Octavio Paz o el sue?o de discutir con el Nobel mexicano
Juan Villoro y Fernando Savater abren, en el Instituto Cervantes, los homenajes por el centenario del natalicio del Nobel mexicano
El sue?o de los autores mexicanos era discutir con Octavio Paz y ver que ¨¦l les daba la raz¨®n. Esta an¨¦cdota de Juan Villloro, apuntalada por las risas del p¨²blico, sobre el intelectual y escritor mexicano retrata la figura frondosa y f¨¦rtil de uno de los autores imprescindibles e insoslayables de la segunda mitad del siglo XX en el mundo hispanohablante.
Un afortunado retrato que lleg¨® casi al final de la apertura de homenajes por el centenario del nacimiento de Octavio Paz (31 de marzo de 1914 - 19 de abril de 1998) que se realizar¨¢n este a?o en Espa?a. El Instituto Cervantes de Madrid fue el escenario de acogida, en compa?¨ªa del Centro de Estudios Mexicanos y la embajada de M¨¦xico en Espa?a. Y Juan Villoro el encargado de recordar en un rosario de an¨¦cdotas y reflexiones la figura personal, art¨ªstica e intelectual de uno de los mejores alumnos de Voltaire en su idea de discutir en p¨²blico, de una de las personas en cuya naturaleza conviv¨ªa lo intelectual y lo popular, de una de las figuras que gustaba ver el env¨¦s de las cosas y no conformarse con lo establecido para invitar a la exploraci¨®n, de un escritor que contaba todo de manera transparente, n¨ªtida, haciendo f¨¢cil lo dif¨ªcil alejado de trabalenguas filos¨®ficos, de alguien convencido de que la tolerancia no se predica sino que se practica. ¡°Un pararrayos". "Un encantado aprendiz¡±. Fueron otras instant¨¢neas del mosaico Paz realizado por Juan Villoro.
Paz fue uno de los mejores alumnos de Voltaire en su idea de discutir en p¨²blico, una de las personas en cuya naturaleza conviv¨ªa lo intelectual y lo popular, de una de las figuras que gustaba ver el env¨¦s de las cosas y no conformarse con lo establecido para invitar a la exploraci¨®n, un escritor que contaba todo de manera transparente, n¨ªtida
Fue una noche de silencio, esparcida de risas y ense?anzas ante el gran aprendizaje expres sobre el Nobel mexicano. Pero una noche que empez¨® con tristeza por el recuerdo ante la reciente muerte de Jos¨¦ Emilio Pacheco el pasado 26 de enero. Otro autor de la misma estirpe de Paz, Carlos Fuentes o Alfonso Reyes ¡°al que la lengua espa?ola debe tanto porque han contribuido a la universalidad del idioma y tenemos conciencia de su excelencia¡±, en palabras de V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, anfitri¨®n del homenaje como director de Instituto Cervantes.
Luego entr¨® en escena el alumno de Paz, un Juan Villoro que en una hora confirm¨® con su propia disertaci¨®n una de las ideas del maestro mexicano de que el presente es perpetuo, de que ¡°lo que pas¨® est¨¢ pasando¡±. Esa idea real y p¨®etica, una redundancia, de la idea del Tiempo, de c¨®mo, sin ser completamente consciente, el ser humano busca desenmara?arlo y trascenderlo, y Paz aliarse y desenmascararlo a trav¨¦s de la poes¨ªa y el ensayo. Trascender el instante. Lidiar con el tiempo y reconocer en ¨¦l el hecho po¨¦tico.
Al fin y al cabo para Paz, seg¨²n Villoro, todas las artes son poes¨ªa, desembocan en ella, porque ¡°buscan un efecto po¨¦tico, buscan la experiencia est¨¦tica¡±. Y Octavio Paz, adem¨¢s, buscaba la poes¨ªa de y en la poes¨ªa, ir al embri¨®n de ella, de esa eterna y luminosa fugacidad.
Buscar, cuestionar y preguntar. Todo eso se trenzaba en Paz para aflorar en su otra pasi¨®n, la pasi¨®n cr¨ªtica. Un escritor que, record¨® Villoro, ¡°no ped¨ªa la lectura reverencial sino de interrogaci¨®n. Cre¨ªa, adem¨¢s, que el adversario ten¨ªa derecho a una voz. Ense?¨® a respetar al otro¡±.
Para Paz todas las artes son poes¨ªa, desembocan en ella, porque ¡°buscan un efecto po¨¦tico, buscan la experiencia est¨¦tica¡±
Y segu¨ªa hablando Juan Villoro en una noche en la que iba a estar acompa?ado de Fernando Savater pero que una aerol¨ªnea espa?ola impidi¨® llegar a tiempo. Lo que iba a ser un di¨¢logo se convirti¨® en un mon¨®logo. Hasta que contactaron por tel¨¦fono con el fil¨®sofo espa?ol, mientras esperaba el equipaje en el aeropuerto de Barajas. Villoro se levant¨® de la silla, se dirigi¨® al atril donde estaba el tel¨¦fono y activado el altavoz empezaron a charlar, en medio de las risas de la gente al escuchar las peripecias de Savater por el retraso del vuelo. Pero r¨¢pidamente lleg¨® el motivo de aquel encuentro con el p¨²blico: Octavio Paz.
"No siempre es popular tener raz¨®n antes de tiempo", empez¨® recordando Villoro las palabras que un d¨ªa dijo Savater al referirse al autor de obras magistrales como El arco y la lira y El laberinto de la soledad. Coincidieron en la claridad de Paz al escribir, al denunciar incluso los totalitarismos y atrocidades como el Gulag en momentos clave y antes que nadie. Pero, curiosamente, esa luminosidad contrastaba con su lado oscuro, con su vocaci¨®n sombr¨ªa de la vida y lo irracional. "Era como el Yin y el yang", resumi¨® Savater. "A pesar de su escritura clara ten¨ªa un lado surrealista y contracultural. Esa dualidad lo relaciona a los surrealistas y a otras tradiciones art¨ªsticas e intelectuales".
Fue un di¨¢logo de breves minutos. Savater volvi¨® a buscar su maleta. Villoro a su silla, escoltado por la imagen de Paz en la pared para comentar el esp¨ªritu de aprendiz, de alegre aprendiz, que siempre acompa?¨® al maestro mexicano. "Era una figura inescapable. ?l era la plaza". Era, es, una figura tutelar. De ah¨ª el sue?o-broma que habla de que los autores mexicanos ten¨ªan sue?os en los que discut¨ªan con Octavio Paz y ¨¦l les daba la raz¨®n.
Babelia
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