull de promoci¨®n exterior de la cultura catalana, tambi¨¦n del gobierno aut¨®nomo. Y unos metros m¨¢s all¨¢ debuta en la feria el Ayuntamiento de Barcelona, en un espacio generoso que les permite instalar el cl¨¢sico banco de madera del mobiliario urbano de la ciudad.
El caso es que la sensaci¨®n de forzada amplitud en la zona de los editores espa?oles queda reforzada por sus compa?eros de viaje en el pabell¨®n de la feria. Italia, por ejemplo: el siempre espectacular expositor de Mondadori es bastante discreto; peor los editores griegos, casi sin representaci¨®n individual, recogidos en un espacio colectivo. Los portugueses son casi invisibles.
Los recortes que las editoriales aplican desde hace un par de a?os a sus delegaciones empiezan tambi¨¦n a hacer mella en el futuro de los editores. As¨ª lo cree M¨®nica Carmona, editora de Random House Mondadori, que recuerda haber debutado en la feria de veintea?era. ¡°Ahora, para ahorrar, no se est¨¢ trayendo a la gente joven, el relevo generacional no est¨¢ viniendo y ser editor es tambi¨¦n tener una red de contactos que tarda a?os en tejerse y Fr¨¢ncfort es capital para construir esa agenda¡±.
Precisamente, mucho m¨¢s bullicio y, sobre todo, bastante editor joven es lo que puede verse en el ¨¢rea de EE UU e Inglaterra, donde la crisis golpea menos duramente: menor cantidad publicidad impresa y de gadgets son apenas las se?ales de los tiempos, que ah¨ª viene marcado por otra constataci¨®n: el espacio que, con toda naturalidad entre editores tradicionales, ocupan ya empresas del mundo digital como Google o Kobo, que presentan concurridos y notables estands de hasta dos plantas.
¡°No es solo la crisis; lo que era esta feria no lo ser¨¢ nunca m¨¢s¡±, afirma categ¨®rica la editora de Tusquets, Beatriz de Moura, que atribuye a la digitalizaci¨®n (correos electr¨®nicos y libros en formatos digitales) buena parte de la p¨¦rdida de raz¨®n de ser de la feria: ¡°Aqu¨ª ahora ya no hay libros sorpresas, le¨ªdos a escondidas en un hotel; los nudos contractuales tambi¨¦n se resuelven durante todo el a?o; aqu¨ª solo se refuerzan los contactos personales¡±. Un directivo de un grupo espa?ol que pide el anonimato contrapone: ¡°?Qu¨¦ diferencia de feria hay entre el espacio de los anglosajones y ¨¦ste nuestro? Ninguno: es un problema de crisis profund¨ªsima que hace que hoy el best-seller en Espa?a sea un t¨ªtulo a¨²n del a?o pasado y que en todo este 2013 apenas ha vendido 200.000 ejemplares¡±.
Una mirada a otros pabellones parecer¨ªa darle la raz¨®n: Francia, a partir solo de Larousse y Gallimard, mantiene cierta grandeur y el pabell¨®n de los alemanes se muestra mucho menos concurrido. Lo mismo parece detectarse en el ¨¢rea de los agentes literarios, coraz¨®n de la feria, si bien ¨¦sta habla de cifra r¨¦cord de 631 agentes.
En ese contexto, en los corros espa?oles solo se comentaba la intervenci¨®n de Markus Dohle, director general de un nuevo gigante editorial, Penguin Random House, de cien d¨ªas de vida. Dos mensajes a retener: ¡°Los libros impresos siempre ser¨¢n importantes para nosotros, no huiremos de este ¨¢mbito¡±, afirm¨®, consciente de que la parte del mercado de los libros digitales en EE UU es de un 20%, cifra que algunos expertos empiezan a fijar como cercana a su techo; la otra, el inter¨¦s por el mercado en lengua castellana: ¡°Son 500 millones de personas; es un espacio importante, donde hoy hay oportunidades de compra y, adem¨¢s, creemos en la recuperaci¨®n del mercado interno espa?ol¡±.
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