Poe desvela sus terrores en Nueva York
Una exposici¨®n en la Morgan Library de Nueva York ilumina la influencia del escritor
El primer cartel que saluda al visitante en la muestra Edgar Allan Poe: Terror of the Soul (El terror del alma) explica que fue el primer autor estadounidense que trat¨® de subsistir ¨²nicamente con su pluma. Luego, las cartas manuscritas expuestas en m¨¢s de una decena de vitrinas en una sala de la Morgan Library dejan claro la temeridad impl¨ªcita en esta decisi¨®n, la penuria y las constantes negociaciones y peticiones de pr¨¦stamos a las que se vio forzado este apasionado poeta, valiente cr¨ªtico e inquietante cuentista.
Hoy, seg¨²n el comisario de esta exposici¨®n, Declan Kiely, solo sus ep¨ªstolas alcanzan precios que rondan entre los 80.000 d¨®lares y los 240.000 d¨®lares (entre 58.522 y 175.566 euros), ¨Cuna de las ¨²ltimas que fue subastada recientemente en Christie¡¯s se vendi¨® por 120.000 d¨®lares (87.783 euros)¨C. El centenar de piezas presentadas al p¨²blico en esta sala, hasta el 26 de enero, ofrecen un interesante repaso a la producci¨®n de este singular rom¨¢ntico a trav¨¦s de manuscritos, primeras ediciones, art¨ªculos y fotograf¨ªas procedentes de los fondos de la propia Morgan Library, de la colecci¨®n de literatura inglesa y estadounidense de Henry W y Albert A Berg depositada en la New York Public Library y de la los fondos de Susan Jaffe Tane, la principal coleccionista privada del legado de Poe. El amplio programa de actividades en torno a la exposici¨®n incluye charlas con Lou Reed (el cinco de noviembre) o Paul Auster (el 16 de enero), adem¨¢s de la proyecci¨®n de varias pel¨ªculas como la adaptaci¨®n del cuento de Poe William Wilson, dirigida por Louis Malle.
Hijo de una pareja de c¨®micos, hu¨¦rfano con apenas un a?o, ¨Cde una madre que hab¨ªa sido previamente abandonada por su esposo¨C Edgar Poe fue acogido por la adinerada familia Allan en su plantaci¨®n de Virginia. Con ellos viaj¨® a Inglaterra donde pas¨® seis a?os de su infancia en distintos colegios e internados antes de volver a EE UU. Un a?o en la Universidad de Virginia sirvi¨® para que quedara roto el idilio con su primer amor Sara Royster, la musa detr¨¢s de Tomerlane, el ¨²ltimo de los poemas que Poe reuni¨® en su primera obra publicada, un panfleto del mismo t¨ªtulo que vio la luz en 1927 cuando el poeta estaba alistado al ej¨¦rcito y del que se conservan 12 copias, una de las cuales abre el recorrido de la exposici¨®n.
La poes¨ªa fue su primer flechazo literario, el g¨¦nero que siempre consider¨® que permit¨ªa crear una conexi¨®n casi sobrenatural con el intelecto, y los versos de El Cuervo fueron su primer gran ¨¦xito, publicados una y otra vez en distintos peri¨®dicos y gaceta ¨Ca veces rodeados de anuncios de carboner¨ªas y daguerrotipos como se ve en esta muestra¨C y traducidos por Mallarm¨¦ en 1875 en lo que est¨¢ considerado como el primer libro de artista, con ilustraciones de Manet. ¡°De forma deliberada no hemos querido clarificar los misterios y leyendas que rodean a Poe sino demostrar que era un autor serio cuya ficci¨®n aborda cuestiones existenciales y filos¨®ficas¡±, explica Kiely. ¡°Hemos querido presentar a Poe como un artesano, revelar su proceso creativo y alejarle de la imagen popular de hombre disoluto, de figura tr¨¢gica, aunque no se puede discutir que no lo fuera y que en determinados momentos llev¨® una vida disoluta. Quer¨ªamos presentar los retos y dificultades a los que hizo frente¡±.
Poe estableci¨® el modelo de las historias modernas de detectives, dio un giro definitivo al g¨¦nero de la fantas¨ªa, excav¨® en el morbo y los miedos m¨¢s at¨¢vicos que esconde el alma humana, y en sus relatos enterr¨® a vivos y reencarn¨® el alma de los muertos, sacudi¨® el esp¨ªritu rom¨¢ntico: el universo g¨®tico nunca volvi¨® a ser el mismo. ¡°El terror no es Alemania, es el alma¡±, afirm¨®. Y curiosamente apenas tach¨® o corrigi¨®, solo subray¨®: sus manuscritos son limpios, nada endemoniados, y si hubo borradores previos, se preocup¨® de destruirlos. Adem¨¢s empleaba una caligraf¨ªa distinta al enviarlos a editores, quiz¨¢ en un intento de que tuvieran un aspecto similar al que tendr¨ªan en una p¨¢gina impresa, sospecha el comisario. En algunos casos como El Cuento de Ragger Mountains peg¨® los peque?os folios con cera para formar rollos. Era r¨¢pido, su escritura flu¨ªa.
Estructurada a partir de las tres ¨¢reas a las que Poe dedic¨® su energ¨ªa como poeta, cuentista y cr¨ªtico, la muestra se cierra con un amplio cap¨ªtulo sobre la influencia que el autor de El escarabajo de oro ha tenido en escritores como Arthur Conan Doyle, Nabokov, Borges o Terry Southern, a trav¨¦s de retratos originales y manuscritos. Poe acab¨® sus d¨ªas en Baltimore tras ser encontrado vestido con ropas de otra persona, delirando, en un oscuro y legendario episodio a la altura de sus relatos, y aunque la exposici¨®n no se detiene en ello, abre sin embrago el c¨ªrculo de la reencarnaci¨®n literaria que su obra ha tenido.
El cr¨ªtico Alfred Kazin fue el primero en identificar la conexi¨®n entre Lolita y Poe, que se cas¨® con su prima carnal de 13 a?os, y de cuyo poema Annabel Lee, tom¨® prestado el nombre Nabokov para la ni?a en quien Humbert Humbert sit¨²a el origen de su destructiva pasi¨®n. Dickens se reuni¨® con Poe en su primer viaje a EE UU; Wilde visit¨® la caba?a en el Hudson del escritor ya difunto, que ejerci¨® una influencia clara en El retrato de Dorian Gray. Whitman habl¨® del tono demoniaco que subyace bajo cada una de sus p¨¢ginas. Borges defini¨® su obra como ¡°un proyector de sombras¡± y, sin embargo, Cort¨¢zar, su primer traductor al espa?ol y uno de los autores que mejor supo entender a Poe, ha quedado excluido de esta muestra. Quiz¨¢ las palabras de Bernard Shaw fueron las m¨¢s certeras para entender la fascinaci¨®n que provoca su obra: ¡°Poe constante e inevitablemente produc¨ªa magia all¨ª donde sus contempor¨¢neos solo encontraban belleza¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.