Caballero en busca de dragones
"Ninguno de aquellos que conocimos a Gerard y trabajamos con ¨¦l volver¨¢ a ser el mismo"
Gerard Mortier fue un impulsivo visionario de la ¨®pera, que transform¨® este arte no por un montaje en concreto o un repertorio, sino por una actitud. Dondequiera que estuvo y fuera aquello que hiciese, sab¨ªas que ser¨ªa emocionante. Su sello era garant¨ªa de retos, de compromiso, de placer, y de esa clase de aventura nutrida y hecha posible por una profunda convicci¨®n y un hondo conocimiento.
?Ninguno de aquellos que conocimos a Gerard y trabajamos con ¨¦l volver¨¢ a ser el mismo. Su visionaria, siempre pr¨¢ctica y generosa presencia animaba cada conversaci¨®n, cada ensayo, cada proyecto. Quiz¨¢ de forma m¨¢s sorprendente, muchos de los rivales, cr¨ªticos y adversarios de Gerard tampoco ser¨¢n los mismos sin ¨¦l. Ellos tambi¨¦n hicieron lo que hicieron y hacen lo que hacen como respuesta a la visi¨®n de Gerard, a su liderazgo y permanente reto. Esa peculiar brillantez suya ser¨¢ tan vital y finalmente influyente tanto para sus amigos como para sus enemigos.
El don poco com¨²n de Gerard radicaba en su sentido de una delicada alquimia para la colaboraci¨®n
El don poco com¨²n de Gerard radicaba en su sentido de una delicada alquimia para la colaboraci¨®n. La mayor¨ªa de nosotros hemos conocido a los socios art¨ªsticos m¨¢s importantes de nuestras vidas gracias al inspirado entendimiento de Gerard y a su elegante invitaci¨®n. Los resultados pod¨ªan ser vistos y escuchados en el escenario, pero mucho del compromiso y la innovaci¨®n de Gerard se qued¨® entre bastidores. Al mismo tiempo que ¨¦l agrandaba, abr¨ªa y llenaba los espacios p¨²blicos del Teatro de la Monnaie y del Festival de Salzburgo con arte y con luz, ¨¦l tambi¨¦n rehac¨ªa los ba?os, cre¨® nuevos espacios de ensayo y abri¨® una nueva cantina para los artistas y para el personal que finalmente serv¨ªa buena comida. Siempre cuid¨® de aquella gente que no era conocida para el p¨²blico pero que crea y sostiene la intrincada ecolog¨ªa del oficio y lo que representa, as¨ª como el bienestar que eleva el ambiente y ennoblece la calidad del resultado.
?Este hombre delicad¨ªsimo y profundamente culto tambi¨¦n fue un luchador. Su naturaleza de caballero demandaba dragones y, si no estaban all¨ª, los hab¨ªa de crear. Su afilada lengua y base moral incuestionable le hac¨ªa enemigos all¨¢ donde fuera. Pero su esp¨ªritu luchador no ca¨ªa en la mala gana o se deprim¨ªa. Su deleite por la batalla provocaba su gran ingenio, su malvado sentido del humor, su osad¨ªa y finalmente su sorprendente equilibrio. Ese inapagable j¨²bilo dotaba de energ¨ªa todo lo que hizo. As¨ª pues se regocijaba en la batalla, as¨ª como se complac¨ªa con la comida, los buenos hoteles, los amigos, el arte y los altos ideales.
?Invitaba a los artistas a cenar la mayor¨ªa de noches por el simple placer y el est¨ªmulo de un juego intelectual de espadas, buen chismorreo y vino, y un excelente servicio. ?l apreciaba las cosas mejores de la vida, y esto inclu¨ªa a las personas. Ten¨ªa buen ojo para los talentos j¨®venes, y as¨ª era su o¨ªdo para los cantantes emergentes, un nuevo director musical, o buenos argumentos. Le¨ªa constantemente y se pon¨ªa en el coraz¨®n de conversaciones que trataban sobre el futuro de Europa. ?l encarnaba el ideal europeo ¨Cbrillando con el furor del entendimiento, cultivado, lleno de matices, y con una continua postura progresista que era el culmen de un legado filos¨®fico ganado a pulso. Y la tradici¨®n.
Se regocijaba en la batalla, as¨ª como se complac¨ªa con la comida, los buenos hoteles, los amigos, el arte y los altos ideales
Una tradici¨®n importante es el esc¨¢ndalo. Gerard sab¨ªa que era bueno para el negocio. Entend¨ªa que las respuestas furibundas y las cr¨ªticas devastadoras garantizan un lugar en la historia y aseguran que se hablar¨¢ de ti. ?l sab¨ªa que las opiniones humanas tienden a mutar y que una controversia encendida es una oportunidad que empuja para que se tome partido. Y entonces la naturaleza humana, siendo como es, hace que ambos frentes comiencen silenciosamente a mutar. Gerard se deleitaba en la provocaci¨®n cuando se enzarz¨® con algunas de las instituciones e individuos m¨¢s conservadores de Europa y eso da testimonio de su valor y confianza en s¨ª mismo. Quiz¨¢s su obra de arte m¨¢s grande fueron las ruedas de prensa. El entusiasmo que flu¨ªa en sus comparecencias p¨²blicas, su deslumbrante presentaci¨®n de las agendas art¨ªsticas, el fuego intelectual que afloraba a sus ojos y las virtuosas r¨¦plicas a sus detractores hac¨ªa de cada rueda de prensa una ocasi¨®n inolvidable.
Fue un maestro del presupuesto creativo. Gerard estructuraba el dinero disponible alrededor de las prioridades creativas y no al rev¨¦s. Su insistencia en que la econom¨ªa sirviera a los ideales de la sociedad estaba imbricada en cada plan financiero. Los recortes de presupuesto para la cultura en Espa?a en los ¨²ltimos a?os fueron muy dolorosos, pero Gerard respondi¨® con optimismo, con responsabilidad, con temporadas de una ambici¨®n art¨ªstica que dejaban sin respiraci¨®n, no se dej¨® intimidar por las presiones financieras y sali¨® a flote con sus convicciones m¨¢s profundas intactas a los ojos del p¨²blico.
Una tradici¨®n importante es el esc¨¢ndalo. Gerard sab¨ªa que era bueno para el negocio
Posiblemente nadie que antes de Gerard dirigi¨® un Teatro de la ¨®pera tuvo su profunda convicci¨®n en las posibilidades del arte. Gerard cre¨ªa firmemente que la ¨®pera era una contribuci¨®n al bienestar pol¨ªtico y social y no un art¨ªculo de lujo. Su discernimiento art¨ªstico consist¨ªa en llevar hasta el final los m¨¢s altos est¨¢ndares en las propuestas esc¨¦nicas y en el m¨¢s grande refinamiento art¨ªstico, pero cre¨ªa apasionadamente que este producto de alt¨ªsima calidad pertenec¨ªa, precisamente por estar tan bien hecho, a cada uno de los ciudadanos. ?l cre¨ªa que era derecho de todos los ciudadanos participar en los mayores logros de una cultura democr¨¢tica, una cultura que por definici¨®n abraza la controversia y eleva el di¨¢logo. El hijo del panadero sab¨ªa que la m¨²sica era un sendero que llevaba hacia adelante y hacia arriba.
Una mirada a las temporadas de la mayor parte de los teatros de la ¨®pera revela una lista bastante aleatoria de t¨ªtulos. Una temporada elaborada por Gerard Mortier estaba en cambio construida alrededor de obras con contenido, que contribu¨ªan a un debate mayor y que se posiciona sobre las m¨¢s grandes preocupaciones que afronta hoy la humanidad. La ¨®pera, como la imagina y la presenta Gerard Mortier, no era una opci¨®n de entretenimiento, sino una encarnaci¨®n esencial de la misma sociedad que se levanta sobre el terreno de la confrontaci¨®n y el regocijo. Los conflictos y las contradicciones se traducen en una fuga con m¨²ltiples voces y de diferentes niveles que toca la trascendencia.
Eso es el arte. Gerard Mortier cre¨ªa en ¨¦l profundamente.
Peter Sellars es director de escena
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