El gran teatro de la escala... 1:87
Un ins¨®lito espect¨¢culo microsc¨®pico llega a Alcal¨¢ de Henares tras triunfar en Europa
El p¨²blico que desde hoy y hasta el s¨¢bado vaya al Corral de Comedias de Alcal¨¢ de Henares se adentrar¨¢ en un universo ir¨®nico, po¨¦tico y desolador: el mundo a escala 1:87 de David Espinosa y su ¨²ltimo espect¨¢culo, Mi gran obra, donde el mu?eco en miniatura se convierte en espejo reducido de la condici¨®n humana, gran teatro del mundo calderoniano a escala en el que Espinosa consigue un auto sacramental posmoderno y desalentador.
El punto de partida de esta obra es sencillo: ¡°Como espectador me cuesta mucho desconectar del aspecto econ¨®mico de un espect¨¢culo, no me interesa el gran formato¡±, explica Espinosa. ¡°Desde que empec¨¦ con mi compa?¨ªa hace casi diez a?os siempre hab¨ªa trabajado con un formato precario y cutre, que es el que me gusta. Pero andaba como int¨¦rprete en un gran espect¨¢culo para el festival GREC de Barcelona y empec¨¦ a preguntarme qu¨¦ es lo que yo har¨ªa si tuviera todos los medios del mundo. El resultado es esta obra¡±, sentencia Espinosa. Una obra en la que podremos ver 300 actores en escena, una orquesta militar, una banda de rock, animales, coches y un helic¨®ptero. Para ello, el creador ilicitano encarg¨® a un arquitecto el teatro m¨¢s grande del mundo, un teatro de 100 metros de largo, 60 de ancho y 35 de alto, pero a escala 1:87. Un teatro que cabe en una maleta con la que Espinosa lleva dos a?os viajando por toda Europa y con la que ya ha realizado m¨¢s de 90 funciones.
Una vez sentado el p¨²blico, tan s¨®lo tres filas de veinte espectadores en la que los ¨²ltimos llevan binoculares de tres aumentos, Espinosa comienza a desplegar una vor¨¢gine de acciones que van hilando una narraci¨®n dura, descarnada y a veces hilarante de nuestra sociedad a trav¨¦s de un uso espectacular del espacio, la luz y la transformaci¨®n. Todo muta con rapidez, una boda se transforma en una playa a trav¨¦s del ahogo de los propios novios en arroz, esa misma playa se transforma, con tan solo colocar encima de los veraneantes una lata de refresco, en un escenario de especulaci¨®n urban¨ªstica; y, finalmente, con un somero giro y un cambio de luz y fondo, la lata se transforma en una nave espacial y aquello es mismamente el espacio sideral donde vemos flotar un astronauta. Capacidad de transformaci¨®n que mientras la pieza va avanzando adquiere un tono m¨¢s cr¨ªtico. As¨ª, la obra se convierte en una procesi¨®n por la que van desfilando ped¨®filos, hombres que pegan a sus mujeres, polic¨ªas que revientan a manifestantes, ¡°streepers¡±, ni?os parricidas, pol¨ªticos y flamencas, exhibicionistas, suicidas y hasta la misma procesi¨®n del Cristo de Mena con legionarios y cabra incluida.
No es la primera vez que este creador intenta subvertir la escena. En el 2007, con deliriosdegrandez@hotmail.com, Espinosa acababa siendo el capit¨¢n de la selecci¨®n espa?ola y ganando una final de la Copa del Mundo en un ficticio juego de ordenador. ¡°Esa obra se emparenta directamente con esta¡±, explica. ¡°Sobre todo, en la idea de utilizar las convenciones teatrales y la low tech para cumplir tus fantas¨ªas, tus deseos¡±, afirma. Dos a?os m¨¢s tarde, Espinosa present¨® Felicidad.es, obra que hac¨ªa desde su casa y el p¨²blico segu¨ªa desde una pantalla en el teatro v¨ªa Skype. ¡°Llevo tiempo cuestion¨¢ndome el hecho teatral, d¨¢ndole vueltas a la ecuaci¨®n actor/cuerpo + espacio + tiempo + espectador= x, buscando variables que alteren el resultado y que me lleven a lugares inesperados, intentando especialmente ¡°escaquearme" de escena¡ Felicidad.es y Mi gran obra se relacionan en esa b¨²squeda de los diferentes formatos que permiten esa investigaci¨®n¡±, explica Espinosa.
Al principio me imaginaba haci¨¦ndolo para 8 o 10 personas en mi propia casa¡ Viendo? el panorama actual me planteaba la autogesti¨®n total, pero sorprendentemente la cosa ha sido muy diferente¡±, explica Espinosa
En esta pieza aparece por primera vez el mu?eco en la obra de Espinosa, herramienta teatral que siempre ha sido una rica veta del teatro de investigaci¨®n pero que en los ¨²ltimos diez a?os viene insert¨¢ndose y floreciendo en el teatro de vanguardia nacional (ver video galer¨ªa). ¡°Seguramente se enfadar¨ªan si oyen que les llaman mu?ecos¡ En realidad son miniaturas o figuras para maquetas, el matiz es importante, yo no vengo del campo de las marionetas, del teatro de objetos. No tengo una relaci¨®n especial con el mu?eco, fueron el instrumento m¨¢s apropiado que encontr¨¦ para resolver el problema de escala. Aunque si bien la relaci¨®n que tenemos es meramente laboral les tengo cari?o, siempre he dicho que es mejor hacerse colega currando que currar con colegas¡±, explica Espinosa. ¡°Al escoger trabajar con estos "actores" me dediqu¨¦ a ver que me ofrec¨ªan, a escucharlos y explorar sus posibilidades dejando un poco de lado mi planteamiento inicial. Eso es algo que en el curro como int¨¦rprete muchas veces echo en falta, que el director trabaje desde el material humano que tiene delante y no que trate de plasmar lo que imagina en su cabeza¡±, reflexiona Espinosa. ¡°Estas figuras se han usado mucho en las artes pl¨¢sticas. El reto era dotarlas de teatralidad, de presente, de evoluci¨®n en el espacio-tiempo. Y para conseguirlo prob¨¦ en dos direcciones: por un lado moverlas a un nivel f¨ªsico, de forma b¨¢sica, sin herramientas ni nada sofisticado; y por otro, trabajar a un nivel dramat¨²rgico, transformando los significados¡±, aclara.
Espinosa cre¨ªa que Mi gran obra estaba destinada a tener un recorrido peque?o: ¡°La verdad que al principio me imaginaba haci¨¦ndolo para 8 o 10 personas en mi propia casa¡ Viendo c¨®mo est¨¢ el panorama actual me planteaba la autogesti¨®n total, pero sorprendentemente la cosa ha sido muy diferente¡±, explica. ?lex Rigola, director art¨ªstico de la Bienal de Teatro de Venecia, que decidi¨® programarlo junto a artistas del calibre de Krystian Lupa, Jan Lawers o Romeo Castellucci. De ah¨ª salieron bolos en la propia Italia, en el Festival FIT de Suiza o en el Festival Net de Mosc¨², donde la semana pasada Espinosa realiz¨® varias funciones y en el que adem¨¢s le ha salido una funci¨®n para actuar en Siberia, ¡°espero no haber hecho nada malo¡±, dice con sorna.
¡°Las funciones en Mosc¨² han sido alucinantes. Cre¨ªa que la gente estaba un poco fr¨ªa porque no exteriorizaba, hasta que lleg¨® el final¡±. Al preguntarle qu¨¦ pas¨®, Espinosa recuerda: ¡°Yo quer¨ªa el final m¨¢s apote¨®sico, y ?qu¨¦ hay m¨¢s grandioso que asesinar al presidente de los Estados Unidos? Adem¨¢s, me parec¨ªa un ¨²ltimo acto coherente con el resto de la obra: acabar con el ¨²ltimo signo de esperanza del sistema. As¨ª que Barack Obama llega en helic¨®ptero y cuando est¨¢ en tierra saludando cojo una pistola de juguete y me lo cargo con punter¨ªa. Cuando hice esto en la primera funci¨®n en Mosc¨² la gente se puso a aplaudir a lo bestia, no me lo pod¨ªa creer¡±, recuerda Espinosa. ¡°Luego quer¨ªan que hiciese lo mismo con Vlad¨ªmir Putin, intente encontrar un mu?eco a escala del presidente ruso, con el que creo que no andan muy contentos, pero no lo encontr¨¦, adem¨¢s luego se me rompi¨® la pistola. Por lo menos encontr¨¦ una pistola all¨¢, ahora mato al presidente con un AK-47 de miniatura¡±, concluye.
La obra se complementa con una instalaci¨®n de varias escenas que quedaron fuera de la dramaturgia final y que estar¨¢n dispuestas por los diferentes espacios del Corral de Alcal¨¢. ¡°Vamos a utilizar incluso el s¨®tano para instalar lo que yo llamo ¡°las pesadillas¡±, el p¨²blico tendr¨¢ que entrar con unas gafas con una peque?a luz con las que podr¨¢ ir descubriendo en el espacio a oscuras diferentes escenas¡±, explica Espinosa. Esta instalaci¨®n tambi¨¦n estar¨¢ presente en las funciones que Espinosa realizar¨¢ los d¨ªas 12 y 13 de diciembre en la sala en DT Espacio Esc¨¦nico de Madrid dentro de la Muestra de la Red de Teatros Alternativos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.