¡°Beber alcohol ayuda a entender el arte¡±
El exc¨¦ntrico millonario expone su colecci¨®n privada en la Maison Rouge de Par¨ªs El australiano es el fundador del Museum of Old and New Art
![?lex Vicente](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F5cdb1f50-1218-4413-9833-86d0f0cf4bc7.jpg?auth=523fab4402db9ec9fe62eb8e05c500b0f0703607cfae1f400858c690aa22d4bb&width=100&height=100&smart=true)
![Una imagen de la exposición 'Théâtre du monde' en la Maison Rouge de París.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WCYBHWYRSY55U6ESJPTABOXH7Y.jpg?auth=9f3dd9d266d663db272bbb5925037aefda826199afb578f3a1196fd3d9436e0e&width=414)
Dicen que naci¨® en la peor barriada del peor suburbio de la ciudad m¨¢s pobre de Tasmania. Pero David Walsh decidi¨® no seguirle la corriente a su destino. Cuando era un estudiante universitario de Matem¨¢ticas, decidi¨® abandonar la universidad e ide¨® un sistema para calcular las probabilidades de forrarse jugando en el casino. Invirti¨® sus ganancias en una impresionante colecci¨®n de arte, valorada en 80 millones de euros, en la que mosaicos romanos y sarc¨®fagos egipcios se encuentran con cotizadas obras de Damien Hirst e instalaciones de dudoso gusto a cargo de Wim Delvoye, entre muestras de arte aborigen, esculturas de Giacometti y performances de Marina Abramovic.
Para exhibir este peculiar inventario, el millonario australiano fund¨® en 2011 el Museum of Old and New Art (Mona), mayor centro de arte del hemisferio sur, cuya superficie dobla a la del Guggenheim de Nueva York. Lo cualific¨® como "un Disneyland subversivo para adultos", cuyas obras est¨¢n mayoritariamente marcadas por su v¨ªnculo con el sexo, la muerte y la escatolog¨ªa, cuando no a las tres cosas a la vez. No cabe duda de que el de Walsh es un museo distinto a los dem¨¢s. La visita se desarrolla en total libertad, sin paneles ni indicaciones sobre lo que se expone y con un iPod en la mano para puntuar las obras, reunidas por asociaci¨®n libre y sin criterios cronol¨®gicos, en funci¨®n de su forma, tema o color. M¨¢s tarde, el visitante recibir¨¢ informaci¨®n de las que m¨¢s le hayan gustado en su correo electr¨®nico. "La mayor¨ªa de museos simbolizan la certeza. Saben lo que debes pensar y te lo imponen. El m¨ªo simboliza todo lo contrario. Representa la incertidumbre, la democracia y la duda", asegura el coleccionista.
Walsh odia las entrevistas, pero ha accedido a hacer una excepci¨®n, tal vez porque la ocasi¨®n lo requiere. Su colecci¨®n se expone por primera vez en el viejo continente. La Maison Rouge de Par¨ªs, centro de arte pegado a la Bastilla, exhibe una parte de sus posesiones hasta el 12 de enero, a trav¨¦s de una puesta en escena que imita la del museo original, orquestada por el historiador del arte franc¨¦s Jean-Hubert Martin, antiguo director del Museo de Arte Moderno de Par¨ªs.
![El millonario y coleccionista de arte David Walsh.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OUTXLWVTIILSHUTXG4IT6JDJWQ.jpg?auth=1c072e86dbb7b4687b9ace8c51758038fe1f35ea7a196cbb819bf213b76cd3d5&width=414)
Para visitarla, Walsh incita al visitante al consumo de alcohol. "Tener una copa en la mano ayuda a entender el arte", ironiza este hombre exc¨¦ntrico y malhablado, tan l¨²cido como provocador, que se ha convertido en una celebridad en su pa¨ªs. La historia de este Gatsby de las ant¨ªpodas, sospechoso de haber engordado su fortuna con m¨¦todos lim¨ªtrofes con la ilegalidad ¡ªel fisco australiano le reclam¨® la m¨®dica suma de 400 millones de euros, antes de llegar a un acuerdo amistoso¡ª resuena en el imaginario colectivo de la antigua colonia penal. En el fondo, su ¨¦xito hace so?ar a los m¨¢s desfavorecidos. Si David Walsh lo consigui¨®, puede que ellos tambi¨¦n. "Tuve el privilegio de crecer en un tiempo y un lugar en el que cualquiera pod¨ªa cambiar su suerte", se limita a decir hoy. Walsh se considera de izquierdas. Dice su museo, por el que no cobra entrada, es la manera que ha encontrado de redistribuir su riqueza.
El millonario creci¨® en una familia ultracat¨®lica. Hoy es un ateo furibundo. "Mientras mi familia iba a misa, yo me met¨ªa en el museo. Era un contrapunto racional a la ridiculez. Hubiera preferido deambular por la calle que escuchar chorreadas sobre Jes¨²s", asegura. De peque?o coleccionaba sellos, monedas y piedras. "Fui un ni?o raro y solitario, pero nadie me hizo sufrir", puntualiza Walsh, que hace a?os se autodiagnostic¨® el s¨ªndrome de Asperger, esa enfermedad tan de nuestro tiempo de sintomatolog¨ªa similar al trastorno obsesivo-compulsivo.
![Una de las salas de la exposici¨®n de la colecci¨®n de Walsh en La Maison Rouge de Par¨ªs.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LJ42LVOKGC25EFXE37NRFJT4ME.jpg?auth=8b3a8764f25dbefa01a2467ee444d00bc3d427b41fe7eee720e8f38c0c3b39a9&width=414)
Las matem¨¢ticas no solo le hicieron rico, sino que consiguen calmar su nervio. Cuando se pone pesado, su novia le pide que calcule la distancia entre los planetas. El primer diario australiano, The Sydney Morning Herald, calific¨® con desd¨¦n a su museo como "la Batcueva de un ni?o rico". A menudo se le trata como una figura ileg¨ªtima en el mundo del arte contempor¨¢neo, uno de esos millonarios que invierten en ¨¦l como en hect¨¢reas de tierra, responsables de la loca deriva de precios que lo invade desde hace d¨¦cada y media. Walsh le resta importancia. "Tampoco persegu¨ªa formar parte de ¨¦l. Y no s¨¦ si el mundo del arte tiene el poder de escoger qui¨¦n es legitimo y qui¨¦n no. La historia y el azar tomar¨¢n esa decisi¨®n. Mientras tanto, me divierto tanto como puedo", responde. "Estoy seguro de que Batman tambi¨¦n".
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