Recuerdos de Par¨ªs
La temporada de exposiciones neoyorquina recupera im¨¢genes de la capital francesa de Charles Marville, su fot¨®grafo oficial
Cada rinc¨®n de Par¨ªs ha servido de inspiraci¨®n art¨ªstica para muchos de los grandes fot¨®grafos de la historia del g¨¦nero. Escritores, pintores o arquitectos no han podido dejar de sucumbir a su embrujo. El aura de sus farolas, el misterio de sus buhardillas, la fascinaci¨®n de sus bell¨ªsimos puentes o el ambiente bohemio de sus tabernas y restaurantes, han convertido a la capital francesa en un apasionante escenario sobre el que todas las historias son posibles. Nadar, Eug¨¨ne Atget o Henri Cartier-Bresson son algunos de los muchos que contribuyeron a hacer que cada rinc¨®n de Par¨ªs fuera contemplado como una obra de arte. Pero, ?c¨®mo era Par¨ªs antes de convertirse en la ciudad de la Luz, en un ejemplo de trazado de grandes avenidas, en la ciudad burguesa por excelencia? ?C¨®mo era y qu¨¦ queda de aquella ciudad oscura y retorcida que se pod¨ªa ver hasta mediados del XIX? El secreto estaba en los archivos de Charles Marville (Par¨ªs, 1813-1879), documentalista oficial de Par¨ªs contratado por el ayuntamiento para constatar la transformaci¨®n de la desordenada urbe a la gran metr¨®poli poblada de elegantes avenidas y amplios espacios p¨²blicos; la famosa transformaci¨®n impulsada por Napole¨®n III y ejecutada por el senador Georges-Eug¨¨ne Bar¨®n Haussmann. El Metropolitan de Nueva York ofrece hasta el 4 de mayo una doble exposici¨®n en la que se puede ver el antes y el despu¨¦s del Par¨ªs de la torre Eiffel. La gran novedad son las m¨¢s de un centenar de fotograf¨ªas realizadas por Marville, muchas de las cuales hab¨ªan permanecido hasta hace poco en archivos de dependencias oficiales, ajenas al ojo del p¨²blico.
Lo que Marville retrat¨® fueron viejos edificios y peque?as plazas que serpenteaban el centro de la ciudad. Los barrizales y escaso alumbrado dejaban ver unos habitantes que a duras penas pod¨ªan moverse entre el lodo y la oscuridad. Las im¨¢genes de las afueras de Par¨ªs, eran a¨²n m¨¢s desoladoras. En algunos retratos se ve como el agua se adentra por los pisos inferiores amenazando la seguridad y salud de sus habitantes. La parte m¨¢s bella, y abundante, est¨¢ dedicada a la serie de los tejados y buhardillas del viejo Par¨ªs, donde el humo de las chimeneas se funde con las nubes blancas formando impactantes im¨¢genes.
Hijo de un sastre y de una lavandera, apellidado en realidad Bossus (jorobado), Marville puso el acento en todo aquello que necesitaba radicalmente ser transformado, como justificaci¨®n al gran plan urban¨ªstico que se iba a desarrollar sobre Par¨ªs, un plan que la convertir¨ªa en la capital del mundo de la modernidad. El cronista oficial puso especial mimo en el mobiliario urbano que iba a desaparecer en manos de una dr¨¢stica modernizaci¨®n. Consciente de su labor documental, retrata con mimo las farolas, los quioscos p¨²blicos y las columnas publicitarias de entonces. El propio Sena aparece profusamente retratado a su paso arrollador por la ciudad sin grandes muros de contenci¨®n que aplaquen su caudal.
Los perros caminando a su aire por las calles o los caballos atados a carros ante las fachadas de las casas de sus due?os, transportan al visitante a un Par¨ªs que poco parec¨ªa tener que ver con la imagen de modernidad que despu¨¦s aportar¨ªa la torre Eiffel, la gran obra construida para la exposici¨®n universal de 1889, una d¨¦cada despu¨¦s de la muerte del fot¨®grafo.
Babelia
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