El auge festivalero
Am¨¦rica Latina se prepara para recibir, como pocas veces sucedi¨®, un primer semestre sacudido por los grandes eventos musicales
El ¨²ltimo fin de semana de febrero, la versi¨®n argentina del Ultra Music Festival, pasarela de tendencias de la electr¨®nica concebida en 1999 en Miami, dar¨¢ comienzo a la temporada de las macro concentraciones musicales en la naci¨®n sudamericana.
La hoy gran vitrina del EDM, desembarca por tercera vez consecutiva en Buenos Aires, plaza por excelencia de la cultura clubera sudamericana (al punto de que all¨ª se celebra desde hace 13 a?osel Festival Creamfields m¨¢s veterano del mundo, despu¨¦s de la matriz de Liverpool).
Sucede al final del verano austral. En esa ¨¦poca en la que la mayor¨ªa de los espect¨¢culos masivos no s¨®lo estaban dise?ados en funci¨®n a la idiosincrasia veraniega, sino que se desarrollaban en las principales ciudades con playa.
Pero el auge festivalero global que se desat¨® en los 2000 estableci¨® un cambio de paradigma en la forma de comprender la m¨²sica como negocio en la industria del entretenimiento de Am¨¦rica Latina, a tal instancia que la agenda de los shows locales ahora la imponen los principales eventos de Europa.
Si bien Argentina, Brasil y Chile, b¨¢sicamente por su cercan¨ªa geogr¨¢fica, desplegaron a finales de los ochenta todo un aparato de producci¨®n de grandes conciertos en estadios y festivales para recibir a los artistas internacionales, conocido informalmente como el "ABC", circuito que se consolid¨® en los noventa, las crisis pol¨ªticas, sociales y econ¨®micas hicieron estragos en los dos primeros pa¨ªses en la? siguiente d¨¦cada (de hecho, el ¨²ltimo Rock in Rio que se hizo en Brasil, antes de mudarse a Lisboa en 2004, se realiz¨® en 2001), lo que provoc¨® una sequ¨ªa de eventos protagonizados por exponentes for¨¢neos.
As¨ª que, sobre todo la naci¨®n rioplatense, potencia en la industria musical de la regi¨®n, debi¨® ajustarse los pantalones, y repolinizar su tradici¨®n festivalera de la misma forma que sucedi¨® en los setenta: mirando hacia adentro. Esto permiti¨® que muchos art¨ªfices, algunos de ellos con 15 a?os de trayectoria, brincaran inesperadamente al estrellato. Lo que ayud¨® a allanar el camino hasta que a mediados de la d¨¦cada se perfil¨® el actual auge de encuentros musicales masivos.
?Luego de que la temporada de conciertos internacionales fijara residencia en el Cono Sur en el segundo semestre del a?o, tras el agite del verano europeo, las concentraciones sonoras multitudinarias dedicadas a la cultura rock, pop y electr¨®nica hab¨ªan alcanzado de vuelta su pico de convocatoria. Esto, sumado a las secuelas de las crisis de principios de d¨¦cada de la regi¨®n, que indujo a que las grandes ciudades mantuvieran su din¨¢mica a raz¨®n del costo que significaba salir de vacaciones a otro lugar, impuls¨® a las productoras y esponsors (especialmente empresas de telecomunicaci¨®n o marcas de bebidas gaseosas y alcoh¨®licas), a apostar e invertir en la realizaci¨®n de fiestas y festivales a partir de febrero en las capitales y principales centros urbanos del pa¨ªs. Lo que termin¨® de definir un mapa festivalero constituido por cuatro modelos: los que suelen explotar el nombre de la compa?¨ªa patrocinante, los de capital estatal o los que el Estado o el gobierno provincial es copart¨ªcipe, los festivales importados, y los encuentros musicales ya tradicionales organizados por instituciones sin fines de lucro, entes privados o particulares.
El Ultra Music Festival, que se desarrollar¨¢ simult¨¢neamente en Argentina y Chile, y por el que pasar¨¢n capos de la electr¨®nica de la talla del alem¨¢n Paul van Dyk o del holand¨¦s Ti?sto, al igual que figuras contempor¨¢neas del calibre de Steve Aoki y Hardwell, se realizar¨¢ en Argentina al mismo tiempo que cierra su gira por el pa¨ªs, en la ciudad de Corrientes, el Personal Fest. Basti¨®n festivalero de una hom¨®nima empresa de telefon¨ªa celular, este evento, concebido en 2004 a manera de crossover de artistas del mainstream y del indie mundial, en esta oportunidad brinda una versi¨®n veraniega compuesta por exponentes locales como Babas¨®nicos, Los Cafres, Tan Bi¨®nica, Miranda e Illya Kuryaki and the Valderramas. D¨ªas m¨¢s tarde, entre el 1 y el 3 de marzo, en las sierras de la provincia de C¨®rdoba, Cosqu¨ªn Rock celebrar¨¢ su d¨¦cimo cuarto episodio. Heredero de la tradici¨®n de los grandes encuentros musicales argentinos, este espect¨¢culo, am¨¦n de que es el ¨²nico fuera de la ¨®rbita de Buenos Aires que se gan¨® un lugar referencial en la actividad recitalera anual, logr¨® imponer su nombre por encima del de sus esponsors.
Term¨®metro de la resistencia al recambio generacional del rock argentino, al presentar al cada vez m¨¢s p¨¢lido mainstream nacional, Cosqu¨ªn Rock, que convoc¨® a 120 mil personas en su edici¨®n pasada, esta vez repetir¨¢, nuevamente, a los mismos 100 artistas de siempre: Charly Garc¨ªa, Ciro y Los Persas, Las Pelotas¡ Todo lo contrario al porte?o Ciudad Emergente, realizado desde 2008 por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en junio, en el Centro Cultural Recoleta. Lo que s¨ª ser¨¢ la gran novedad en la Argentina en 2014 ser¨¢ el debut del Lollapalooza, el 1 y 2 de abril, en el Hip¨®dromo de San Isidro, ubicado en el Norte del Gran Buenos Aires. Incluso el propio Perry Farrell, creador del festival que desde 2011 tiene su epicentro en la ciudad de Chicago, estuvo en la capital sudamericana, en noviembre ¨²ltimo, para hacer el anuncio oficial. ¡°Siempre me dec¨ªan que deb¨ªa hacerlo en Argentina, pero necesitaba encontrar a la gente adecuada¡±, explic¨® el tambi¨¦n l¨ªder del grupo Jane¡¯s Addiction. ¡°Va a funcionar muy bien¡±. M¨¢s vale que as¨ª suceda, pues la asistencia est¨¢ garantizada: la segunda etapa de la preventa se agot¨® el 4 de febrero.
La llegada del Lollapalooza a Sudam¨¦rica fue gracias a una acci¨®n chilena. Sebasti¨¢n de la Barra, Mat¨ªas Awad y Maximiliano del R¨ªo, de la productora Lotus, se le acercaron a Farrell, en 2010, a trav¨¦s de un amigo en com¨²n, en Los ?ngeles, con ilusi¨®n, pero sin la convicci¨®n de que el artista neoyorquino aceptara su propuesta de llevar por primera vez su festival a otro pa¨ªs. Para sorpresa de la terna, el performer? no dud¨® en decir que s¨ª. As¨ª que luego de tres ediciones, el evento se dispers¨® por la regi¨®n, y la iniciativa situ¨® a Chile en la cresta de la ola de la producci¨®n de festivales en Am¨¦rica Latina, incluso por encima de Argentina y Brasil, lo que, amparado por el buen momento que atraviesa el pop independiente de esa naci¨®n, respald¨® a otros espect¨¢culos masivos como Maquinaria Fest (este emprendimiento nacional fue exportado a Argentina, Brasil, Paraguay y M¨¦xico), Primavera Fauna, y la adaptaci¨®n local del encuentro electr¨®nico holand¨¦s Mysteryland. Todos ellos consumados entre noviembre y diciembre.
?Poco despu¨¦s de la incursi¨®n en Chile, el 29 y 30 de marzo en el Parque O¡¯Higgins de Santiago, el Lollapalooza, se estrenar¨¢ asimismo, aparte de Argentina, en Brasil, aunque el 5 y 6 de abril, en el Aut¨®dromo de Intergalos, de S?o Paulo. No obstante, a diferencia de las dos primeras escalas, que tendr¨¢n como cabeza de cartel a Red Hot Chili Peppers, Arcade Fire, Soundgarden y Nine Inch Nails, en la edici¨®n paulistana Muse reemplazar¨¢ a la agrupaci¨®n tristemente c¨¦lebre por su playback en el ¨²ltimo Super Bowl. Pero antes de que Brasil y Croacia levanten el tel¨®n del inminente Mundial que organizar¨¢ el Gigante Amaz¨®nico, el pr¨®ximo 12 de junio, y luego de que se sucedieran la tercera Creamfields brasile?a, en Florian¨®polis, y el MECA Festival, en Porto Alegre, ambos en la conclusi¨®n de enero, la ciudad de Recife recibir¨¢ un nuevo cap¨ªtulo del Abril Pro Rock, el 25 de abril, con Kataklysm y Sebadoh, entre los mayores atractivos de esta ceremonia del rock creada en 1993. Al que le secundar¨¢ la Virada Cultural, en las calles de S?o Paulo, el 17 y 18 de mayo.
Gracias a Rock in Rio, que este a?o se realizar¨¢ en setiembre en R¨ªo de Janeiro, al tiempo que se anunci¨® que no se har¨¢ en Madrid, y se cancel¨® su tan anunciado estreno en Buenos Aires, Brasil se convirti¨® en el ¨²nico pa¨ªs latinoamericano que logr¨® exportar un gran festival propio. Y es que, a contramano del resto de los encuentros musicales masivos de la regi¨®n, la ambiciosa iniciativa puesta en marcha en 1985, cuyo legado emularon en a?os reciente eventos como el paulistano Planeta Terra Festival, pudo definir un formato apetecible para p¨²blico y mercado. Pese a que en Sudam¨¦rica abundan iniciativas mareketineables entre las que destacan el caraque?o Festival Nueva Bandas, el encuentro latinoamericano de rock m¨¢s antiguo, con 22 ediciones, que se torn¨® en la vitrina por excelencia de la emergencia musical de la naci¨®n bolivariana, y el bogotano Rock al Parque, emprendimiento del gobierno local (al punto de que es una ficha pol¨ªtica para los aspirantes a la Alcald¨ªa capitalina) de entrada gratuita, y cuyos 18 episodios lo transformaron en una de las principales palestras de la escena continental.
A pesar de que Rock al Parque, realizado en la transici¨®n de junio a julio, es una de las citas obligada del rock latinoamericano, se trata de una actividad b¨¢sicamente para el disfrute de los colombianos. Sucede que, en contraste con Europa, las distancias entre las capitales son tan extensas que es b¨¢sicamente un lujo poder viajar para ver otros festivales. Por lo que, sopesado aparte por la inflaci¨®n que nos a¨²na, y la carencia de una pol¨ªtica cultural que transforme a estos eventos en atractivos para el turismo, muchos prefieren, incluso porque es hasta m¨¢s econ¨®mico, cruzar el charco para disfrutar del espa?ol Primavera Sound, del ingl¨¦s Glastonbury o del alem¨¢n Fusion. Aunque la realidad, a manera de paradoja, es que los encuentros musicales masivos europeos son desconocidos en el imaginario colectivo local, o fallaron en su intento de posicionarse en Latinoam¨¦rica, como fue el caso del S¨®nar (la Creamfields fue quiz¨¢ la excepci¨®n), en contraposici¨®n a espect¨¢culos estadounidenses de la envergadura del Latin Alternative Music Conference, del South By Southwest o de Coachella, que desde 2001, tras la incursi¨®n de Nortec Collective, no s¨®lo alberg¨® a exponentes mexicanos, sino que le abri¨® la puerta a Am¨¦rica Latina.
Al igual que el Lollaplooza chileno, la otra receta a seguir para los festivales latinoamericanos es la del mexicano Vive Latino. Organizado desde 1998 por la productora de eventos Ocesa, en Foro Sol del DF, su programaci¨®n pas¨® de centrarse en artistas latinoamericanos a reunir un cartel que combina lo mejor de esa escena con las principales referencias musicales de lo que sucede en el indie y en general en el rock mundial. De manera que se convirti¨® en una gran plataforma para impulsar a los artistas y sellos nacionales, al tiempo que introdujo a M¨¦xico en una realidad de la que era ajena, as¨ª como en un circuito internacional. Por lo que potenci¨® a todo un movimiento. En su decima cuarta realizaci¨®n, que se llevar¨¢ a cabo entre el 27 y 30 de marzo, un centenar de actos, de los que sobresalen Primal Scream, Diplo, Of Montreal, Arcade Fire, Ana Tijoux, Calle 13, La Ley y Julieta Venegas, amenizar¨¢n a una de las ¨¦pocas m¨¢s esperadas por el p¨²blico local. Lo que servir¨¢ de previa para un evento debutante a mediados de marzo (15 y 16 en el Aut¨®dromo Hermanos Rodr¨ªguez): Electric Daisy Carnival: el archirrival del UMF. Mucha mierda.
Babelia
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