¡°La democracia brasile?a adolece a¨²n de una gran desigualdad¡±
La presidenta de la Academia Brasile?a de las Letras cree que la abundancia de medios es buena para la democracia
Es la segunda mujer y escritora, despu¨¦s de N¨¦lida Pi?¨®n, y la primera representante de la literatura infantil que preside desde hace una d¨¦cada la Academia Brasile?a de las Letras, fundada por el genio de Machado de As¨ªs en 1897. A sus 72 a?os, Ana Mar¨ªa Machado es un monumento literario nacional (posee el premio Hans Christian Andersen, equivalente infantil del Nobel) y ha publicado m¨¢s de cien libros, aunque tambi¨¦n ejerci¨® como periodista durante su exilio tras la dictadura, por lo que recibe el nacimiento de EL PA?S en portugu¨¦s como una buena noticia. ¡°Nos revelar¨¢ que estamos m¨¢s pr¨®ximos de lo que pensamos¡±, asegura.
Entrar para la cita en el austero edificio de la Academia es como pisar la representaci¨®n cultural y literaria de un pa¨ªs que se siente un imperio. ¡°Somos la mitad de Am¨¦rica Latina¡±, responder¨¢ Machado a la pregunta de si los brasile?os deber¨ªan aprender espa?ol o el resto de los latinoamericanos, portugu¨¦s.
En el interior del edificio, se mueven los acad¨¦micos, llamados los ¡°inmortales¡± porque su cargo es vitalicio, con la conciencia de ser alguien y con una elegancia y amabilidad que llega a extra?ar a un europeo.
El galanteo es de alta diplomacia. Al periodista, le espera un funcionario que le acompa?a como por los claustros silenciosos de un monasterio, indicando con gesto de autoridad que el hu¨¦sped no puede perder tiempo en tr¨¢mites identificativos. Va repitiendo: ¡°Le espera la presidenta¡±.
El nacimiento de El Pa¨ªs en Brasil nos enriquecer¨¢ y ayudar¨¢ a entendernos mejor
As¨ª, hasta llegar al elegante asesor de prensa, Antonio Carlos Athayde, que fue agregado cultural en la Embajada de Brasil en Buenos Aires y mantiene un ligero acento porte?o en su espa?ol perfecto.
Cuando llega Ana Mar¨ªa Machado, arrastrando su figura elegante, saluda con dos besos y me recuerda que antes recibir¨¢ a un acad¨¦mico porque nuestra cita era a las 15,30 y faltan 20 minutos. Al o¨ªdo, Athayde me susurra: ¡°La puntualidad es sagrada para ella¡±.
A pesar de su biograf¨ªa cultural y acad¨¦mica, con varios doctorados, la autora de Alice e Ulisses fue detenida y presa durante la dictadura en 1969. Se instal¨® en Reino Unido y Francia durante el r¨¦gimen militar y volvi¨® a Brasil en 1972, donde fund¨® siete a?os despu¨¦s la primera librer¨ªa dedicada a la literatura infantil, llamada Malasartes.
Durante la conversaci¨®n, no suenan los tel¨¦fonos ni entra con recados ninguna secretaria. Le pregunto si ve alg¨²n simbolismo especial en el hecho de que el mayor diario de lengua espa?ola decida apostar por el portugu¨¦s y desde Brasil: ¡°Lo veo como un c¨²mulo de simbolismos que refuerzan nuestro car¨¢cter ib¨¦rico. Nuestras tradiciones, historia y pasiones. Tradiciones de luchas, pero tambi¨¦n de tolerancia con los otros pueblos. Es una historia de aceptaci¨®n de los moros, de los jud¨ªos, con aquella carga de fingimientos de conversiones, de cambios de nombres, al final para salvarse. Historia de una triste Inquisici¨®n, pero tambi¨¦n de revuelta contra ella, de denuncia¡±.
Insiste la acad¨¦mica en que las diferencias son menores que ¡°las semejanzas¡± porque tenemos un ¡°sustrato com¨²n que facilita un entendimiento que est¨¢ hecho de historias de sangre, dolorosas, feas, pero tambi¨¦n de luchas por la libertad¡±.
Espa?a y Brasil tienen un sustrato com¨²n de historias de sangre, dolorosas, feas, pero tambi¨¦n de luchas por la libertad'
En este cruzarse de lecturas en dos idiomas hermanos, Machado vislumbra para el futuro un enriquecimiento mutuo ¡°al leernos y conocernos mejor¡±.
Califica la apuesta period¨ªstica de ¡°did¨¢ctica¡± y considera ¡°irresistible leer el mismo texto en dos lenguas que casi se entienden¡±, ya que la lectura de un peri¨®dico, y m¨¢s si es biling¨¹e, puede ser sorprendente. Recuerda que cuando se introdujo la nueva ortograf¨ªa del portugu¨¦s fue gracias a los diarios y que, al principio caus¨® extra?eza, pero despu¨¦s se acept¨® con naturalidad.
Menciona con placer que las relaciones entre la Academia brasile?a de las Letras y la Real Academia de la Lengua espa?ola son excelentes, a pesar de que son dos instituciones muy diferentes. La brasile?a, con solo 40 miembros, se cre¨® bajo el patr¨®n de la Academia de Francia que, m¨¢s que dedicarse al fomento y defensa del idioma con una vocaci¨®n altamente lexicogr¨¢fica como ocurre en Espa?a, es una representaci¨®n de la alta cultura del pa¨ªs.
Machado siente y vive con pasi¨®n las cosas. Y casi se emociona y con orgullo cuando destaca la positiva anomal¨ªa de la literatura infantil brasile?a que posee una densidad cultural y literaria que no tiene precedentes en otros lugares, ni en Europa, si se except¨²a Reino Unido.
La raz¨®n es que arranca de la tradici¨®n de Montero Lobato ¡°un rebelde que luch¨® durante la dictadura de Getulio Vargas¡± (1930-1945) y que cre¨® una generaci¨®n de escritores que llegar¨ªa 20 a?os m¨¢s tarde. ¡°Nosotros nos creamos sobre sus hombros¡± dice.
Si la literatura infantil brasile?a posee hoy esa calidad reconocida por todos es porque durante la dictadura lo que daba miedo era el cine, el teatro y la m¨²sica. Los libros para ni?os pasaban m¨¢s desapercibidos. ¡°Entramos en aquella literatura para poder decir cosas en libertad y no trabaj¨¢bamos con ni?os. Llegamos del periodismo, del cine, de la Universidad.?Yo misma acababa de hacer mi tesis de doctorado sobre Guimar?es Rosa, dirigida por Roland Barthes, que acab¨¦ de escribir durante mi exilio en Par¨ªs", explica.
A?ade que la literatura infantil en Brasil no se crea, como en otros lugares, a partir de las exigencias del mercado editorial volcado con las escuelas, sino como literatura propiamente dicha, por lo que tambi¨¦n los adultos la leen con agrado.
Durante la conversaci¨®n, nos adentramos en la vieja historia de lo que es el portugu¨¦s de Brasil, que es y no es, al mismo tiempo, una nueva lengua.
Machado explica que el hecho de que los portugueses vean su lengua cada vez m¨¢s como el ¡°portugu¨¦s europeo¡±, es ya reconocer que el de Brasil es, de alg¨²n modo, otro portugu¨¦s, hablado por mucha m¨¢s gente y con unas caracter¨ªsticas especiales que consisten en la gran influencia de la tradici¨®n ling¨¹¨ªstica africana e ind¨ªgena. ¡°La africana privilegia las vocales que son m¨¢s pronunciadas, mientras que el portugu¨¦s europeo tiende a comerse las vocales, lo que lo hace parecer m¨¢s duro que el brasile?o¡± La tradici¨®n ind¨ªgena, que es enorme en el portugu¨¦s de Brasil, ¡°tiende a aglutinar, crea derivados, prefijos, inventa una enormidad de palabras. Miles de nombres de ciudades brasile?as son de origen ind¨ªgena¡±.
Por ¨²ltimo, el portugu¨¦s de Brasil es el del siglo XVI, que se hablaba m¨¢s despacio, se pronunciaba de otra forma. Camo¨ºs, por ejemplo, usaba rimas que en portugu¨¦s no riman y aqu¨ª s¨ª.
Machado no esconde su pasi¨®n por la pol¨ªtica y por las luchas en defensa de las libertades civiles. ¡°Brasil es un pa¨ªs moderno, pero a¨²n desigual. Sus instituciones son sorprendentemente fuertes, pero nuestra democracia adolece a¨²n de una gran desigualdad¡±, dice, y a?ade: ¡°La cultura de la desigualdad entre nosotros es arcaica. Se apoya en una herencia de compadreos, de burocracias, de patrimonialismos. Sufrimos a¨²n una herencia retr¨®grada¡± y resume: ¡°Hemos dado pasos hacia adelante, somos una democracia, pero a¨²n muy desigual¡±.
Y al final, el tema inevitable de la corrupci¨®n y de la impunidad que domina el debate nacional. Para ella, la corrupci¨®n y la impunidad, tanto la pol¨ªtica como la empresarial o la misma ciudadana, tiene dos or¨ªgenes: ¡°La lentitud de la justicia y los niveles bajos de educaci¨®n¡±, algo en lo que hace mucho ¨¦nfasis. Seg¨²n ella, es dif¨ªcil crear ciudadanos pensantes que no se corrompan con una escuela que a¨²n no es ¡°a tiempo completo¡± y, por tanto, no puede formar bien a la gente. ¡°Tener a todos los ni?os en la escuela, no basta¡±. Y sentencia: ¡°Se miente mucho en Brasil, y es f¨¢cil creerse las mentiras cuando el bagaje educacional de la gente es bajo¡±.
Como todos los que sufrieron en su carne los latigazos de la falta de libertad de expresi¨®n y la amargura del exilio en busca de libertades perdidas, Machado, en la disputa en curso en Brasil sobre si prohibir o no las biograf¨ªas no autorizadas de famosos, ya se ha demostrado a favor de la libertad de publicaci¨®n. Contra los posibles abusos, ah¨ª est¨¢n, seg¨²n ella, los tribunales de justicia.
La libertad de expresi¨®n para ella no admite adjetivos. O lo es o no lo es. Por eso, ¡°cuantos m¨¢s peri¨®dicos y cuanta mayor informaci¨®n, y de calidad, mejor para la democracia¡±, dice.
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