La soledad es una droga

Entre una entrevista y otra, Tao Lin fuma marihuana. Un par de caladas, que tampoco se trata de estar fumado el d¨ªa de promoci¨®n. De hecho, si no lo contara ¨¦l mismo costar¨ªa suponerlo, salvo por esas ocasiones en las que se queda un rato absorto y, de repente, resuelve la pausa de reflexi¨®n con una carcajada. ¡°La marihuana me gusta mucho. Ha sustituido a las dem¨¢s drogas¡±, asegura con naturalidad el escritor (Alexandria, EE UU, 1983), a la vez que ense?a su pipa. Lo cierto es que es la ¨²nica superviviente de la criba que Lin hizo hace dos meses: fuera todas las drogas m¨¢s duras. Todas. Incluso, la cafe¨ªna. De ah¨ª que el autor ya se parezca menos a Paul, el protagonista con tintes autobiogr¨¢ficos de su nueva novela, Taip¨¦i (Alpha Decay), que se publica ahora en Espa?a.

Como su creador, Paul es un escritor de origen taiwan¨¦s afincado en Nueva York, que vuelve a casa una vez al a?o, aficionado a los estupefacientes y poco dado a la charla y a tener muchos amigos. ¡°Su mayor problema es que a los 26 a?os siente que est¨¢ repitiendo las mismas cosas: emociones, pensamientos, relaciones. Simplemente avanza, sin saber c¨®mo afrontarlo¡±, explica. El deja-vu es un enemigo que ambos comparten. Y Lin cuenta que se acaba abstrayendo de conversaciones en las que repite lo que ya dijo. En t¨¦rminos de ¨¦xito literario, en cambio, escritor y alter-ego no son comparables: Paul va camino del fracaso, mientras que Lin est¨¢ considerado a su pesar el m¨¢ximo exponente del Art Lit (ese movimiento de j¨®venes que escriben de Internet, drogas y aburrimiento) y, con tres novelas y dos libros de poes¨ªa, ya es un nombre conocido del panorama internacional.

Lo ha conseguido, al fin y al cabo, hablando de lo m¨¢s cercano que tiene: ¨¦l mismo. De ¨¦l, en cierta manera, van sus personajes. Y m¨¢s a¨²n su pr¨®ximo proyecto: una autobiograf¨ªa que narrar¨¢ su vida ¡°desde el pasado agosto¡± hasta un momento que Lin no tiene claro todav¨ªa. As¨ª como ¨¦l y su exmujer son los protagonistas de algunos de los v¨ªdeos que vende con la productora MDMA Films. Se trata, como sugiere el nombre, de grabaciones de la expareja bajo el efecto de estupefacientes. Para quien est¨¦ interesado: los v¨ªdeos cuestan 20 d¨®lares, aunque de momento los tres est¨¢n agotados. Y a Lin el experimento le ha costado unas cuantas cr¨ªticas.

¡°Vimos a gente que lo hac¨ªa en YouTube y nos pareci¨® interesante¡±, agrega espontaneo el escritor. Todo en ¨¦l parece una mezcla de sinceridad y despreocupaci¨®n. As¨ª, relata que ahora hasta su madre acepta sus adicciones. Sonr¨ªe mucho, pregunta al entrevistador, a veces parece perderse en sus pausas pero siempre acaba emergiendo con algo. Tal vez sea otro parecido con Paul: en Taip¨¦i Lin describe con minuciosidad los procesos ca¨®ticos que atraviesan la mente del personaje. Un estilo complejo que relat¨® de la manera ¡°m¨¢s legible¡± que pudo.

As¨ª tambi¨¦n opina la mitad de cr¨ªticos que le considera uno de los talentos m¨¢s interesantes de la literatura contempor¨¢nea. Hay otra mitad, sin embargo, que no le puede ni ver, y mucho menos a sus libros. ¡°Creo que en Am¨¦rica tengo mala reputaci¨®n¡±, asegura el escritor. Aunque el tatuaje en uno de sus codos revela que el sentimiento es rec¨ªproco: ¡°fuck America [que se joda Am¨¦rica]¡±.

Los dem¨¢s dibujos sobre su cuerpo son una suerte de zoo. Hay un h¨¢mster en la mu?eca derecha, tres peces en un brazo y un canguro en el otro. Tambi¨¦n hay otra frase llamativa, en la mu?eca izquierda: ¡°I'm going to die [Voy a morir]¡±. Lin dice que le sirve como trampol¨ªn al carpe diem.

Quiz¨¢s sea tambi¨¦n una manera de intentar mejorar su existencia: ¡°Estoy bien. Pero si tuviera m¨¢s amigos y estuviera m¨¢s feliz no escribir¨ªa tanto. Uno de los fines de mi escritura es alcanzar un lugar donde est¨¦ m¨¢s feliz¡±. Pausa. A saber si su mente ya est¨¢ all¨ª.