Italo Calvino, al galope del hipogrifo
La narraci¨®n del escritor italiano sobre el ¡°Orlando furioso¡± de Ariosto permite volver sobre un cl¨¢sico en la versi¨®n de un autor imprescindible
¡°El [Orlando] Furioso es un libro ¨²nico en su g¨¦nero y puede ¨Ccasi dir¨ªa que debe- ser le¨ªdo sin referencia a ning¨²n libro precedente ni posterior; es un universo en s¨ª en el que es posible viajar a lo largo y a lo ancho, entrar, salir, extraviarse¡±. Esta esclarecedora afirmaci¨®n de Italo Calvino en la presentaci¨®n (verdadero y erudito estudio preliminar) de su?Orlando furioso narrado en prosa del poema de Ludovico Ariosto, editado ahora como el volumen 32 de la Biblioteca Calvino de la Editorial Siruela (Madrid, 2014), pone en situaci¨®n al lector sobre esa monumental obra l¨ªrica. La traducci¨®n del italiano es la ya conocida de Aurora Bern¨¢rdez y Mario Muchnik, mientras todos los fragmentos de versos originales de Ariosto incluidos en el texto proceden de la traducci¨®n al castellano de Juan de la Pezuela, publicada en 1883, y seg¨²n una nota previa de Siruela, fue una elecci¨®n aprobada por el propio Italo Calvino; la misma nota aclara que la presente edici¨®n contiene materiales ausentes de la primera italiana (Einaudi). El Orlando furioso de Ariosto no solamente era la obra preferida y de cabecera de Calvino, sino que con el tiempo se convirti¨® en una especie de obsesi¨®n creativa y referencial. Probablemente encontraba en el monumental poema v¨ªnculos, vasos comunicantes secretos, ligazones m¨¢gicas con su propio imaginario y que pueden rastrearse en el resto de la obra de este prol¨ªfico, sorprendente y no pocas veces enigm¨¢tico escritor, sin duda, uno de los grandes del siglo XX. Adentrarse en el?Orlando furioso m¨¢s que como un intruso pareciendo un reverente asombrado, hace del texto de Calvino una experiencia que puede compaginarse con la lectura del original de Ariosto, y que pueden emprenderse antes o despu¨¦s de hincarle el diente al original, tarea compleja y que tiene sus riesgos. Otras palabras de Calvino (que a la vez se recogen en las tapas de esta cuidada edici¨®n) acerca de Ariosto colocan al nuevo lector en la senda trillada: ¡°El poema sale de s¨ª mismo, se define por medio de sus destinatarios; y a su vez es el poema mismo que sirve como definici¨®n o emblema de la sociedad de sus lectores presentes y futuros, de la totalidad de las personas que participaron en su juego y que en ¨¦l se reconocer¨¢n¡±.
En la prosa de Calvino hay una subyacente poes¨ªa propia que si bien tiene su fuente troncal en las octavas de Ariosto, va m¨¢s all¨¢, acerca al lector moderno a un teatro paralelo y quiz¨¢s atemporal, como el que dibujan y sellan gr¨¢ficamente las ilustraciones de Gustavo Dor¨¦
Paladines enamorados, reyes guerreros, doncellas encantadas por fuentes m¨¢gicas, encuentros fant¨¢sticos, florestas animadas por ninfas evanescentes y animales m¨ªticos transitan casi coreogr¨¢ficamente por la narraci¨®n de Calvino, y a la vez, puede recordarse que hay un antecedente parcial a Calvino (y que probablemente conoc¨ªa) que es la versi¨®n en prosa de Francisco de Orellana, tambi¨¦n editada en 1883, como la traducci¨®n de Juan de la Pezuela. En la prosa de Calvino hay una subyacente poes¨ªa propia que si bien tiene su fuente troncal en las octavas de Ariosto, va m¨¢s all¨¢, acerca al lector moderno a un teatro paralelo y quiz¨¢s atemporal, como el que dibujan y sellan gr¨¢ficamente las ilustraciones de Gustavo Dor¨¦ (una de ellas se usa en la portada de Siruela), la ¨²ltima de sus grandes obras ilustradas, comparable a las que hizo de El para¨ªso perdido de Milton, el Don Quijote de Cervantes o La divina comedia de Dante.
Italo Calvino naci¨® en Santiago de las Vegas, en el occidente de la isla de Cuba y cerca de La Habana el 15 de octubre de 1923, pero ya en 1925, con le ni?o Italo de apenas dos a?itos, la familia regres¨® a Italia; su padre era un ingeniero agr¨®nomo que hab¨ªa ido a trabajar a la isla caribe?a. De tal modo, poco de esencial cultura criolla habr¨¢ en el futuro escritor, en cuya formaci¨®n fueron decisivos dos encuentros de juventud: el de Cesare Pavese y el de Elio Vittorini, y es precisamente Vittorini quien le sugiere que se deje de las mandangas de la literatura social y comprometida y se adentre en aquello donde ya afloraba su verdadero talento: en lo fant¨¢stico, desde donde ser¨¢ capaz de tejer m¨¢s de una met¨¢fora sobre el hombre contempor¨¢neo. Italo Calvino vuelve a Cuba en 1964 atra¨ªdo por los cantos de sirena de la revoluci¨®n castrista y la figura m¨ªtica de Ernesto Che Guevara, con quien lleg¨® a encontrarse; en ese viaje, visit¨® la casa de su primera infancia en Santiago de las Vegas.
* Orlando furioso. Narrado en prosa del poema de Ludovico Ariosto. Italo Calvino. Traducci¨®n de Aurora Bern¨¢rdez y Mario Muchnik. Editorial Siruela. 170 p¨¢ginas.
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