Carlos Labb¨¦: ¡°El escritor tiene que ser un hacker de la palabra¡±
El autor chileno, confeso amante de los videojuegos, ataca la uniformidad ideol¨®gica del medio en su ¨²ltima novela
Todo empez¨® en 2003, con una voz que no era la del escritor Carlos Labb¨¦. Alma, una ni?a noruega exiliada a Ays¨¦n, la Patagonia chilena. Una ni?a que vive en el bosque experimenta su encuentro con el sexo, la violencia, el horror... Una ni?a que llena un blog con el vac¨ªo que la realidad le ha legado: ¡°Mi pap¨¢ me empuj¨® tan fuerte que ca¨ª con las piernas abiertas en medio de la alfombra, donde quedaron algunas manchas de sangre. Despu¨¦s de los alaridos mi pap¨¢ se fue a llorar al ba?o[¡]. Yo me re¨ª en su cara¡±.
Esa voz se mezcla con muchas otras, en un collage literario en el que cabe la reflexi¨®n sobre S¨®crates y Her¨®doto, un inquietante videojuego dise?ado por la joven Alma o las notas de un profesor en un campus de Nueva Jersey en el coraz¨®n de una exuberante naturaleza. Un profesor que es Carlos Labb¨¦ (Santiago de Chile, 1977), la voz de todas las voces que arma el puzle de su cuarta novela: Piezas secretas contra el mundo (Perif¨¦rica). Un autor que busca ser ¡°hacker de la palabra¡±, militante de una literatura inconformista y enchufada al presente porque la b¨²squeda de la armon¨ªa est¨¢ ¡°totalmente muerta¡±. ¡°Hay que aspirar a la revoluci¨®n contra el corporativismo¡±.
Su ¨²ltimo trabajo parte de una pasi¨®n agridulce: el amor y desamor que siente por los videojuegos: ¡°He querido escribir una novela de hip¨®tesis. Hacer una cr¨ªtica al pensamiento uniforme de los videojuegos¡±. A Labb¨¦ no le tiembla la voz al tildar el videojuego de ¡°medio art¨ªstico¡±, de veh¨ªculo de expresi¨®n con una ¡°tremenda potencia¡±, pero que ha ca¨ªdo en manos de una industria que impone una ¡°ideolog¨ªa perversa¡±, llena de t¨®picos machistas, con un ¡°modus operandi basado en la violencia¡± y con una paradoja conceptual: ¡°A pesar de ser un medio que ofrece una supuesta libertad al jugador, cae en una visi¨®n del mundo un¨ªvoca y reaccionaria, que anula cualquier otra¡±.
Labb¨¦ lleva la literatura al videojuego hasta sus ¨²ltimas consecuencias. No hay cap¨ªtulos, sino niveles, y la ¨²ltima p¨¢gina de cada uno activa una encrucijada que orquesta el autor demiurgo, como reflejan estas elecciones al final de uno de ellos:
¡°Si para usted ¡ªen suma¡ª ella es la m¨¢quina, entonces tiene que ir a la nota quinta, en la P?GINA SIGUIENTE¡±.
¡°Si esta posibilidad le parece fuera de toda l¨®gica inform¨¢tica y humana, debe continuar a la nota novena de la P?GINA 126¡±.
M¨¢s all¨¢ del juego literario con ecos de Rayuela, el tratamiento de la prosa y del tiempo narrativo tambi¨¦n obedece a la hip¨®tesis de cr¨ªtica a los juegos. La primera debe sus ep¨ªtetos al tacto, a esa textura y forma que se ve pero no se toca en el universo del videojuego: ¡°Nos acordamos de que las cosas tienen una forma definida contra la luz, de que el aire trae resonancia, silencio, ruido, canto, separaci¨®n, frescura, perspectiva, lejan¨ªa, profundidad, sombra¡±. El segundo es multipolar, compartimentos estancos dentro del mosaico que deben suceder en su propia temporalidad como islas cronol¨®gicas. ¡°Que cada voz tenga su tiempo y cada tiempo sea r¨ªgido ten¨ªa que ver con diferenciar claramente los tiempos en que cada una suced¨ªan¡±, explica Labb¨¦. ¡°Y no ofrecer una linealidad en el tiempo o valerse de ponerle una fecha concreta a cada voz, que hubiera sido otra estrategia¡±.
Labb¨¦ reconoce que su novela es profundamente pesimista. Pero para ¨¦l existe esperanza en la literatura y el arte, una esperanza que fija un camino inverso al de las vanguardias del siglo XX para las del siglo XXI. "Hay que olvidarse del individualismo y volver a lo colectivo. Creo que la novela colectiva, la vuelta a la comunidad, es el camino". El novelista piensa que esta senda se abrir¨¢ tambi¨¦n en los videojuegos, gracias a los indie games. ¡°Como pas¨® en el cine con la Nouvelle Vague o en Chile con las pel¨ªculas pol¨ªticas, tienen que dinamitar el corporativismo¡±. Hackers del arte. De la palabra y del joystick.
Babelia
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