El ¡®marketing¡¯ de un conflicto global
El arte que acompa?¨® a la Guerra de Sucesi¨®n Espa?ola, en la Fundaci¨®n Carlos de Amberes de Madrid
Carlos II al que llamaban el Hechizado llega al trono espa?ol con tan solo cuatro a?os ¡ªsu madre Mariana de Austria act¨²a como regente hasta que este monarca con reputaci¨®n de debilucho alcanza la mayor¨ªa de edad¡ª. Su muerte a los 38 sin descendientes desata una tormenta por la sucesi¨®n que dur¨® desde 1701 a 1715, que hab¨ªa comenzado en secreto desde su infancia, y que trastoc¨® muchas, muchas cosas: entre ellas se produjo en Espa?a el cambio din¨¢stico entre los Austrias y los Borbones, procedentes de Francia; se perdi¨® Menorca a manos de los brit¨¢nicos por casi un siglo y Gibraltar hasta nuestros d¨ªas; Felipe V, duque de Anjou, nieto de Luis XIV, y pretendiente victorioso, termin¨® con los Decretos de Nueva Planta de 1716 con las instituciones de los reinos de Arag¨®n, Valencia y Mallorca y el Principado de Catalu?a, integrados en la Corona de Arag¨®n, y que hab¨ªan apoyado al otro candidato al trono, el archiduque Carlos, m¨¢s tarde Carlos VI, emperador del Sacro Imperio Romano Germ¨¢nico. El 11 de septiembre de 1714, ahora el de la Diada o D¨ªa Nacional de Catalu?a, Barcelona cae despu¨¦s de largos meses de asedio ante las tropas borb¨®nicas.
La exposici¨®n En nombre de la paz. La Guerra de Sucesi¨®n Espa?ola y los Tratados de Madrid, Utrecht, Rastatt y Baden (1713-1715) que estos d¨ªas se exhibe en la Fundaci¨®n Carlos de Amberes de Madrid hasta el 23 de febrero y que tambi¨¦n organiza Acci¨®n Cultural Espa?ola AC/E sit¨²a el peso de este conflicto con ocasi¨®n del aniversario de su resoluci¨®n en su dimensi¨®n ¡°verdaderamente internacional¡±. No fue solo una guerra civil, se?ala su comisario, el profesor titular de Historia de la Universidad Complutense de Madrid Bernardo J. Garc¨ªa Garc¨ªa, que se prolong¨® por 14 a?os. La manera de repartir la herencia de Carlos II pone en juego el equilibrio de poder en Europa y el acceso a las riquezas y al mercado de las colonias espa?olas.
La paz se logr¨® tras la firma de m¨¢s de veinte tratados bilaterales firmados en Madrid, Utrecht, Baden y Rastatt entre 1713 y 1715. Un ¨®leo sobre lienzo de Adriaen Honich en que se representa al Ayuntamiento de la ciudad holandesa encarna lo que supuso dar a cada cual su lugar, y que este fuera sim¨¦trico; as¨ª, explica el comisario, se debi¨® crear una absoluta igualdad entre los espacios dedicados a las distintas partes que hab¨ªan estado en conflicto. Para los organizadores de la muestra, que forma parte de un proyecto de cooperaci¨®n cultural y cient¨ªfica financiado por el programa cultural 2007-2013 de la Comisi¨®n Europea, la mejor lecci¨®n de esta parte de la historia es que la cesi¨®n es necesaria para que existan soluciones que perduren. As¨ª, las paces de Utrecht suponen un progreso en el trabajo de la diplomacia y la aceptaci¨®n de la diversidad religiosa en el continente. Europa tras estos eventos permaneci¨® en paz 25 a?os.
El arte sirve en la Carlos de Amberes para relatar de qu¨¦ manera la propaganda tambi¨¦n se hizo protagonista del conflicto. Las campa?as de entonces se ejecutaban por medio de grabados, almanaques o retratos. Las 74 obras expuestas proceden de veinte instituciones europeas Austria, B¨¦lgica, Pa¨ªses Bajos, Suiza, Francia y Espa?a y llevan al visitante por tres partes diferenciadas. La primera secci¨®n V¨ªsperas de sucesi¨®n. La conservaci¨®n de la Monarqu¨ªa de Carlos II frente a las ambiciones del Rey Sol (1659-1700) muestra los antecedentes de la guerra y a algunos de los personajes centrales. La imagen distinguida de Carlos II gracias al aura de poder de una armadura en el ¨®leo de Juan Carre?o de Miranda del Museo del Prado nos da una nueva perspectiva del enfermizo Austria. ¡°Carlos II es un monarca que resiste, mucho m¨¢s s¨®lido de lo que lo han presentado. El sistema no languidece y la diplomacia espa?ola lo consigue sustentar¡±, asegura el profesor Garc¨ªa.
La segunda parte de la muestra La Guerra de Sucesi¨®n (1701-1710). Una herencia de intereses globales en disputa gu¨ªa al que la visita por los escenarios de cruentas batallas y la maquinaria de los poderosos al servicio de sus causas. Como por ejemplo El descanso de Jean Antoine Watteau, que retrata la retirada de las tropas francesas tras la batalla de Malplaquet de 1709, derrotadas por la Alianza compuesta por Austria, Inglaterra y Holanda. La popular canci¨®n Mambr¨² se fue a la guerra, ya que ah¨ª se dio por muerto al Duque de Marlborough, nace del cruento enfrentamiento. La tercera parte se centra en La balanza de las potencias. La b¨²squeda del equilibrio y el reparto final de la herencia espa?ola en el tablero del mundo (1711-1725): grabados que plasman las ¨²ltimas batallas del conflicto y planos que muestran la disposici¨®n de los ej¨¦rcitos, un ¨®leo de Vanvitelli con la d¨¢rsena de N¨¢poles de la Colecci¨®n Carmen Thyssen Bornemisza o grabados y medallas conmemorativas de las paces de Utrecht, Rastatt y Baden dan cuenta de los ¨²ltimos compases de la guerra.
En nombre de la paz. La Guerra de Sucesi¨®n Espa?ola y los Tratados de Madrid, Utrecht, Rastatt y Baden (1713-1715) es una exposici¨®n con un n¨²cleo central de piezas y distintas versiones que se acomodan a los espacios en los que se celebra. Desde abril a septiembre se ha mostrado en el Centraal Museum de Utrecht (Pa¨ªses Bajos); En Rastatt (Alemania), otra de las ciudades de la paz, estar¨¢ de marzo a junio de 2014. El Historisches Museum Baden (Suiza) tomar¨¢ el testigo desde septiembre de 2014 a marzo de 2015. Este proyecto hunde sus ra¨ªces en la experiencia de exposiciones anteriores por la conmemoraci¨®n de la Paz de Westfalia (el final de la guerra de Flandes) en 1998, y a las paces que vivi¨® Europa a principios del siglo XVII, realizada en 2010. Y tambi¨¦n en un programa de actividades coordinadas desde la Universidad de Utrecht que arranc¨® con una serie de seminarios internacionales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.