El Cid Campeador cabalga por los salones de la RAE
Los acad¨¦micos Jos¨¦ Luis G¨®mez e In¨¦s Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez inauguran el ciclo de la Academia ¡®C¨®micos de la Lengua¡¯
Con las luces apagadas para lograr la debida enso?aci¨®n esc¨¦nica, una medida intro musical y los estrados y mesas de los acad¨¦micos retiradas, subi¨® el figurado tel¨®n de la Real Academia de la Lengua para dar paso a sus C¨®micos de la lengua. En el centro de todo, ante un p¨²blico que abarrot¨® el sal¨®n de actos en uno de sus escasos programas nocturnos, un juglar y una ling¨¹ista. Jos¨¦ Luis G¨®mez, actor y acad¨¦mico, e In¨¦s Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez, acad¨¦mica y fil¨®loga, interpretaron su particular partida entre teatro y literatura, palabra y lengua, teor¨ªa y pr¨¢ctica.
El texto elegido para esta primera jornada fue Cantar de Mio Cid, poema an¨®nimo de origen oral que, dividido en tres cantares, narra las andanzas de Rodrigo D¨ªaz de Vivar. Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez introdujo el texto, su contexto hist¨®rico, la categor¨ªa de ¡°infanz¨®n¡± (baja nobleza) de D¨ªaz de Vivar y la deformaci¨®n que ha sufrido el texto con sus lecturas modernas. ¡°Jos¨¦ Luis G¨®mez le devolver¨¢ hoy su plena naturaleza¡±, anunci¨® la acad¨¦mica.
Fue entonces cuando el actor arranc¨® su lectura. El h¨¦roe empez¨® a cabalgar. En la oscuridad se pod¨ªan cerrar los ojos, para cruzar a bordo de Babieca los campos de Castilla, mientras el m¨²sico Luis Delgado marcaba con su guitarra el destierro del caballero.
Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal ya apunt¨® que mientras Roland, h¨¦roe m¨ªtico, ¡°deja desbordar la desmesura de su orgulloso pundonor, neg¨¢ndose a pedir auxilio a Carlomagno y sacrificando la vida de veinte mil franceses, el Cid, h¨¦roe humano, aparece siempre due?o de sus m¨¢s pungentes pasiones¡±.
Con G¨®mez, en un juego de voces que pasaba de don Rodrigo a Alvar F¨¢?ez, del Rey a Do?a Jimena, de do?a Elvira y do?a Sol, a los malditos infantes de Carri¨®n y al le¨®n, el buen Campeador recuper¨® su viejo honor, el de su lengua romance. ¡°Una resurrecci¨®n de la palabra ¨¦pica¡±, como apunt¨® In¨¦s Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez al adentrar al p¨²blico en las particularidades de pronunciaci¨®n y de gram¨¢tica de la lengua medieval. Palabras en desuso, voces antiguas, adjetivos y t¨¦rminos arcaicos sobre un honor tambi¨¦n arcaico. ¡°La lengua del Cantar de Mio Cid nos retrae muchos siglos atr¨¢s pero eso no impide que se mantenga comprensible y vivo¡±. No pod¨ªa ser m¨¢s cierto. El sal¨®n de actos de la RAE, vestido de febril patio de butacas, acab¨® en pie con gritos de ¡°?bravo, bravo!¡±. All¨ª, rezagadas hasta el ¨²ltimo minuto, dos grandes damas de la escena, Nuria Espert y Julia Guti¨¦rrez Caba, comentaban el trabajo de dicci¨®n. Triunf¨® la fuerza de evocaci¨®n de un espect¨¢culo ¨²nico, que recupera la sencillez y la profundidad de las grandes escuelas, de los viejos actores y maestros.
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