Pintar para resistir en Les Milles
Un antiguo campo de deportaci¨®n situado en la Provenza acoge una ins¨®lita muestra sobre la creaci¨®n art¨ªstica que desarrollaron sus reclusos
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Un inmenso bloque de ladrillo se erige entre la nube de polvo que se ha levantado bajo un sol de justicia. El paraje resulta algo siniestro, pero nada induce a pensar que esta antigua f¨¢brica de tejas, ocho kil¨®metros al suroeste de Aix-en-Provence, constituy¨® uno de los mayores campos de internamiento y deportaci¨®n en los d¨ªas m¨¢s oscuros del siglo pasado. Al otro lado de la carretera, todav¨ªa se divisa la min¨²scula estaci¨®n desde la que los reclusos, entre ellos un centenar de ni?os, part¨ªan en direcci¨®n a Auschwitz.
El tejar de Les Milles, ¨²nico campo de concentraci¨®n conservado intacto en territorio franc¨¦s, apres¨® hasta la ocupaci¨®n nazi a los alemanes, austriacos y h¨²ngaros que resid¨ªan en la zona, sospechosos de ser agentes enemigos y tratados como indeseables por las autoridades locales, aunque en su gran mayor¨ªa hubieran huido a Francia para escapar del ascenso hitleriano. Tras la proclamaci¨®n del r¨¦gimen de Vichy, fueron entregados al ocupante y siguieron cautivos en el campo, junto a cientos de jud¨ªos retenidos a la espera de ser sometidos a la soluci¨®n final.
Entre quienes pasaron por este campo, convertido el a?o pasado en museo hist¨®rico y lugar de memoria, se contaban por decenas los artistas y escritores. ¡°Por eso Les Milles era conocido como el campo de los pintores¡±, asegura su director, Cyprien Fonvielle, dando la bienvenida en un largo pasillo de hornos industriales. Una exposici¨®n revela ahora la actividad art¨ªstica que algunos de sus presos m¨¢s c¨¦lebres desarrollaron in situ. Hasta el 15 de diciembre, Les Milles acoge la exposici¨®n Cr¨¦er pour r¨¦sister (Crear para resistir), que recoge la huella que pintores como Max Ernst, Hans Bellmer, Ferdinand Springer o Alfred Schulze (m¨¢s conocido como Wols) dejaron entre sus cuatro paredes. Todos ellos se empe?aron en seguir creando pese a las dificultades que impon¨ªa el contexto. ¡°Fue una forma de resistencia a la deshumanizaci¨®n de la que eran objeto, una manera de seguir siendo hombres libres y erguidos en este lugar de sufrimiento, que pese a todo logr¨® inspirarles¡±, opina Alain Chouraqui, presidente de la fundaci¨®n que gestiona el campo.
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La muestra recoge cincuenta obras producidas en Les Milles, as¨ª como numerosos documentos in¨¦ditos que dan cuenta de la vida diaria en su per¨ªmetro. ¡°Cada uno reaccion¨® de una manera distinta al internamiento¡±, apunta la comisaria de la muestra, Juliette Laffon. Por ejemplo, Bellmer lleg¨® al campo con una maleta llena de ropa de verano, material de dibujo y las obras completas de Baudelaire. Contrariado por lo que le suced¨ªa pero decidido a convertirlo en un est¨ªmulo para su arte, el pintor cre¨® obras en las que introdujo lo que le rodeaba. Sus dibujos reflejan el ladrillo omnipresente, as¨ª como la sensaci¨®n de estar viviendo una pesadilla surrealista. Todo lo contrario que Max Ernst, delatado por un vecino que le tom¨® por un esp¨ªa alem¨¢n y sumido en la depresi¨®n al revivir los horrores de la Gran Guerra. Durante su internamiento apenas cogi¨® el pincel. Springer prefiri¨® retratar a los internos como si fueran divinidades cl¨¢sicas u hombres de Vitruvio, mientras que el solitario Wols se refugi¨® en sus acuarelas circenses, que reflejaban los miedos que le asaltaban.
Es el ¨²nico campo de concentraci¨®n conservado intacto en Francia
La actividad art¨ªstica no estaba prohibida y no deb¨ªa ser realizada en la clandestinidad. ¡°Hasta la primavera de 1940, los internos gozaron de cierta tolerancia. Bellmer incluso retrat¨® a algunos de sus guardas y se organizaron veladas festivas que frecuentaron transformistas¡±, a?ade Laffon. En un horno industrial convertido en epicentro de la vida cultural en el campo, los rehenes erigieron Die Katakombe, que tomaba su nombre prestado de un cabaret contestatario en el Berl¨ªn de los d¨ªas de Weimar. Los pintores convivieron con escritores y cr¨ªticos, tenores y directores de orquesta, arquitectos y premios Nobel de medicina. Organizaron cursos y conferencias, representaciones teatrales e incluso ¨®peras. Los cuatro nombres homenajeados por la muestra lograron sobrevivir, aunque no gozaron de un r¨¦gimen distinto a los dem¨¢s. ¡°Conocieron la soledad, el exilio, la xenofobia, el descenso a una categor¨ªa inferior, la precariedad, la angustia y la privaci¨®n. No fueron privilegiados y no vivieron en una torre de marfil. Cada uno de estos artistas se vieron reducidos a su estatus de recluso", describe el cr¨ªtico de arte Alain Paire en el cat¨¢logo de la muestra.
Pintores como Max Ernst o
En 1982, el Estado franc¨¦s intent¨® iniciar el derribo del lugar, recuerdo indeleble del inc¨®modo pasado que simbolizan los d¨ªas de Vichy. La movilizaci¨®n de las asociaciones de deportados logr¨® salvar el lugar. Tras treinta a?os de insistencia, consiguieron forzar al gobierno para convertirlo en un lugar de memoria. ¡°Todo el proyecto pretende recordar los hechos para evitar que se vuelvan a producir¡±, afirma Fonvielle. ¡°Y en ese marco se inscribe esta exposici¨®n¡±.
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