El Museo del Prado toca el techo del mecenazgo
La pinacoteca inaugura una sala para albergar la donaci¨®n V¨¢rez Fisa, que viene a llenar una laguna de arte medieval y renacentista en las colecciones del museo
La nueva raz¨®n para volver al Prado, por si no sobraran los motivos, es una gigantesca techumbre de madera de pino de 66 metros cuadrados y seis toneladas de peso con una constelaci¨®n de escenas con la caza del oso, temas extra¨ªdos de la Biblia, escudos cuartelados de Castilla y Le¨®n, mujeres pechugonas con cintura de avispa, arp¨ªas y dragones. El artesonado fue construido hacia 1400, imposible saber por qui¨¦n, para el sotocoro de la iglesia de Santa Marina de Valencia de Don Juan, en Le¨®n. Desde 1970 adorn¨® uno de los salones de la familia de Jos¨¦ Luis V¨¢rez Fisa (Barcelona, 1928), ingeniero, empresario y dedicado coleccionista, y desde ayer cuelga, como parte de una donaci¨®n anunciada por la pinacoteca en febrero, de uno de los espacios acondicionados por el arquitecto Rafael Moneo en la zona de arte medieval del edificio Villanueva.
Bajo la rotundidad arb¨®rea de la pieza, cuya endiablada colocaci¨®n, todo un alarde museogr¨¢fico, ha sido fuente de ¡°desvelos e insomnio¡± para el arquitecto, carpintero y acad¨¦mico Enrique Nuere, se organizan las otras 17 obras de arte de entre 1200 y 1500 (especialmente de los reinos de Arag¨®n, Valencia y Catalu?a) en la nueva Sala V¨¢rez Fisa, innegable tributo a la generosidad del mecenazgo en estos tiempos en los que todos hablan sobre su conveniencia, pero nadie, al menos nadie con capacidad para cambiar las cosas, parece a¨²n cerca de hacer nada por incentivarlo. M¨¢s all¨¢ del gesto altruista, el conjunto viene a llenar una de las lagunas m¨¢s importantes de la, despu¨¦s de todo, finita colecci¨®n del museo. De ah¨ª que Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservaci¨®n e Investigaci¨®n, definiese como ¡°transformativa¡± la suma: 12 obras donadas, cuatro depositadas temporalmente, una entregada como daci¨®n y otra ¨²ltima, el Retablo de San Crist¨®bal, vieja conocida del Prado desde 1970, cuando el industrial, que luego ser¨ªa patrono del museo, la don¨®. ¡°Ya es dif¨ªcil dar una obra que est¨¦ a la altura del Prado¡±, argument¨® Finaldi. ¡°Por eso, ofrecer un lote como este que cambie la fisonom¨ªa de los fondos, parece tarea imposible¡±.
Antes, el director Miguel Zugaza hab¨ªa inscrito a Varez Fisa en la estela de otros grandes donantes de la pinacoteca: los errazu, bosch, fern¨¢ndez dur¨¢n o camb¨®, cuyo gusto ¨ªntimo acab¨® formando, en la primera mitad del siglo XX, el de una legi¨®n de amantes del arte. Despu¨¦s, cuando la conservadora Pilar Silva, especialista en pintura espa?ola entre 1100 y 1500, gui¨® la visita en el sentido de las agujas del reloj fue posible creer que el linaje se remonte en realidad mucho m¨¢s atr¨¢s. Tanto, como hasta 1506, a?o de una obra de Fernando Llanos, junto a Y¨¢?ez, el otro Fernando del arte valenciano de la ¨¦poca y como ¨¦l, disc¨ªpulo de Leonardo. Se trata de Nacimiento de Cristo con un donante, en cuya parte derecha se puede contemplar a un hombre de gesto ambicioso que, casi con toda seguridad, es el embajador Vich, arist¨®crata y diplom¨¢tico espa?ol, quien, durante su destino romano, ejerci¨® de mecenas de Sebastiano del Piombo.
La identidad del donante no es el ¨²nico enigma de un recorrido lleno de interrogantes. Algunos son literales, como los que adornan muchas de las cartelas (?pint¨® Jaume Serra la Virgen de Tobed? ?Y Juan Arnald¨ªn, el retablo que preside la sala?). Otros resultan m¨¢s conceptuales, como el desd¨¦n de alabastro blanco de una escultura restaurada de Gil de Silo¨¦ o la singular maestr¨ªa derrochada en el Tr¨ªptico del Zarzoso, que durante a?os se tuvo por un ejemplo del g¨®tico internacional, pese a ser espa?ol. ¡°Es tan personal el estilo del pintor, del que no se sabe nada, que si se encontrara alguna obra de su mano, se podr¨ªa reconocer con facilidad¡±, escribe Silva en el cat¨¢logo, editado para subrayar el acontecimiento con los debidos argumentos cient¨ªficos.
A la fiesta de bienvenida de la prensa a los nuevos habitantes de la gran catedral laica del Prado no asisti¨® ning¨²n miembro de la familia V¨¢rez Fisa. No quer¨ªan, explic¨® Zugaza, ¡°restar protagonismo a las obras¡±. Tampoco hicieron acto de presencia los pol¨ªticos (hoy inaugurar¨¢ el flamante espacio la Reina con el ministro Wert), quiz¨¢ porque el acto en el que se formaliz¨® la donaci¨®n, primera visita oficial de Mariano Rajoy como presidente a la pinacoteca, pretend¨ªa ser un reconocimiento a la labor desinteresada de los coleccionistas y acab¨® sonando a otra cosa cuando Rajoy asegur¨® que ¡°el mecenas no debe esperar nada a cambio¡±.
Pese a que en este caso, en efecto, el donante no obtiene dinero, ni exenciones fiscales por el regalo, cuyo valor superar¨ªa en el mercado los 15 millones de euros, en la reuni¨®n de ayer fue inevitable sentir otra ausencia, la de la Ley de Mecenazgo, que a¨²n est¨¢ pendiente del pl¨¢cet de Hacienda y que previsiblemente contribuir¨ªa a convertir generosidades como esta en pr¨¢cticas m¨¢s comunes.
Hasta que ese d¨ªa llegue, tal vez convenga adoptar el gesto, entre incr¨¦dulo y paciente, del San Crist¨®bal del retablo donado por V¨¢rez Fisa en 1970 y que desde ayer, al fin, descansa en compa?¨ªa de viejos conocidos.
Babelia
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