En busca de la espiral de arena
El C¨ªrculo de Bellas Artes repasa la vida y la obra del escultor Mart¨ªn Chirino La muestra re¨²ne 15 piezas que ser¨¢n el n¨²cleo de su futura fundaci¨®n
Mart¨ªn Chirino estaba trabajando una espiral con Julio Cort¨¢zar y al escritor argentino le sorprendi¨® que el escultor emprendiera desde el centro el desarrollo perfecto de aquella voluta. ¡°Yo la hago desde fuera¡±, le dijo el autor de Rayuela.
Chirino ha hecho la espiral de su vida como le suger¨ªa Cort¨¢zar, en realidad, dibuj¨¢ndola desde fuera, buscando el centro. Y el centro est¨¢ en la arena de la que procede. Ese es el origen de su espiral. Naci¨® junto a la arena de la playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, en 1925. Y ahora, despu¨¦s de haber hecho una historia de bronce y hierro, el escultor regresa con su obra a la arena, el principio de su biograf¨ªa. La exposici¨®n que abri¨® esta semana en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid contiene 15 piezas que son met¨¢fora de su trayectoria de escultor, desde 1956 hasta ahora mismo. Ese conjunto ser¨¢ el n¨²cleo de su fundaci¨®n, que se abrir¨¢ pronto en el castillo de la Luz de Las Palmas de Gran Canaria. Vuelve, pues, a los pies de la arena. Su espiral se completa. ¡°Bueno, el centro¡±, dice ¨¦l, ¡°no se encuentra nunca¡±.
Naci¨® entre dunas que ahora son calles. ¡°El viento las convert¨ªa en remolinos. S¨ª, eran espirales, te perd¨ªas, nunca eran las mismas arenas; ¨ªbamos a ver los remolinos, fueron mis primeras espirales¡±. Chirino usa desde hace a?os estas mismas gafas de miope, achica los ojos para mirar mejor. Como si delante tuviera siempre el fulgor de la fragua. ¡°Esa es otra espiral, el fuego. Parece que el hierro vuela en mis manos, como si fuera f¨¢cilmente moldeable. Y es dif¨ªcil, es duro hacer volar el hierro. Obedece, pero cuesta fuego¡±.
El fuego, la espiral, el hierro. ¡°Son s¨ªmbolos m¨¢gicos, indican el camino de la soledad, el sendero del retiro. Es mi viaje a ?taca: sal¨ª de Las Palmas, con Padorno, con Millares, en busca de una luz. Madrid, el mundo. Y he estado, como Beckett, dando vueltas para regresar a la arena. Es una espiral perfecta, aunque todo est¨¢ lleno de dudas. ?Ves esa voluta, el Homenaje a Marinetti? Viene de una sorpresa, la rara perfecci¨®n de los italianos de antes de la guerra, ?qu¨¦ dec¨ªa esa perfecci¨®n? Esculpo para entender, para hallar la estabilidad. Eso quieren decir estas piezas: son el aire, pero est¨¢n en el suelo, estables¡±. Busca la belleza, el centro de la armon¨ªa, ¡°pero, ?ves? ah¨ª est¨¢ el homenaje al Guernica, la reflexi¨®n a la que te obliga el sufrimiento de la gente. Los hierros retorcidos, de la paz del hierro que vuela a este tormento¡±. Parece apacible, pero Chirino es fuego. ?Qu¨¦ hay antes del martillazo? ¡°Angustia, el silencio m¨¢s absoluto; cuando entro en el estudio todo cambia. Y luego parece que todo fluye. Y no es as¨ª. Mira esa roca de hierro. Es la patria de la que hablaba Nicol¨¢s Est¨¦banez. Yo la veo as¨ª, una roca; no busco la patria, o la identidad, como un s¨ªmbolo a?adido a mi propio ser: es que yo soy el viento, aquella arena, las espirales que dibujaron nuestros antepasados. Soy eso, ¨¢rbol, mar, cielo, llegar a la playa, tenderme, jugar con la arena. Un insular. Y soy el que viaj¨® por el mundo. Estoy hecho de la arena, de aquella roca, y del azar¡±.
"Son s¨ªmbolos m¨¢gicos, indican el camino de la soledad, del retiro"
Como muchas de estas piezas, Chirino es ¡°un hombre que viaja hacia adentro, un trotamundos muy t¨ªmido¡±. Asumi¨®, como le dijo su amigo Manuel Padorno, ¡°una capacidad de riesgo¡± que ¨¦l abord¨® ¡°con una enorme voracidad¡±. Vuelvo con ¨¦l a su interpretaci¨®n del Guernica. ¡°Ah¨ª vi una gran boca, un grito, como el de Munch. F¨ªjate: drama, violencia, pero tambi¨¦n cierta delicadeza¡±. Hay piezas que gritan desde dentro, aunque parezcan palomas mansas. ¡°Mi vida es un proyecto de felicidad que no he podido encontrar¡ Es imposible la felicidad entera, lo que es posible es palpar, estar¡ Tocar y quemarte. Las quemaduras chiquitas me dejan seguir. Las grandes me paralizan. Las mayores son el infierno¡±. ?l ha visto los demonios, a veces son los otros. ¡°Los hombres de mi generaci¨®n no podemos olvidar el sufrimiento de la guerra, de la posguerra, la pesantez de nuestra infancia, nuestro descubrimiento abrupto y triste de la realidad. De ah¨ª surgi¨® nuestro compromiso¡±.
"Mi vida es un proyecto de felicidad que no he podido encontrar... entera"
Una pieza muy peque?a parece, en su lenguaje, un compendio de su filosof¨ªa, y de la historia que ha visto. Se titula Cabeza de Santa Teresa II. Cr¨®nica del siglo XX¡ ¡°Hay ecos de Picasso, Julio Gonz¨¢lez, Gargallo, Rodin, Moore, Brancusi¡ Y la santa. Es un compendio de lo que hay detr¨¢s, lo que va de afuera al interior de la espiral que he venido dibujando¡±. Desde la arena al hierro y ahora otra vez a la tierra. Ahora esculpe, digamos, en oro. Ah¨ª est¨¢ este Afroc¨¢n dorado, ¡°la deificaci¨®n de la tierra¡ Canarias no me debe nada, pero soy canario de los pies a la cabeza¡±. Cuando se levanta, cojea un poco. Nada particular: se lastim¨® caminando contra un hierro, en la fragua. Tendr¨ªa energ¨ªa para ir desde el C¨ªrculo de Bellas Artes a la playa de Las Canteras. ¡°Hombre, no tanto; piensa que en medio est¨¢ el mar. El mar. Esa es la espiral perfecta¡±.
Babelia
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