Foto de guerra, foto de paz

A veces las fotos tienen tal intrahistoria que necesitan una pel¨ªcula para revelarse del todo. Es el caso de la m¨ªtica imagen del emperador japon¨¦s Hirohito y del general del Ej¨¦rcito estadounidense Douglas MacCarthur, tomada durante una reuni¨®n en torno al fin de la II Guerra Mundial, el 27 de septiembre de 1945. Detr¨¢s de ella hay toda una monta?a de dificultades, y ah¨ª entra precisamente Emperador,pel¨ªcula de Peter Webber sobre los entresijos que llevaron a tal acontecimiento.

Una obra de aliento cl¨¢sico que quiz¨¢ se quede en un tono simplemente a?ejo, pero que, como aquellas pel¨ªculas b¨¦licas de las d¨¦cadas de los cincuenta y sesenta, m¨¢s centradas en al aura hist¨®rica que en el sucio realismo del cine de guerra actual, consigue mantener la atenci¨®n gracias al glamour de los grandes eventos. Incluso Matthew Fox, protagonista de la funci¨®n, tiene esa pinta de estrella a la antigua que encaja a la perfecci¨®n en una pel¨ªcula que se bifurca en una doble vertiente.

En la primera, menos interesante y m¨¢s relacionada con la emoci¨®n personal, el amor, la amistad y lo que rodea a las peque?as-grandes historias de la contienda, el soldado con amplia experiencia en Jap¨®n al que da vida Fox no logra alzar el vuelo m¨¢s all¨¢ del clich¨¦. Sin embargo, en la segunda vertiente, la m¨¢s pol¨ªtica y, en cierto sentido, hist¨®rica, la presencia de un torrente como Tommy Lee Jones dando vida a MacCarthur otorga cierto sentido a Emperador.

Las siempre interesantes decisiones que rodean a la llamada realpolitik, la diplomacia basada en los aspectos m¨¢s pr¨¢cticos, y que nunca atiende a la moral, se configuran como lo m¨¢s trascendente de una obra que, aun qued¨¢ndose a mitad de camino, desvela que, algunas veces, para salvar vidas y pensar en el futuro hay que sacrificar las ansias de verdadera y seguro que gratificante justicia.