El hijo pr¨®digo vuelve a casa
Hoy se conmemora el tercer centenario del nacimiento de Carl Philipp Emanuel Bach, uno de los compositores m¨¢s admirados e influyentes de su tiempo, pero cuyo legado acab¨® oculto por la gigantesca sombra de su padre
Aunque solo tengan cuatro letras, hay apellidos que pesan mucho, demasiado. Lo han experimentado amargamente los tres grandes hijos compositores de Johann Sebastian Bach: Wilhelm Friedemann, Carl Philipp Emanuel y Johann Christian. La sombra del padre ha eclipsado sus logros y hoy son muy pocos los int¨¦rpretes o los programadores que se acuerdan de ellos, quiz¨¢ por creerlos ¡ªequivocadamente¡ª meros ep¨ªgonos o nombres menores. Sin embargo, la situaci¨®n fue justamente la inversa en los dos ¨²ltimos tercios del siglo XVIII, cuando los tres estuvieron en activo, y era solo una selecta minor¨ªa la que sab¨ªa de la existencia de la figura y la m¨²sica de su padre. Habr¨ªan de pasar varias d¨¦cadas para que, muy poco a poco, este empezara a salir del olvido y lograra encaramarse a lo m¨¢s alto del canon musical occidental.
Carl Philipp Emanuel desempe?¨® un papel crucial a la hora de poner las primeras piedras de esa gloria tard¨ªa: se encarg¨®, por ejemplo, de la edici¨®n p¨®stuma de El arte de la fuga; fue quien redact¨® en 1754, junto con Johann Friedrich Agricola, la famosa necrol¨®gica de su padre, un documento invaluable y a¨²n desprovisto de las impurezas que luego emborronar¨ªan la biograf¨ªa del m¨²sico; hizo cuanto estuvo en su mano para que no se dispersara su legado y gracias a ¨¦l, y a su condici¨®n de m¨²sico de corte de Federico el Grande, muchos manuscritos acabaron encontrando refugio seguro en la biblioteca de su hermana, la princesa Anna Amalia; en dos famosas cartas fechadas en 1774 y 1775, proporcion¨® informaci¨®n de primera mano sobre su padre a Johann Nikolaus Forkel, autor de la biograf¨ªa pionera de 1802; y a ¨¦l se debe tambi¨¦n la primera interpretaci¨®n p¨²blica, en Hamburgo en 1786, de un fragmento de la hasta entonces in¨¦dita y desconocida Misa en Si menor, el Symbolum Nicenum, con a?adidos propios que han tra¨ªdo de cabeza a los music¨®logos que han querido deslindarlos por el ins¨®lito parecido entre la graf¨ªa musical de padre e hijo.
Pero a Carl Philipp Emanuel hay que valorarlo sobre todo por sus propios m¨¦ritos. En sus Noticias biogr¨¢ficas sobre Joseph Haydn, el muy fiable Georg August Griesinger escribe que el autor de La Creaci¨®n ¡°admit¨ªa abiertamente haber aprendido de Emanuel Bach la mayor parte de lo que sab¨ªa¡±, y en otro momento le hace afirmar: ¡°Quien me conozca a fondo se dar¨¢ cuenta de que es mucho lo que debo a Emanuel Bach¡±. Las cartas de Mozart contienen tambi¨¦n numerosas referencias a ¨¦l: solicit¨® a su editor, Johann Gottlob Breitkopf, una lista de todas sus obras y le confes¨® a su padre estar coleccionando y estudiando sus fugas completas. Mozart admir¨® tambi¨¦n sin reservas al que ¨¦l llamaba ¡°el Bach ingl¨¦s¡±, Johann Christian, pues pas¨® los ¨²ltimos veinte a?os de su vida en Londres: ¡°?Qu¨¦ gran p¨¦rdida para el mundo de la m¨²sica!¡±, exclam¨® Wolfgang en una carta dirigida a Leopold, su padre, el 10 de abril de 1782, pocas semanas despu¨¦s de la muerte de este hijo de Bach. Y fue Carl Philipp Emanuel, 21 a?os mayor que su hermano, quien lo acogi¨® en su casa de Berl¨ªn y se convirti¨® en su mentor al morir el padre de ambos en 1750.
Mozart y Beethoven admiraron a C. P. E. Bach y estudiaron a fondo su obra
Beethoven tambi¨¦n lo ensalz¨® y en 1810 hizo lo mismo que Mozart d¨¦cadas atr¨¢s: solicitar a Breitkopf, su editor, que le enviase todas las obras de Carl Philipp Emanuel. Nos consta, asimismo, que estudi¨® su principal obra te¨®rica, el Ensayo sobre el verdadero arte de tocar los instrumentos de tecla (en dos partes, 1753 y 1762), un hito de la praxis interpretativa hist¨®rica que contiene tambi¨¦n diversas composiciones originales. El estilo inconfundible de la m¨²sica para teclado de Carl Philipp Emanuel, con sus contrastes tem¨¢ticos y sus s¨²bitas modulaciones, dej¨® una huella patente, por ejemplo, en la Fantas¨ªa opus 77, de Beethoven. Es justamente esta imprevisibilidad de su m¨²sica lo que la hace inconfundible y la convierte en un gozne perfecto entre el orden barroco y el equilibrio cl¨¢sico. Gracias a la recuperaci¨®n en Kiev en 1999 de lo que fueron los archivos musicales de la Sing-Akademie de Berl¨ªn han podido recuperarse asimismo muchos manuscritos de las cantatas y pasiones de sus a?os de Hamburgo que se cre¨ªan perdidas, arrojando m¨¢s luz sobre su condici¨®n de puente entre dos mundos. En la ciudad hanse¨¢tica sucedi¨® en 1767 a su padrino, Georg Philipp Telemann, como responsable de la m¨²sica de las cinco principales iglesias de la ciudad, y all¨ª permanecer¨ªa hasta su muerte en 1788.
Las ciudades alemanas que fueron los principales escenarios de su vida se han unido ahora para recordarlo: Weimar, donde naci¨® el 8 de marzo de 1714, fruto del primer matrimonio de Johann Sebastian; Leipzig, adonde se traslad¨® con su familia en 1723 tras el nombramiento de su padre como cantor de la Thomasschule; Fr¨¢ncfort del ?der, en cuya universidad estudi¨® a partir de 1734; Potsdam y Berl¨ªn, donde trabaj¨® al servicio de Federico el Grande y recibi¨® la visita de su padre en 1747, fruto de la cual ver¨ªa la luz la Ofrenda musical; y la ya citada Hamburgo, donde disfrut¨® de una celebridad internacional que jam¨¢s conoci¨® Johann Sebastian y donde lo visit¨® el viajero e historiador ingl¨¦s Charles Burney en 1772, que dej¨® escrito en su diario que ¡°llevaba mucho tiempo contemplando con el mayor deleite sus elegantes y originales composiciones; y crearon en m¨ª un deseo tan fuerte de verlo y o¨ªrlo que al visitar esta ciudad no ten¨ªa ninguna otra tentaci¨®n musical¡±. Dos a?os despu¨¦s, su compatriota Thomas Twining confesaba a Burney en una carta ser ¨¦l mismo presa de un entusiasmo por la m¨²sica del alem¨¢n que bautiza como Carlophilipemanuelbachomania.
Est¨¢ a¨²n en curso la edici¨®n de sus obras completas ¡ªuna tarea formidable, pues cultiv¨® prol¨ªficamente todos los g¨¦neros a excepci¨®n de la ¨®pera, como su padre¡ª, y su principal responsable, Christopher Hogwood, hablar¨¢ sobre ¨¦l y tocar¨¢ sus obras hoy en el Museo Bach de Leipzig, en la clausura de un congreso dedicado desde el jueves a su figura y a su ubicaci¨®n ¡°en la zona de conflicto entre tradici¨®n y ruptura¡±. Tambi¨¦n sonar¨¢ hoy su m¨²sica en multitud de conciertos programados en el resto de las ciudades alemanas en que vivi¨®, as¨ª como en Utrecht (en la capilla del Conservatorio, con participaci¨®n de la flautista espa?ola Ada P¨¦rez), Nueva York (The Abigail Adams Smith Auditorium) o Los ?ngeles (Thayer Hall). En Madrid se han tocado recientemente piezas instrumentales en dos conciertos celebrados en el CaixaForum y volver¨¢ a sonar all¨ª el pr¨®ximo martes con el grupo CommuSicare. Confiemos en que esta vez Carl Philipp Emanuel vuelva por fin para quedarse y que, en lo sucesivo, las cuatro letras de su glorioso apellido le sean ligeras.
Babelia
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