La familia impoluta
En '?Qu¨¦ nos queda?', el alem¨¢n Hans-Christian Schmid hurga en el brillo para sacar la mugre
Si hubiera que apostar en el cine de hoy por la tem¨¢tica que m¨¢s se repite en sus relatos, el caballo ganador probablemente ser¨ªa el de la familia como salvaci¨®n y, al mismo tiempo, como fuente de conflictos. El afecto, la costumbre, la educaci¨®n, la moral, el gusto, el amor y, sobre todo, la econom¨ªa se fundan en nuestro mundo sobre la base familiar y, a cada paso cojitranco que se da, ah¨ª est¨¢n los consangu¨ªneos a tu lado, ya sea para sacarte del barro o para terminar de enterrarte. En su sexto largometraje de ficci¨®n, el m¨¢s que interesante ?Qu¨¦ nos queda?, el alem¨¢n Hans-Christian Schmid (del que solo R¨¦quiem hab¨ªa llegado a los cines espa?oles) reincide en el tema desde la perspectiva de un pa¨ªs y una prole del primer¨ªsimo mundo. Y, como deben hacer los cineastas criados en sociedades desarrolladas, aparentemente impolutas, hurga en el brillo para sacar la mugre, las anomal¨ªas que ensucian su placidez, esas que, casi de un modo inevitable, tienen las familias perfectas.
?QU? NOS QUEDA?
Direcci¨®n: Hans-Christian Schmid.
Int¨¦rpretes: Lars Eidinger, Corinna Harfouch, Sebastian Zimmler, Ernst St?zner, Picco Von Groote.
G¨¦nero: drama. Alemania, 2012.
Duraci¨®n: 88 minutos.
Schmid y su guionista, Bernd Lange, se introducen en el seno de un hogar repleto de libros, de educaci¨®n, de intelectualidad, de dinero, de colaboraci¨®n y de buenas maneras, en el que hay un volc¨¢n al que siempre hubo que vigilar: una madre sabia, piadosa, culta y esquizofr¨¦nica. La informaci¨®n, casi a la manera de aquellas magn¨ªficas pel¨ªculas de Atom Egoyan donde los secretos van apareciendo a trav¨¦s de di¨¢logos donde se recortan las claves al principio y al final, dejando solo lo suficiente para llamar la atenci¨®n del espectador, con la falta de datos casi como forma de suspense, se presenta de un modo sutil, apasionante, casi perfecto. Y la puesta en escena de Schmid, elegante y serena, posa su mirada tanto en las criaturas como en el l¨ªmpido ambiente en el que se desenvuelven sus contad¨ªsimos personajes, una casona moderna con jard¨ªn y con malas hierbas casi invisibles.
Quiz¨¢ la magn¨ªfica cadencia de la primera mitad no se vea correspondida con una segunda mitad algo m¨¢s convencional y menos potente, pero, como en la reciente Oslo, 31 de agosto, con la que tiene variados puntos de contacto (adem¨¢s de su distribuidora espa?ola), ?Qu¨¦ nos queda? nos habla de qu¨¦ hay detr¨¢s de esas sociedades ideales a las que siempre aspiramos: y lo que hay es y ser¨¢ siempre la imperfecci¨®n de la condici¨®n humana.
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