?Y si desapareciera el arte?
El Teatro Guindalera cumple 10 a?os con la representaci¨®n de ¡®Duet for one¡¯ basada en la violonchelista Jacqueline du Pr¨¦, una reflexi¨®n sobre la p¨¦rdida y la esperanza
Imaginemos un mundo sin arte. Sin cine. Sin m¨²sica. Sin pintura. Sin literatura. Sin fotograf¨ªa. Sin ¡ Sin teatro. ?Podemos? ¡°?Es reparable una p¨¦rdida tan profunda como la del amor, o cualquier p¨¦rdida? Las medicinas que nos han dado, la religi¨®n, los psic¨®logos hoy en d¨ªa¡ ?funcionan?¡± agrega el actor, director teatral y maestro de actores Juan Pastor a las anteriores preguntas. ?Sirven para nuestra depresi¨®n, un mal que se extiende en el siglo XXI? El abismo de la p¨¦rdida con may¨²sculas y el poder (o la ausencia de ¨¦l) de los tratamientos que intentar afrontarla es clave en Duet for one. El prop¨®sito de vivir, el montaje que el teatro Guindalera de Madrid ha elegido para celebrar que lleva 10 a?os llevando producciones sobre los escenarios y creando una forma de hacer teatro que va m¨¢s all¨¢ de las carcajadas, las luces y los grandes escenarios. Un estilo que apuesta por la reflexi¨®n, y por el encuentro en la intimidad en este espacio de setenta butacas que supone el sue?o de una familia, la de Juan Pastor, su hija, la actriz Mar¨ªa Pastor, y de Teresa Valent¨ªn-Gamazo, una mujer repleta de fuerza que habla de un trayecto que han recorrido ¡°a la inversa¡±.
El camino de este proyecto ha sido tan simple como pedregoso: despojarse de mucho para llegar a la esencia, cuentan sus impulsores. Porque ellos dijeron ¡°no¡± a lo que no les convenc¨ªa para dar vida a ¡°textos de calidad¡± y con independencia de cualquier ayuda. En este cumplea?os pueden presumir de excelentes cr¨ªticas, haberse convertido en una referencia en la escena madrile?a, tener un p¨²blico fiel y variopinto y haber dado vida a Ch¨¦jov, Friel, Pinter, Rudnick, Mayorga, Ibsen¡
El camino de este proyecto ha sido tan simple como pedregoso: "despojarse de mucho para llegar a la esencia"
La escena en que ¡°la magia funciona sin artificios¡±, describe la actriz Mar¨ªa Pastor, resuena en ecos con estas palabras: ¡°?Podemos vivir sin arte?¡± con una historia cuyo personaje principal es Stephanie Abraham basado en la celeb¨¦rrima violonchelista brit¨¢nica Jacqueline du Pr¨¦, quien a los 28 a?os y por una esclerosis m¨²ltiple perdi¨® su poder de tocar el instrumento que amaba. Escrita por Tom Kempinkski, la obra se estren¨® en el West End londinense en 1980, y nos lleva a las conversaciones marcadas por el humor, la c¨®lera y el lirismo entre la m¨²sica y su psiquiatra, el doctor Feldman. Los int¨¦rpretes, padre e hija, enfrentados mientras el fantasma de la depresi¨®n nos lleva a plantearnos preguntas. No cesan, y una de las m¨¢s importantes es: ?qu¨¦ tiene que decir el teatro en este ¡°universo cada vez m¨¢s complejo, en el que estamos desconcertados¡±?, se plantea Juan Pastor, quien cree firmemente en la creaci¨®n de un estilo, en el trabajo actoral ¡°de rigor¡±.
La familia protagonista de Guindalera no reh¨²ye el interrogante que nos coloca en una existencia sin el teatro, en un encuentro en el escenario ya a ¨²ltima hora de la tarde, despu¨¦s de otro d¨ªa de horas de ensayo que preceden al estreno. ¡°Me he sentido muy identificada con el personaje, y al investigar me he dado cuenta de que es Jacqueline du Pr¨¦, clavada a ella¡ Guindalera es mi chelo. ?Qu¨¦ me pasar¨ªa si esto me lo quitan? Y me asusta mucho esa idea¡±, afirma Mar¨ªa Pastor.
Cruzar las puertas del Teatro Guindalera es de alguna forma como entrar en casa. Y lo es porque plantas cuidadas y verdes bordean el pasillo que gu¨ªa hasta el espacio austero en que p¨²blico e int¨¦rpretes tienen escasos metros de separaci¨®n. ¡°Casi se puede escuchar la respiraci¨®n o alcanzar a los actores con los dedos¡±, describe Juan Pastor. En una peque?a vitrina se atesoran los recuerdos en forma de diversas versiones de guinda, insignia de la casa, que han llevado los espectadores como obsequio. Tras los aplausos de cada puesta en escena hay un momento para charlar con un vaso de licor de guindas ofrecido por los anfitriones, algo pionero en las tablas madrile?as, y que funciona como una sobremesa con actores que a¨²n portan su vestuario.
Pero no son buenos tiempos para Guindalera, y no est¨¢ la falta, dicen los Pastor-Valent¨ªn, en el p¨²blico del que se enorgullecen ¡°y que va m¨¢s all¨¢ de las fronteras del barrio¡±. ¡°Nuestra situaci¨®n es muy precaria, no sabemos qu¨¦ pasar¨¢ a continuaci¨®n¡ El IVA cultural ha sido ruinoso¡±, explica el director. Juan, Mar¨ªa y Teresa conversan apasionados sobre la asfixia a la cultura del Gobierno de Mariano Rajoy y hay una conclusi¨®n: la actual pol¨ªtica cultural ¡°pone zancadillas; son claramente cortapisas para que lo dejes¡¡±. Teresa Valent¨ªn a?ade: ¡°No se dan cuenta de que el teatro da vidilla a todo, a los bares, al metro¡ La gente necesita un espacio donde confortarse en la ciudad sucia, abandonada, en desamparo, para poder charlas despu¨¦s, es un lugar de encuentro¡ Es una necesidad espiritual¡±. Y su hija rememora las veces en que los espectadores la han abrazado agradecidos o en chavales ¡°algunos bastante brutos¡± que, tras haber conocido Guindalera por los programas pedag¨®gicos que dirig¨ªan sus padres, han seguido acudiendo a las funciones. ¡°A veces los colamos. ?Un chico de Fuenlabrada ha venido tres veces a ver Ch¨¦jov! Con su bonob¨²s¡±, relata.
Nuestra situaci¨®n es muy precaria, no sabemos qu¨¦ pasar¨¢ a continuaci¨®n¡ El IVA cultural ha sido ruinoso.
Juan Pastor
Teresa Valent¨ªn y Juan Pastor dieron vida a Guindalera pisando suelo firme y con un techo de hojalata que obligaba a suspender la funci¨®n cuando la lluvia ca¨ªa fuerte. Sus ingresos proced¨ªan de proyectos pedag¨®gicos de creaci¨®n de audiencias con Entra en escena con la Obra Social de Caja Madrid y Tras teatro con la Comunidad de Madrid. Ahora con la crisis eso ya es pasado. Pero las ideas siguen fluyendo para mantenerse en pie. Desde el micromecenazgo al que se anima al p¨²blico, hasta la posibilidad de apadrinar una butaca desde 20 euros al mes, hasta la promoci¨®n, que va desde organizar grupos, difundir en redes sociales¡
¡°Hemos sustituido el templo por el teatro, es una forma de encontrarnos a nosotros mismos, al menos, el que hacemos aqu¨ª¡ Ese ritual tan desnudo entre p¨²blico y espectador es cada vez m¨¢s necesario por la sobrecarga de est¨ªmulos¡¡±, asegura Juan Pastor. ?Y si desapareciera? Por lo pronto, el ant¨ªdoto es el trabajo y los planes de futuro. Proyectos peque?os de dos o tres actores, cuentacuentos, versiones del trabajo pedag¨®gico que se realiz¨® anteriormente¡ Contra todos los malos augurios y las preguntas que nos podemos hacer, el dramaturgo Juan Mayorga lanz¨® en agosto en Santander un mensaje que da que pensar. ¡°El teatro es el arte del futuro¡±. Mientras tanto, en Guindalera, siguen regando su jard¨ªn y transformando aquel de 1904 de Ch¨¦jov de cerezas a guindas.
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