Ayunar para que te aplaudan
El absurdo de ¡®Un artista del hambre¡¯, mon¨®logo basado en un relato de Kafka, teje extra?os ecos con la realidad actual
La escena a media luz tiene un eco escalofriante hoy tambi¨¦n, aunque sea kafkiana, aunque sea absurda; o quiz¨¢ precisamente por eso. El artista del hambre, que ha hecho del ayuno profesional su forma de vida, se pasea por la jaula invisible en que se ha convertido el escenario del Teatro Guindalera de Madrid. El actor Juan Ceacero da vida a este hombre cuya piel pegada a los huesos es un espect¨¢culo, y en un poderoso mon¨®logo de una hora recorre el texto escrito por Franz Kafka en 1922 ¨Cel relato no vio la luz hasta 1924, ya muerto el escritor-. Es la historia del que podr¨ªa ser un personaje contempor¨¢neo de reality show. Primero, explotado; despu¨¦s, una vez que las im¨¢genes saturan y dejan de alucinar, olvidado.
Un artista del hambre, dirigido por el dramaturgo Luis d¡¯Ors y que estar¨¢ sobre las tablas de Guindalera hasta el 23 de febrero s¨¢bados y domingos, es as¨ª el incre¨ªble relato de un ser humano ¡°enamorado de su hambre¡± que ha hecho de no comer un arte que muestra al mundo por cuarenta d¨ªas, como un animal de circo. Sujeto a la observaci¨®n constante de vigilantes negligentes, aun as¨ª, vive marginado porque hay algo que no termina de encajar en lo que hace, que se tergiversa, cuya verdad no se cree. Su fe es total, pero no la de los espectadores que terminan por acostumbrarse a su escu¨¢lida presencia, que exhibe al final de sus d¨ªas en una jaula al lado de las cuadras.
D'Ors afirma que admira de Kafka que "muerde en carne cada vez que coge la pluma¡±, en una obra la suya plagada de ¡°so?adores que necesitan mentirse con tal de vivir sus sue?os¡±. El uso del espacio es una de las obsesiones de este director y as¨ª lo prueba en este mon¨®logo que se sujeta en la austeridad de una mesa, una silla y una l¨¢mpara, una chaqueta con vida propia, con la m¨²sica circense que reproduce Juan Ceacero para despu¨¦s dar m¨¢s cabida a su voz y al silencio de esta sala de apenas setenta butacas, que fue fundada por Juan Pastor y Teresa Valent¨ªn-Gamazo al servicio de la experiencia ¨ªntima de la obra teatral. Ceacero (?beda, Ja¨¦n, 1983) construye de manera intensa el escenario, con su actuaci¨®n y con su dibujo del espacio por gestos que relatan la tragedia de no lograr trascender. ¡°Tiendo a sobre-mover a los actores y llenarlos de juegos f¨ªsicos¡±, explica d¡¯Ors del m¨¦todo con el que ataca las obras.
¡°Este ha sido un di¨¢logo a tres bandas, entre Luis y yo, y con Kakfa. Nos enamoramos del texto y a partir de ah¨ª sigue como proceso de creaci¨®n abierto¡±, cuenta Ceacero de una obra en la que ¨¦l va cambiando en su persona de narrador, a artista del hambre, a dar voz al empresario, al p¨²blico, al director de orquesta¡ en la que corre para trazar el espacio escenogr¨¢fico y transmitir la angustia de la falta de salida, y recrea un universo de fantasmagor¨ªa a trav¨¦s del polvo que atraviesa el aire en otros momentos de la obra. Para los ensayos, director y actor, que han trabajado juntos en siete ocasiones, se basaron en fotograf¨ªas de la ¨¦poca con tal de recrear esa ¡°literatura fant¨¢stica en su vertiente cotidiana¡± que recuerda d¡¯Ors y que marca la obra de Kafka.
Un artista del hambre termina pisando las tablas de la realidad m¨¢s distorsionada. Como la de las pantallas. As¨ª lo explic¨® Ceacero en la charla posterior al estreno de la obra: ¡°Al hacer de la realidad un espect¨¢culo esta se deforma, ese se?or desaparece en esa jaula porque no es real lo que ocurre¡¡±. La realidad ya no merece su nombre tambi¨¦n en 2014 o quiz¨¢ deba llevar prendido el adjetivo de kafkiana.
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