Ant¨®nio Lobo Antunes: ¡°Nadie escribe como yo. Tampoco yo¡±
El m¨¢s importante de los autores vivos en lengua portuguesa publica en Espa?a ¡®Sobre los r¨ªos que van¡¯ Es un trasunto literario, tierno y terrible como toda su obra, de la enfermedad que hace unos a?os le tuvo al borde de la muerte
Afuera, la tarde en Lisboa es gris y fr¨ªa, con un aguacero feo que parece no cansarse nunca de ladrar. Dentro, en su casa de barrio pobre, como ¨¦l dice, Ant¨®nio Lobo Antunes (Lisboa, 1942), rodeado de libros por todas partes, de frases de escritores anotadas en la pared, fuma sin parar, sonr¨ªe a menudo, bromea, invita a grappa y echa la ceniza, invariablemente, en la cajetilla vac¨ªa del Marlboro light. Se nota que est¨¢ contento. Hace dos a?os, el escritor portugu¨¦s, candidato eterno al Nobel y autor de un pu?ado de obras maestras por las que cualquier novelista matar¨ªa ¡ªFado Alejandrino, Esplendor de Portugal, El orden natural de las cosas, Manual de inquisidores, En el culo del mundo...¡ª recibi¨® a este corresponsal en la mesa peque?a del rinc¨®n donde se sienta a trabajar d¨ªa tras d¨ªa con el ¨¢nimo por los suelos, debido a que, seg¨²n ¨¦l, probablemente no iba a terminar ning¨²n libro m¨¢s. Desde entonces ha escrito dos novelas o, como ¨¦l dice con su sonrisa ir¨®nica, ¡°dos cosas¡±. De ah¨ª la sonrisa de quien no se concibe sino escribiendo. En Espa?a se publica ahora Sobre los r¨ªos que van (Random House), en la que narra su paso por el hospital en 2007 para operarse de un c¨¢ncer que super¨®. La experiencia, eso s¨ª, est¨¢ descrita a la manera alucinada, intensa y po¨¦tica de este escritor due?o de un universo propio. Por eso, adem¨¢s de enfermeras, m¨¦dicos, aparatos, pastillas y un paciente llamado Lobo Antunes a merced del destino y del tic-tac del reloj de la muerte, el protagonista soberano es la infancia.
Pregunta. As¨ª que acab¨® superando usted la crisis creativa.
Respuesta. Es que los comienzos de los libros son terribles. Recomenzar, recomenzar¡ A veces me entretengo escribiendo a la manera de Scott Fitzgerald o G¨®mez de la Serna o copio p¨¢ginas de otros para aprender. Copio, qu¨¦ s¨¦ yo, de Balzac. As¨ª aprendo.
P. ?Pero a¨²n necesita aprender? ?Todav¨ªa no est¨¢ seguro de su escritura?
Quiz¨¢ un libro no sea m¨¢s que una eficaz, sola y larga palabra¡±
R. Mire: yo despu¨¦s de los c¨¢nceres ya no miento. Yo s¨¦ que nadie escribe como yo. Tampoco yo. El reto es llegar cada d¨ªa m¨¢s lejos, cada d¨ªa hacerlo mejor, llegar m¨¢s cerca. Observe el teatro de Chejov: asombra que en unas pocas frases aparentemente sencillas como ¡°tengo fr¨ªo¡± o ¡°por fin he llegado¡±, pueda transmitir tanta gama de sentimientos. Todo a base de trabajo: tengo fotocopias de sus manuscritos, y est¨¢n llen¨ªsimos de correcciones.
P. En este Sobre los r¨ªos que van aparece, a la par que la enfermedad y la sombra de la muerte, la infancia. ?Por qu¨¦?
R. Mi intenci¨®n era¡ Bueno, no ten¨ªa ninguna intenci¨®n, solo que no me apetec¨ªa hablar de la muerte. Me apetec¨ªa hablar de la vida. Yo no soy cr¨ªtico, ni te¨®rico de la literatura, as¨ª que no puedo responder bien a esa pregunta. Pero tal vez sea por eso. Para m¨ª la infancia es la salud, la vida, la alegr¨ªa, la esperanza¡ Pero no s¨¦ explicarlo bien. Simplemente ten¨ªa que ser as¨ª. Cuando escribes, tienes la sensaci¨®n de que es inevitable que sea as¨ª.
P. Habla como si los libros ya estuvieran escritos antes de escribirlos¡
R. S¨ª, como estatuas enterradas en el jard¨ªn que hay que desenterrar, y luego limpiar y limpiar. Quiz¨¢ un libro sea una eficaz, sola y larga palabra.
P. Y usted, ?sali¨® distinto del hospital?
R. Segu¨ª siendo el mismo. Pero hay cosas que de repente me empezaron a gustar much¨ªsimo. El sol, por ejemplo, un d¨ªa de sol, un d¨ªa bonito, el hecho mismo de estar aqu¨ª, hablando los dos. Estar vivo es un privilegio, un azar y un privilegio. Aunque, ?Sabe lo que m¨¢s me impresion¨® del hospital?
P. ?Qu¨¦?
El espect¨¢culo de la cobard¨ªa es horrible, te reduce a un ser miserable¡±
R. La inmensa dignidad de la gente, de los enfermos de la planta de oncolog¨ªa. Todos eran pr¨ªncipes. Era un hospital del Estado, as¨ª que hab¨ªa gente pobre, port¨¢ndose con una dignidad de arist¨®cratas, con coraje, nunca les o¨ª una queja, a nadie o¨ª rogar, o pedir ¡°s¨¢lvame¡±. La gente aguantaba callada, sonriendo, salud¨¢ndote, dese¨¢ndote que mejoraras, muchos de ellos con met¨¢stasis por todas partes. Sab¨ªas que se iban a morir, y se mor¨ªan sin quejarse, sin miedo. Yo he visto a gente borrarse de miedo en la guerra. Y el espect¨¢culo de la cobard¨ªa es horrible. Vi a un teniente as¨ª: todos los oficiales le daban puntapi¨¦s y le insultaban, y el tipo no hac¨ªa otra cosa que llorar. La cobard¨ªa, f¨ªsicamente, es fea. Te reduces a un ser miserable, despojado de toda dignidad de hombre.
P. En la guerra colonial usted estuvo quince meses ?Qu¨¦ significaron?
R. No s¨¦ decirle. Quiz¨¢s usted y yo, todos, nacemos con una idea que no nos abandona nunca. Yo no tengo certidumbres, ni respuestas. S¨®lo escribo libros. Me gustar¨ªa que cambiaran el mundo, pero no van a cambiar nada. Aunque tal vez sean una compa?¨ªa, un placer para algunas gentes. Yo solo soy un chico que escribe libros y espero morir con la misma inocencia. Al fin y al cabo, somos muy inocentes. Viene un m¨¦dico, te dice que te vas a curar, que vas a mejorar, y te lo crees¡
P. En este libro dice que su madre curaba todo con una aspirina
R. ?jala estuviera mi madre con su aspirina¡.
P. ?No ha pensado alguna vez se acab¨®, ya no escribo m¨¢s?
R. Pero ?c¨®mo voy a pensar eso? Si hay tanto por escribir¡. De cualquier forma, esto quedar¨¢ en alg¨²n momento interrumpido. Definitivamente interrumpido.
P. En Portugal es muy conocido tambi¨¦n por sus cr¨®nicas en semanarios y peri¨®dicos¡
R. Eso solo lo hago porque pagan bien. A la gente le gusta porque son como piscinas para ni?os. Es imposible ahogarse. Los libros, en cambio, est¨¢n hechos para que se ahoguen. Comenc¨¦ a hacer esas cr¨®nicas junto a mi amigo Jos¨¦ Cardoso Pires, a quien extra?o mucho.
P. Siempre habla mucho de sus amigos.
R. La amistad es como el amor: instant¨¢nea y absoluta. Conoces a alguien y te conviertes en su amigo suyo de la infancia, aunque ya tengas cuarenta a?os. Para m¨ª es el sentimiento m¨¢s importante.
P. ?M¨¢s que el amor?
R. ?Y qu¨¦ es el amor? ?Usted lo sabe?
P. Bueno, yo solo soy el que hago las preguntas.
R. Qu¨¦ c¨®modo eso. ?Por qu¨¦ no cambiamos?
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