Una joven conciencia literaria de Israel
Nir Baram se enfrenta a los clich¨¦s jud¨ªos con la primera novela de un hebreo que trata la Segunda Guerra Mundial sin centrarse en el Holocausto El pa¨ªs es el invitado en la Feria Internacional de Guadalajara
Hay algo intensamente desafiante en Nir Baram. En su obra y tambi¨¦n en su persona. En rebeld¨ªa, ha hecho algo que solo un israel¨ª sin miedos puede hacer. Le ha ofrecido a su pa¨ªs una novela en la que retrata los horrores previos a la II Guerra Mundial de forma perturbadora: sin retratar a monstruos ni narrar sus sangrientos cr¨ªmenes, dejando apenas entrevista la muerte de millones. En Las buenas personas Baram somete al devenir de la historia a dos seres humanos especiales, rebosantes de talento y sensibilidad. Ambos tientan al lector desde sus fascinantes personalidades, y tr¨¢gicamente acaban eligiendo ser colaboradores de los grandes males del siglo XX por un cruel y desangelado oportunismo. Sus decisiones tienen unos devastadores efectos y los engullen a ellos mismos y a la dignidad de toda una generaci¨®n.
¡°Es el primer libro en Israel que trata de la Segunda Guerra Mundial sin centrarse en el Holocausto¡±, explica Baram en su apartamento en Tel Aviv, desde el que trabaja. Sus protagonistas, Thomas y Sacha, son resortes imprescindibles del mal, pero no lo ejecutan directamente. Por ellos mueren miles de personas, pero no ven directamente la sangre que emana de sus acciones. ¡°Me centr¨¦ en colaboradores, y cuando escrib¨ª el libro pens¨¦ en las implicaciones morales de hacerlo. Pero al fin y al cabo creo en que la literatura no debe educar al lector sino hacerle reflexionar¡±.
La provocaci¨®n de Las buenas personas fue may¨²scula en un pa¨ªs donde el Holocausto no es solo un doloroso recuerdo sino tambi¨¦n una posibilidad de futuro de la que advierten frecuentemente los pol¨ªticos. David Ben Gurion, padre fundador de la patria, escribi¨® en 1960 que ¡°en Oriente Pr¨®ximo, en Egipto y Siria, los aprendices de nazis quieren destruir Israel¡±. El mes pasado, durante una visita oficial del presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande, el primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, dijo, en referencia a Ir¨¢n, que su deber es ¡°evitar que nadie ejecute un nuevo holocausto¡±.
La provocaci¨®n de la obra
Carente de lecciones morales, el libro se presta a interpretaciones muy diversas. Parte de la cr¨ªtica hizo trizas sus premisas, no su estilo. Hubo quienes acusaron a Baram de relativizar el mal. ¡°Cuenta, por mil¨¦sima vez, lo que ya se ha contado en un sinf¨ªn de ocasiones¡±, escribi¨® tras su publicaci¨®n Nissim Calderon en el diario Yedioth Aharonot. ¡°Y dice cosas por mil¨¦sima vez que ni siquiera son inteligentes cuando se cuentan bien. El mal nazi y el mal sovi¨¦tico fueron p¨¦rfidos. El mal israel¨ª es diferente. Sugerir que debemos entender los tres usando los mismos par¨¢metros es como sugerir que un m¨¦dico trate el sida con los medios con que se trata un ataque al coraz¨®n¡±.
La novela fue publicada en 2010 en Israel, donde ha vendido 40.000 ejemplares, un fen¨®meno en un mercado peque?o como el del hebreo. Ha sido traducida a 14 idiomas, entre ellos espa?ol, en una reciente edici¨®n de Alfaguara. En septiembre Baram public¨® su ¨²ltima novela en hebreo, El mundo es un rumor, otro ¨¦xito de ventas que ha generado un intenso debate en Israel sobre el agotamiento del capitalismo. La l¨ªder del Partido Laborista, Shelly Yacimovich, ha definido esa obra como la ¡°m¨¢s inteligente, penetrante y provocadora documentaci¨®n hasta la fecha sobre los procesos econ¨®micos, sociales, y morales¡± que recientemente han generado protestas en todo el mundo, incluido Israel.
¡°La narrativa no debe educar al lector, sino hacerlo reflexionar¡±
Baram, nacido en Jerusal¨¦n en 1976, es hijo de su tiempo. Su padre, Uzi Baram, fue ministro de Isaac Rabin en aquellos d¨ªas convulsos posteriores a la firma del acuerdo de paz de Oslo con los palestinos. ¡°Hab¨ªa una atm¨®sfera muy violenta en Israel, no creo que hoy nadie pueda entenderlo. El odio al gobierno de Rabin era m¨¢ximo¡±, recuerda. A diario tem¨ªa por la seguridad de su padre y su familia. Eran los d¨ªas de las manifestaciones con los ata¨²des de cart¨®n y de las fotos trucadas de Rabin vestido de nazi, antes de su asesinato en 1995, a pocos metros de donde vive hoy Baram.
Hoy, Israel, dice Baram, recoge las tempestades de la siembra de aquellos vientos. ¡°Vivimos en un estado constante de paranoia que no es solo por Netanyahu, sino porque se ha creado una sociedad consumida por el racismo y el miedo¡±, opina. ¡°Culpar a Netanyahu no sirve de nada. Es solo un payaso. Es solo un representante del estado mental israel¨ª¡±. Como en todo, Baram va un paso m¨¢s all¨¢. A diferencia de la gran mayor¨ªa de escritores de su generaci¨®n, da por cumplidos los objetivos del sionismo. ¡°No creo en un estado jud¨ªo, sino en un estado israel¨ª¡±, dice. Su ideal: que la izquierda israel¨ª y palestina se unan en crear una ¡°sociedad multi¨¦tnica¡±.
¡°Me lavo las manos por lo que os ha pasado: estoy limpia de la sangre de estos justos¡±, llega a exclamar Sacha, protagonista de Las buenas personas, al enfrentarse a su culpa. No la juzga Baram. Tampoco la historia. No es nadie para la posteridad. La fr¨ªa distancia del autor es todo un riesgo narrativo cuando viene de Israel y pertenece a un pueblo, como el jud¨ªo, marcado por persecuciones y exterminios. Pero Baram renuncia voluntariamente a las pasiones y a los clich¨¦s que Israel proyecta en el extranjero. As¨ª es su obra, y ¨¦l mismo resume sus convicciones en una frase: ¡°Nunca aceptar¨¦ escribir en clich¨¦s para tener ¨¦xito en los c¨ªrculos literarios de Nueva York¡±.
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