Juan Ram¨®n Jim¨¦nez in¨¦dito
Uno de los libros m¨¢s largamente pensado por Juan Ram¨®n Jim¨¦nez fue 'Vida', su autobiograf¨ªa La muerte en el exilio del premio Nobel de Literatura dej¨® in¨¦dito un proyecto que ahora ve la luz
Juan Ram¨®n Jim¨¦nez fue uno de los hombres m¨¢s desdichados y atormentados de su tiempo, habiendo sido tambi¨¦n uno de los m¨¢s grandes. Acaso por eso fue el escritor m¨¢s combatido y parodiado de todos. ¡°M¨¢s calumniado¡±, dir¨¢ ¨¦l. No creo que ning¨²n otro poeta viviera durante casi sesenta a?os, desde sus dieciocho, sacudido por ataques tan continuados de p¨¢nico, excusados en dolores f¨ªsicos que lo mismo lo levantaban al v¨¦rtice de la locura que lo hund¨ªan en la desesperaci¨®n y la misantrop¨ªa. Un verdadero infierno para un enfermo no siempre imaginario. Tanto como su obra, conmueve su vida, y anonada. Y pese a su extra?a enfermedad, o precisamente por ella, escribiendo sin desmayo miles de p¨¢ginas: poemas, aforismos, retratos, cr¨ªticas, prosas, ensayos, recuerdos, cartas, conferencias, cuentos¡ y la mayor parte de ello de primer orden, con mil registros distintos, desde la l¨ªrica m¨¢s exaltada hasta la s¨¢tira. ¡°El martirio de escribir¡±, lo llamar¨¢. Nadie trabaj¨® tanto como ¨¦l, ni los grandes galeotes de la literatura. ?Cu¨¢l fue, pues, la f¨®rmula, c¨®mo pudo entonces hacer posible que una obra tan colosal como esa cupiese en una vida tan rota como la suya? Yo creo que pudo ser esta: ¡°No os toqu¨¦is en el dolor¡±.
La historia de este dolor ve ahora la luz: ¡°Si yo estuviera sano, ser¨ªa uno de los hombres m¨¢s grandes del mundo¡ ?Ah, si supierais los j¨¦rmenes decididos a estallar que llevo dentro! ?Si yo pudiera emplear mi vida entera en mi pensamiento! ?Si mi salud igualara a mi voluntad, al ansia de saber, al af¨¢n de viajar, de obrar, de aniquilar, de construir!¡±, confesar¨¢.
Fue este uno de sus libros m¨¢s largamente acariciado y pensado, y otro m¨¢s de los que trunc¨® su muerte. Le importaba mucho, porque iba a ser la historia de su vida, pero tambi¨¦n la de su voluntad: ¡°Me he propuesto que sea, por encima de todo, honrado, exacto y justo¡±, dir¨¢ en uno de los pr¨®logos, y despu¨¦s de decirnos que hace ya mucho que no se desnuda en p¨²blico leyendo, confiesa: ¡°Hoy me deshueso ante ustedes. Ver¨¢n ustedes huesos escritos¡±.
Tras muchos t¨ªtulos provisionales, titul¨® este verdadero testamento vital y po¨¦tico de una forma sencilla: Vida.
Iban a ser mil p¨¢ginas, y en quinientas se ha quedado en este primer tomo, muchas in¨¦ditas (m¨¢s otras tantas de notas). Juan Ram¨®n Jim¨¦nez (Moguer, 1881-Puerto Rico, 1958) conoc¨ªa la importancia de su obra, y por ello sab¨ªa que su vida no pod¨ªa dejarla en manos extra?as.
Empez¨® a pensar en este libro hacia 1928: recuerdos, cartas, aforismos, poemas, pol¨¦micas, retratos, en fin: el siglo
Empez¨® a pensar en este libro hacia 1928: recuerdos, fragmentos de obras anteriores que hac¨ªan referencia a cosas de su vida pasada, cartas suyas y de otros, aforismos biogr¨¢ficos, poemas que le dedicaron, pol¨¦micas de los peri¨®dicos, sue?os, genealog¨ªas est¨¦ticas, pol¨ªticas y morales, retratos de amigos, familia, enemigos, conocidos y saludados, en fin: el siglo. Porque, y pese a ser un retra¨ªdo, no hay ning¨²n poeta espa?ol que conociera a tantas gentes ni hubo nadie que, pudiendo, no quisiera conocerlo a ¨¦l. De la suma de todo eso, algo en verdad de locos, papelitos, carpetas, recortes, cajas, qued¨® este collage. Todo puesto en primer plano, como un presente sucesivo. Porque JRJ no cre¨ªa mucho en la historia. Dec¨ªa: la poes¨ªa es presente o no es. Y la vida, lo mismo: ¡°Escribir poes¨ªa es aprender ¡®a llegar¡¯ a no escribirla, a ser, despu¨¦s de la escritura, poeta antes que escritura, poema en poeta, poeta verdadero en inmanencia consciente¡±.
Todo esto lo cuentan Mercedes Juli¨¢ y Mar¨ªa de los ?ngeles Sanz Manzano en el estudio introductorio, y en los cientos de notas, documentad¨ªsimas, que vienen a completar los textos de JRJ. Porque de lo que estamos hablando es de un mosaico del que se han perdido o no se llegaron a escribir muchos fragmentos, pero del que existen otros mil que sus editoras han tratado de ordenar de una manera paciente y respetuosa con la posible voluntad del poeta. Claro que de vivir el poeta este libro no ser¨ªa as¨ª (detestaba las notas, la filolog¨ªa en sus propios libros), pero eso no quiere decir que aquel libro difiriera mucho de este: en los dos casos se parecer¨ªa mucho a un peque?o laberinto.
Desde luego la intenci¨®n de JRJ con este libro era, en parte, hablar de sus or¨ªgenes, de su familia, de su vida, pero tambi¨¦n de sus razones morales, para deshacer en lo posible la leyenda negra que lo persigui¨® desde muy joven: el sambenito de la cursiler¨ªa que le colgaron no se sabe muy bien por qu¨¦, acaso porque fue un hombre pulcro, un editor exquisito y una persona de conducta recta; el bald¨®n de su excentricidad e intransigencia para con sus contempor¨¢neos (el tiempo le ha dado la raz¨®n casi siempre); o lo que se ten¨ªan por extravagancias de conducta (su intolerancia al ruido o al humo del cigarro, el trato expeditivo a los pesados, su higiene desaforada, a pesar de terminar diciendo aquello tan gracioso, ¡°a todo se llega, he aprendido a ser sucio, y me parece bien¡±).
Y ¨¦l, que tan grandes ¡°caricaturas l¨ªricas¡± nos dej¨® (tuvo ojo de ¨¢guila, y como cr¨ªtico literario, un lince), no quiso dejarse fuera del fresco que pint¨®: ¡°He sido ni?o, mujer y hombre; amo el orden en lo exterior y la inquietud en el esp¨ªritu; creo que hay dos cosas corrosivas: la sensualidad y la impaciencia; no fumo, no bebo vino, odio el caf¨¦ y los toros, la reliji¨®n y el militarismo, el acorde¨®n y la pena de muerte; s¨¦ que he venido para hacer versos; no gusto de n¨²meros; admiro a los fil¨®sofos, a los pintores, a los m¨²sicos, a los poetas; y, en fin, tengo mi frente en su idea y mi coraz¨®n en su sentimiento¡±. Es decir, poco espa?ol.
Esta Vida, es, adem¨¢s, como no pod¨ªa ser de otro modo, muchas vidas, y JRJ, est¨¢ atento a lo que los dem¨¢s ve¨ªan en ¨¦l: ¡°Me lo dijo Rub¨¦n Dar¨ªo el primer d¨ªa que me vio: ¡®Usted va por dentro¡¯. ¡®Dentro¡¯, esto es para m¨ª lo moderno y universal, porque espa?ol, para m¨ª, era ¡®lo fuera¡¯. Luego he visto que el ¡®dentro¡¯ estaba tambi¨¦n en la poes¨ªa popular espa?ola¡±.
Y el ir por dentro hizo de ¨¦l el poeta que conocemos, uno de los l¨ªricos m¨¢s extremados y vers¨¢tiles, capaz a un tiempo de la conmovedora epopeya rural de Platero y yo o del desgarrado Animal de fondo, pero tambi¨¦n ese inadaptado al teatro social que acab¨® teniendo mil pendencias literarias, siempre que le dejaba en paz la lamentable hipocondr¨ªa que le obligaba a vivir cerca de una casa de socorro.
Pese a ser un retra¨ªdo, no hay ning¨²n poeta espa?ol que conociera a tantas gentes ni hubo nadie que no quisiera conocerlo a ¨¦l
A pesar de lo sincopado del collage, el lector hallar¨¢ aqu¨ª textos clave y sobre todo la ¡°melod¨ªa-juanram¨®n¡±, en la que reconocer¨¢ la probidad de alguien cuyo principal defecto fue acaso exigir a los dem¨¢s lo que se exig¨ªa a s¨ª mismo, record¨¢ndonos que todo empez¨®, para bien y para mal, aquel d¨ªa en que su padre, ya arruinado, muri¨® de forma s¨²bita, siendo ¨¦l un adolescente. ¡°Yo viv¨ªa una doble vida, la de mi vida y la de mi muerte¡±, dir¨¢ de aquellos d¨ªas. Crey¨® volverse loco. Lo mandaron a un sanatorio franc¨¦s, el primero de los muchos por los que pas¨® a lo largo de su vida, volvi¨®, lo recogieron en otro sanatorio, lo protegieron los hombres de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, que vieron en ¨¦l un diamante puro. Se tuvo que volver al pueblo (ni toleraba la vida de la bohemia madrile?a ni ten¨ªa dinero para vivir con su decoro), pero cuando volvi¨® a Madrid siete u ocho a?os despu¨¦s, tra¨ªa en la maleta libros que asombrar¨ªan a todos (entre ellos el Platero, que Francisco Giner ten¨ªa en su mesilla la noche que muri¨®) y el deseo de construir su vida conforme a una idea que por entonces empez¨® a cristalizar en un lema (¡°a la inmensa minor¨ªa¡± [¡] ¡°Siempre que yo he dicho ¡®minor¨ªa¡¯ he pensado particularmente en el pueblo. Mi minor¨ªa es ¡®inmensa minor¨ªa¡¯, no se olvide¡±) y una ense?a (el perejil con el que coronaban a los h¨¦roes en Esparta, frente al laurel ateniense). Y entonces, 1913, conoci¨® a Zenobia. Un antes y un despu¨¦s en su vida.
Esta Vida suya es imposible leerla sin tener presentes, desde luego, las largas conversaciones que mantuvo durante a?os con Juan Guerrero Ruiz (Juan Ram¨®n de viva voz) o las que ya en el exilio reflej¨® Ricardo Gull¨®n en otro libro conversado o el interesant¨ªsimo que acaba de aparecer tambi¨¦n hace unas semanas (Por obra del instante: recoge cuantas entrevistas y retratos y semblanzas se escribieron de JRJ a lo largo de su vida, muchas de ellas in¨¦ditas o desconocidas incluso para aquellos que hemos prestado atenci¨®n a estos asuntos desde hace tantos a?os, y todo ello admirablemente editado por otra gran juanramonista, Soledad Gonz¨¢lez R¨®denas), pero esta Vida y la vida de JRJ, dec¨ªamos, no se entender¨ªan ya sin el admirable Epistolario del propio JRJ, y, sobre todo, los Diarios y el Epistolario de Zenobia Camprub¨ª, el ¡°monumento de amor¡± que quiso devolverle ella a ¨¦l (y no debemos olvidar aquella dedicatoria que pensaba poner JRJ al frente de su obra, muerta ya Zenobia: ¡°A Zenobia de mi alma, este ¨²ltimo recuerdo de su Juan Ram¨®n, que la ador¨® como a la mujer m¨¢s completa del mundo, y no pudo hacerla feliz¡±), tras toda una existencia juntos ¡°en la salud y en la enfermedad, en el dolor y en la alegr¨ªa, en la vida y en la muerte¡±.
Y esto es esta Vida, rota como la de aquellos que decidieron ¡°ir por dentro¡±: ¡°Bien est¨¢ el robo de mi trabajo de toda la vida, la ingratitud y la calumnia, el honor de la lista negra, la p¨¦rdida ¡®oficial¡¯ de la ciudadan¨ªa; bien estar¨ªa el ¡®entierro¡¯ en mi tierra de Espa?a. Pero ?a qu¨¦ precio! el destierro de mi lengua de Espa?a [¡] No lo puedo soportar porque ¡®desterrado¡¯ no tengo lenguas m¨ªas alrededor, no soy nadie, estoy m¨¢s muerto que muerto, estoy perdido¡±, dir¨¢ casi al final, perdido tras la muerte de Zenobia (octubre de 1956) y despu¨¦s de veinte a?os de un exilio que le lleg¨® ya viejo, solo y m¨¢s enfermo que nunca.
Por gusto reproducir¨ªa aqu¨ª cien fragmentos admirables de esta Vida que hacen a¨²n m¨¢s admirable su obra. No es posible. Pero s¨ª recordar que esa Obra, cuya may¨²scula legitim¨® con un trabajo de coloso, de h¨¦roe espartano, no podemos leerla ya desentendi¨¦ndonos de su Vida, porque tal y como hizo una y vivi¨® la otra, las dos vienen a ser lo mismo: ¨¦tica y est¨¦tica juntas.
Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Vida. Volumen I. D¨ªas de mi vida. Edici¨®n de Mercedes Juli¨¢ y Mar¨ªa de los ?ngeles Sanz Manzano. Pre-Textos. Valencia, 2014. 884 p¨¢ginas. 43 euros. Se publica el pr¨®ximo jueves. Por obra del instante. Entrevistas.Edici¨®n de Soledad Gonz¨¢lez R¨®denas. Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara. Sevilla, 2013. 496 p¨¢ginas. 25 euros.
La Residencia de Estudiantes publicar¨¢ en los pr¨®ximos meses Monumento de amor. Cartas entre Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y Zenobia Camprub¨ª y el segundo tomo de la correspondencia de Zenobia. Por su parte, la Universidad Internacional de Andaluc¨ªa (UNIA) publicar¨¢ una biograf¨ªa de JRJ firmada por Antonio Campoamor Gonz¨¢lez.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.