La lecci¨®n de Brasil
Christian de Portzamparc renace con el hormig¨®n en la nueva Cidade das Artes de R¨ªo de Janeiro que acaba de concluir
Puede que sea un t¨®pico decir que Brasil desnuda a los arquitectos. Sin embargo, como demostr¨® ?lvaro Siza en la Fundaci¨®n Ibere Camargo que levant¨® en Porto Alegre hace poco m¨¢s de un lustro, puede que tambi¨¦n los haga bailar. M¨¢s all¨¢ del genio del hormig¨®n que fue Niemeyer, la memoria de la contemporaneidad brasile?a se detiene en los rotundos trabajos del Pritzker Paulo Mendes da Rocha y en las propuestas socialmente transformadoras de Lele (Jo?o Filgueiras Lima) ¡ªque supieron traducir la falta de medios en contundencia expresiva¡ª. En esa memoria est¨¢ escrita tambi¨¦n la transformaci¨®n de arquitectos que, llegados de otras culturas y tradiciones, alteraron su manera de dise?ar, de construir e incluso de mirar, al desembarcar en Brasil. M¨¢s all¨¢ del caso de Siza y su trabajo m¨¢s ic¨®nico tambi¨¦n la italiana Lina Bo Bardi se transform¨® cuando lleg¨® a Brasil, en 1946, huyendo de la persecuci¨®n nazi. Como la autora del Museo de Arte de S?o Paulo, que necesit¨® saltar de la cultura burguesa a las tradiciones populares para construir en Brasil, son muchos los proyectistas que desnudan sus inmuebles, simplifican sus trabajos y ensayan otros registros al trabajar en ese pa¨ªs.
As¨ª, ha vuelto a suceder. En R¨ªo de Janeiro, en el distrito carioca de Barra de Tijuca, Christian de Portzamparc, acaba de concluir una Cidade das Artes de hormig¨®n que es poco m¨¢s que una peque?a urbe en torno a una gran terraza p¨²blica. El proyectista que, desde que obtuvo el premio en 1994 hasta que lo recibiera Nouvel en 2008, fue el ¨²nico ¡ªy con frecuencia cuestionado¡ª premio Pritzker franc¨¦s, asegura que es el entorno de ese nuevo distrito el que invita a los grandes gestos. En medio de los 14 kil¨®metros de paisaje mon¨®tono entre el mar y la Sierra Atl¨¢ntica que ocupa el vecindario, la Cidade ofrece un mirador p¨²blico sobre un parque ideado por Fernando Chacel. Portzamparc habla tambi¨¦n de un ¡°homenaje a la arquitectura brasile?a¡±, y es cierto que la desnudez, la decisi¨®n, la crudeza de los acabados y la osad¨ªa de las formas remiten a los s¨ªmbolos que los mejores arquitectos de all¨ª han sabido levantar en las ciudades de su pa¨ªs.
Tambi¨¦n lo es que, como le sucedi¨® a Bo Bardi, la implicaci¨®n de Portzamparc con Brasil no es solo profesional. Su esposa, la proyectista Elizabeth de Portzampac, naci¨® en R¨ªo de Janeiro. De modo que el aire de familia que refleja su arquitectura tiene ra¨ªces realmente familiares. Sin embargo, ?qu¨¦ lo hace posible? ?Qu¨¦ confiere fuerza a tantos inmuebles levantados en Brasil o a tantos proyectistas que aprovechan intervenciones en ese pa¨ªs para transformarse ellos mismos?
De un lado est¨¢ la escasez de medios: una industria poco desarrollada y presupuestos ajustados. Ese factor est¨¢ en el origen de un cierto brutalismo que imprime contundencia a tantos inmuebles. De otro, habla el clima. Soluciones como espacios abiertos, celos¨ªas, patios y grandes ventanales resultan en una arquitectura aireada que puede prescindir de cierres herm¨¦ticos para conseguir aislamiento (del calor) con elementos estructurales. Finalmente habla la juventud, el tanto por hacer del pa¨ªs, y, desde esa perspectiva, la necesidad de marcar el territorio con s¨ªmbolos, con iconos, con edificios que expliquen hasta d¨®nde puede llegar la arquitectura en un pa¨ªs de geograf¨ªa tan generosa como aparentemente infinita.
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