Un legado que honrar y preservar
"Para ¨¦l la ¨®pera manten¨ªa la llama del gran arte y permit¨ªa acceder a la espiritualidad"
Gerard Mortier defend¨ªa la ¨®pera como un espect¨¢culo "profundo, existencial y popular". Emocional, pero tambi¨¦n alejado del sentimentalismo. Era consiente de la dial¨¦ctica que subyace en el arte de la ¨®pera, entre una forma de diversi¨®n y un arte capaz de "enriquecer y producir la catarsis de la tragedia griega". Conceb¨ªa la ¨®pera como un producto genu¨ªnamente art¨ªstico capaz de expresar emociones, por oposici¨®n a un entertainment" decorativo, vac¨ªo, autocomplaciente con su gloria pasada y perfectamente prescindible. Ha dejado un legado extraordinario en el Th¨¦?tre de La Monnaie de Bruselas, que convirti¨® en uno de los centros de producci¨®n m¨¢s creativos de Europa; en el Festival de Salzburgo, donde tuvo que lidiar con las resistencias de los nost¨¢lgicos de la era de Herbert von Karajan; en el Festival de Ruhr, donde se le ve¨ªa encantado de poder utilizar espacios nada convencionales; en la Op¨¦ra de Paris, que intent¨® renovar enfrent¨¢ndose a resistencias que acabaron por borrar su legado de un plumazo decantando la instituci¨®n hacia la l¨ªnea art¨ªstica m¨¢s antit¨¦tica a lo que representaba su herencia; y en el Teatro Real de Madrid, consciente de poseer su legado como un capital valios¨ªsimo de la instituci¨®n que hay que preservar.
Se sent¨ªa c¨®modo en la pol¨¦mica, no fue nunca partidario de la mano izquierda ni de la diplomacia con nadie: ni con pol¨ªticos, ni con artistas, ni con agentes intermediarios, ni con patronos, ni siquiera con los espectadores. Pero incluso los p¨²blicos que han rechazado sus propuestas han acabado, muchas veces, por echarle de menos. Estuvo al frente de su ¨²ltima temporada en el Teatro Real hasta el momento en que se lo permitieron sus fuerzas, que eran inmensas. Me ha resultado conmovedor que, en plena lucha contra una enfermedad implacable, le quedaran ¨¢nimos, humor y energ¨ªa para seguir diariamente todo lo que suced¨ªa en el Teatro Real, directamente o a trav¨¦s del equipo de colaboradores al que agradec¨ªa su trabajo en el texto que envi¨® a la prensa hace pocas semanas, con ocasi¨®n de la presentaci¨®n de la pr¨®xima temporada. Le agradaba trabajar con gente joven que pudiera modelar alrededor de su credo y tambi¨¦n para los j¨®venes p¨²blicos. Ante todos, defend¨ªa sus ideas con una seguridad inquebrantable. Para ¨¦l la ¨®pera manten¨ªa la llama del "gran arte" y permit¨ªa acceder a una espiritualidad entendida como una mirada a la experiencia humana que le parec¨ªa imprescindible "ante tanta banalidad y mal gusto". Deja en Madrid un legado extraordinario que es responsabilidad de sus sucesores honrar y -insisto- preservar.
Babelia
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