Primavera
A estas alturas, si queda alguien que ignora la grandeza del siglo XIX ruso es porque quiz¨¢ tuvo terror a las traducciones
Recal¨® d¨ªa atr¨¢s en Madrid, durante el Festival de Oto?o a Primavera, una compa?¨ªa teatral de Riga que present¨® una versi¨®n del cl¨¢sico de Alexander Pushkin, Eugenio Oneguin. Me sorprendi¨®, para bien, ese ir m¨¢s all¨¢ de la representaci¨®n del texto. Porque lo que la compa?¨ªa letona, dirigida por Alvis Hermanis, propon¨ªa con su Onegin, subtitulado Comentarios, era precisamente un ejemplar ejercicio de comprensi¨®n y didactismo. No hay nada peor en el placer del arte que toparte con que el esfuerzo did¨¢ctico se meriende la diversi¨®n. Suele ser una torpeza, que aleja al espectador del goce con un tufo insoportable a lecci¨®n plomiza. Pasa mucho en la televisi¨®n, donde se confunde toda propuesta cultural con el tono de monserga y lo formativo con la vocaci¨®n de tabarra.
Pero en el escenario reducido a un pasillo en el que se acumulaban los muebles de un sal¨®n con librer¨ªa y un dormitorio de dos camas, los actores repararon lagunas imprescindibles para disfrutar del texto. Y lo hac¨ªan con un humor, con esa nostalgia de la clase inolvidable donde un profesor te hizo re¨ªr y por tanto aprender. Completaban los sucesos de la trama con una luz sobre la vida y costumbres de la ¨¦poca, con el relato de la peripecia del autor, sus contradicciones y la incre¨ªble capacidad de la gran ficci¨®n para contar mucho mejor su tiempo que cualquier libro de historia.
A estas alturas, si queda alguien que ignora la grandeza del siglo XIX ruso es porque quiz¨¢ tuvo terror a las traducciones o pereza ante un poema rom¨¢ntico y desatado como el de Pushkin. Pero eso tambi¨¦n se cura viajando, en este caso viajando por los libros, aunque sea a tropezones y en raptos de entusiasmo. Es imposible que un libro tan inabarcable quepa en una representaci¨®n teatral, pero se agradece el camino delicioso para reparar a los cl¨¢sicos de los agujeros del tiempo. Esta combinaci¨®n de teatro y comentario recupera la primavera que hay oculta bajo el oto?o posado sobre los viejos textos. Siempre quedar¨¢ correr de nuevo a las p¨¢ginas inmortales, donde se resume la ambici¨®n del poeta en nada m¨¢s que el olvido de las tormentas del mundo y la grata conversaci¨®n con los amigos.
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