Jorge M. Reverte: ¡°La novela hist¨®rica me da repel¨²s¡±
El autor biograf¨ªa la historia de Bill Aalto, comunista y homosexual combatiente en la Guerra Civil El neoyorquino lider¨® el comando que liber¨® a 300 republicanos en una prisi¨®n de Granada
Buceando en Internet sobre la Guerra Civil, el escritor Jorge M. Reverte (Madrid, 1948), autor de la exitosa La batalla del Ebro y La ca¨ªda de Catalu?a, descubri¨® a un neoyorquino de origen finland¨¦s, de dos metros de alto, comunista, homosexual y miembro de la brigada Abraham Lincoln en la contienda espa?ola. Bill Aalto (1916-1958) no lleg¨® a luchar en las trincheras, su especialidad ¡ªforjada en los a?os de peleas con polic¨ªas y esquiroles en la Gran Depresi¨®n¡ª fueron los sabotajes y aventuras guerrilleras como la del fuerte de Carchuna, el 23 de mayo de 1938.
"Me pareci¨® una haza?a memorable, Carchuna es un episodio poco conocido, con los ingredientes de una pel¨ªcula". Reverte se refiere a lo ocurrido en el castillo del municipio granadino de Motril que serv¨ªa de c¨¢rcel para unos 300 combatientes republicanos. "Aalto fue el jefe del comando de unos 30 guerrilleros que, tras un desembarco nocturno, asalt¨® el fuerte y liber¨® a los prisioneros". Reverte tir¨® del hilo de este personaje y se top¨® con otro momento novelesco de su vida. En el verano de 1949, un Aalto borracho y con un cuchillo enorme en la mano persigue a su amante, el poeta James Schuyler, en la casa en Ischia (Italia) de un amigo com¨²n, el tambi¨¦n escritor Wystan Hugh Auden. El que hubiera una mesa de cocina por medio salv¨® la vida a Schuyler y aquel episodio confirm¨® a Reverte que Aalto "ten¨ªa el libro" que ahora ha visto la luz: Guerreros y traidores (Galaxia Gutenberg).
"Es una biograf¨ªa, no una novela hist¨®rica", subraya. "He mantenido una disciplina enorme para no mezclar la invenci¨®n con los datos. El libro lo he vivido casi como un reportaje period¨ªstico. La novela hist¨®rica me da repel¨²s, es un g¨¦nero que, salvo escasas excepciones, y no s¨¦ si me acuerdo de alguna [risas], no me provoca el menor placer". No fue f¨¢cil para este periodista e historiador seguir el rastro de Aalto, al que ha dedicado un a?o. "Estuve a punto de dejarlo varias veces porque no hab¨ªa mucha informaci¨®n y no quer¨ªa inventarme nada. Sin embargo, gracias a varias universidades estadounidenses encontr¨¦ biograf¨ªas de su amigo Auden que detallan momentos con Aalto y Schuyler". Esta pareja se hab¨ªa conocido en un bar de mala muerte cerca de la estaci¨®n Central de Nueva York. Adem¨¢s, Schuyler dej¨® escrito un poema sobre su tormentosa relaci¨®n. "Tambi¨¦n me ayudaron los textos de un escritor gastron¨®mico, Richard Olney, porque Aalto fue su cicerone en los bistrots parisienses".
Lo que s¨ª es sabido es que los guerrilleros como este neoyorquino de El Bronx "entraron mucho en contacto con los campesinos, los necesitaban porque conoc¨ªan el terreno". "Aalto estuvo sobre todo en Andaluc¨ªa, quiz¨¢s por eso le gustaba el flamenco y hasta interpretaba canciones espa?olas. Imag¨ªnatelo", dice Reverte, que achina sus ojos azules como si estuviera viendo a aquel tallo gritando "?ol¨¦!".
El puente de Albarrac¨ªn
Adem¨¢s de los hechos de Carchuna, Reverte destaca el protagonismo del estadounidense en la voladura del puente de Albarrac¨ªn, el 14 de diciembre de 1937, junto a su amigo Irving Goff. "Fue una acci¨®n que prolog¨® la batalla de Teruel y sirvi¨® a Hemingway para inspirarse en Por qui¨¦n doblan las campanas". Goff, "el adonis de Coney Island", es otro tipo que fascina a Reverte. "Empez¨® peleando en la calle con los sindicatos, vino a la Guerra Civil, luch¨® en la Segunda Guerra Mundial... Era de una pieza, de los que no duda. Un macho que, sin embargo, denunci¨® a su amigo Aalto al Partido Comunista de EE UU cuando este le confes¨® su homosexualidad". Reverte s¨ª conoci¨® en persona a otro gran personaje del libro, Milton Wolff, ¨²ltimo jefe de la Brigada Abraham Lincoln. Fue hace a?os en un homenaje a los brigadistas en Rivas (Madrid). "Era muy alto, ten¨ªa casi 90 a?os y todav¨ªa se pon¨ªa loco cuando pasaba una chica guapa".
Aalto acab¨® como un bebedor violento, "un personaje tr¨¢gico, frustrado por no volver a la guerra"
Aunque pueda parecerlo, Guerreros y traidores no es un homenaje a los brigadistas. "S¨ª hay cierta fascinaci¨®n por estos j¨®venes generosos pero tambi¨¦n hay una desmitificaci¨®n. Eran, a la vez, disciplinados comunistas, tanto que algunos se convirtieron en psic¨®patas que persegu¨ªan a sus camaradas. No vinieron a Espa?a enga?ados, quer¨ªan luchar contra el fascismo y sufrieron muchas bajas, estuvieron en primera l¨ªnea en el Jarama, Brunete, Teruel, el Ebro...". En sus filas hab¨ªa obreros y escritores, un hermanamiento de clases que hab¨ªa comenzado en las calles de urbes estadounidenses en los a?os treinta y "lleg¨® a su culminaci¨®n en la guerra espa?ola".
Cuando los brigadistas regresaron a EE UU, "se convirtieron en traidores" a su causa porque la mayor¨ªa mir¨® para otro lado tras el acuerdo entre Hitler y Stalin. "Solo cuando Alemania invade la Uni¨®n Sovi¨¦tica consideran que Estados Unidos debe entrar en el conflicto. Hasta entonces dec¨ªan que era un lucha entre imperialismos". Los amigos de Aalto volvieron a Europa, reclutados por los servicios secretos como guerrilleros para infiltrarse en las filas nazis. A ¨¦l le discriminaron por su descubierta homosexualidad y tuvo que conformarse con ser el instructor que ense?aba a los aspirantes a guerrilleros.
El ¨²ltimo acto de Guerreros y traidores es un descenso a los infiernos. Aalto se ha convertido en un bebedor violento, "un personaje tr¨¢gico, frustrado por no volver a la guerra y por no convertirse en poeta, como la mayor¨ªa de sus amigos". "Viaj¨® por Europa, donde ¨¦l y otros escritores compraban el amor de jovencitos por un paquete de cigarrillos", explica Reverte. En EE UU hab¨ªa comenzado la caza de brujas y el FBI le acosaba para que cantase los nombres de sus camaradas comunistas, aquellos que le hab¨ªan delatado al partido y marginado por gay. Aalto prefiri¨® ser ¨ªntegro y callar, qui¨¦n sabe si porque intu¨ªa que no le quedaba mucho.
Babelia
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