¡°Podemos recuperar lectores si les obligamos a pensar m¨¢s y mejor¡±
El mexicano Sergio Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez habla de su ¨²ltima novela, una historia de intriga enmarcada en el conflicto entre generaciones
Un viejo librero convertido al m¨¢s ¨¢spero escepticismo desde la militancia comunista, un antiguo guardaespaldas despedido que huye del suicidio dando extravagantes clases de artes marciales, y un joven inadaptado, tormentoso escritor y aspirante a dibujante de novela gr¨¢fica, confluyen en el escenario deshumanizado de El artista adolescente que confund¨ªa el mundo con un c¨®mic (Literatura Mondadori), la ¨²ltima novela del ensayista mexicano Sergio Gonz¨¢lez Rodr¨ªguez. La suya es una historia inclasificable de intriga y venganza enmarcada en el conflicto entre generaciones. Y tiene el prop¨®sito declarado de cuestionar los moldes convencionales de las novelas que se agotan en el simple entretenimiento.
Pregunta. Seguro que ser¨¢ lo primero que le pregunten siempre: El t¨ªtulo del libro evoca el Retrato del artista adolescente, de James Joyce, y El hombre que confundi¨® a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks. ?Es simplemente un titular ingenioso o hay algo en el libro de estas obras?
Respuesta. La idea del t¨ªtulo es lo ¨²ltimo que lleg¨® a la novela, que se llamaba, simplemente, Dano (como el protagonista joven). Y aparte de homenajear en el t¨ªtulo a Joyce y Sacks existe una vinculaci¨®n de contenido: la obra de Joyce es una novela de aprendizaje, donde el personaje reflexiona sobre el arte, la fe y la vida, algo semejante a lo que Dano realiza y sondea con sus cuentos. El caso de Sacks remite a diversos trastornos neurol¨®gicos que resuenan en la condici¨®n del propio Dano, inmerso en conflictos de origen e identidad, sujeto a viajes vertiginosos, a dislocaciones y a rasgos de percepci¨®n alterada respecto de la realidad. En el t¨ªtulo hay m¨¢s que un gui?o.
P. En la novela conviven personajes tan bien pintados que se dir¨ªa que los conoce muy bien ?Tom¨® como modelos a personas reales? ?Hay algo de usted mismo en ellos?
R. Los personajes que describo en la novela son entes ficticios que nacen de la realidad, representan un h¨ªbrido de m¨ª mismo y de algunas personas que he conocido, pero su resoluci¨®n obedece a una encarnaci¨®n fantasmag¨®rica que, una vez dada, les da autonom¨ªa suficiente respecto de m¨ª. Asimismo, algunas de sus conductas y rasgos son en cada caso emblem¨¢ticos de ciertas personalidades significativas del mundo de hoy, aunque escapan al prototipo o algo semejante, pues su entereza alude m¨¢s bien a una condici¨®n de umbral, son seres en suspenso, en un juego de fuerzas, tensiones, transiciones.
P. El libro es en parte la historia de un conflicto generacional. ?Cree usted, como afirma el protagonista, que un adulto es un adolescente sin escr¨²pulos?
R. Hay muchas cosas en las que no estoy de acuerdo con lo que dicen los personajes, pero eso de que el adulto es un adolescente sin escr¨²pulos me parece cierto. Basta ver alrededor para comprobarlo, ya sea en la vida p¨²blica (los pol¨ªticos, por ejemplo) o en la vida privada (nuestros amigos y uno como amigo, ja, ja). Por lo tanto, la pugna generacional que est¨¢ presente en la novela refiere sin duda a una evocaci¨®n de la inocencia y su desgaste (algo menos dr¨¢stico que la p¨¦rdida total, pero por lo mismo de mayor persistencia), lo que obliga a la prolongaci¨®n de la propia adolescencia as¨ª sea inconscientemente.
P. Quiz¨¢ suene pol¨ªticamente correcto, pero choca que los malos de la historia sean unos chinos crueles hasta la n¨¢usea que recuerdan a la visi¨®n estereotipada de las pel¨ªculas de Kung Fu y los c¨®mics de Tint¨ªn. ?Es un gui?o a esas historietas? ?Ha recibido alg¨²n reproche al respecto?
R. La pregunta lleva a una las claves ir¨®nicas de la novela, que est¨¢ desde el t¨ªtulo: confundir el mundo con un c¨®mic. La realidad en la que vive Dano se parece bastante a la de una de las novelas gr¨¢ficas que ¨¦l ensue?a. La historia est¨¢ contada por su amigo, el librero de viejo, que consigna algo que nos dice le fue referido por alguien m¨¢s (Dano), y ¨¦l arma su relato con eso. Lo que leemos no es ni la historia "real" de Dano, ni la que el librero de viejo escuch¨® exactamente. Se trata de un recurso narrativo singular (que explor¨® por cierto Roberto Bola?o en su cuento El hijo del general en El secreto del mal), y es por completo ajeno al principio de realidad respecto de los chinos en el mundo de todos los d¨ªas. Por lo dem¨¢s, podr¨ªamos defender la inexistencia del autoritarismo, la corrupci¨®n y la pirater¨ªa chinas, o rechazar el alcance global de sus tr¨ªadas criminales, pero eso ser¨ªa materia del c¨®mic m¨¢s fant¨¢stico. Tampoco negar¨ªa la vigencia cultural de las artes marciales, o sus pel¨ªculas o c¨®mics. Hasta ahora, nadie se ha quejado sobre la verdad de la literatura, ni sobre la certeza de la realidad. Y, perd¨®n, los chinos han dejado de ser los malos de la historia: ahora en tal rubro suelen triunfar los mexicanos.
P. Es f¨¢cil imaginar la novela como un c¨®mic, tal vez simplemente por su titular. ?Ha pensado en convertirla en novela gr¨¢fica? ?Cree que funcionar¨ªa?
R. ?Claro! La novela es, entre otras cosas, la puesta verbal de muchas posibilidades gr¨¢ficas. O f¨ªlmicas, puesto que hay episodios narrados en plan cinematogr¨¢fico. Por supuesto, no toda mi novela fue hecha para ser ilustrada o filmada, pero con una buena adaptaci¨®n, toda historia o novela puede convertirse en una novela gr¨¢fica, incluso los relatos m¨¢s abstractos de Samuel Beckett, por ejemplo, El despoblador.
P. Dano considera que la vida es un c¨®mic. ?Coincide usted o disiente? ?Por qu¨¦?
R. Descreo de Dano y me adhiero a lo que critica el librero de viejo: la realidad est¨¢ lejos de ser un c¨®mic, ya que esta es m¨¢s rica, diversa y compleja que las formulaciones esquem¨¢ticas a las que tiende cierto tipo de c¨®mics (debo reconocer que hay novelas gr¨¢ficas muy sofisticadas y de gran calidad).
P. La novela puede gustar o no, pero nadie puede negar su originalidad. ?Qu¨¦ pretend¨ªa usted exactamente con ella? V¨¦ndasela a un potencial lector.
R. Me propon¨ªa cuestionar los moldes convencionales de las novelas m¨¢s premiadas o reconocidas, que se agotan bajo el imperativo de lo divertido o el simple entretenimiento. Su propuesta formal incorpora el uso del ensayo y el cuento en el tejido novel¨ªstico sin mengua de amenidad, y aspira a confrontar las certezas del lector acostumbrado a la narrativa rutinaria. Es una novela de ideas y de aventuras al mismo tiempo. Y registra un entrecruce de temas acerca de la ultracontemporaneidad en la que vivimos. Estoy convencido de que los lectores que el libro pierde cada d¨ªa pueden ser recuperados si se les obliga a pensar m¨¢s o mejor desde las propias novelas.
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