Borriquito como t¨²
Mi madre fue la encargada de comprarme todos los primeros libros de mi vida, los decisivos: Chesterton, Salgari, Kipling, Julio Verne, Stevenson, Melville¡ los que han venido luego han sido ap¨¦ndices o notas a pie de p¨¢gina. Mi padre propiciaba y estimulaba la adquisici¨®n de tantos tesoros pero como elecci¨®n personal s¨®lo recuerdo que me regalase un libro: Platero y yo. Un libro peque?o y fragante, de tapas azules, poco mayor que los de la colecci¨®n Crisol de Aguilar que tanto me gustaban, con unas pocas ilustraciones de dibujos estilizados. No s¨¦ si era una edici¨®n completa del cl¨¢sico de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez que hoy cumple cien a?os, desde luego carec¨ªa de los pr¨®logos y notas que ahora suelen acompa?arlo y quiz¨¢ abrumarlo un poco. El t¨ªtulo s¨ª estaba completo, Platero y yo. Eleg¨ªa andaluza.Yo sab¨ªa que mi padre era andaluz, pero no sab¨ªa lo que era una eleg¨ªa¡
Le¨ª el libro con mi impetuosa velocidad habitual de entonces (ahora s¨®lo leo deprisa los libros que no me gustan) y me dej¨® desconcertado. En el pr¨®logo para una nueva edici¨®n que no lleg¨® a publicarse, Juan Ram¨®n afirma: ¡°Yo (como el grande Cervantes a los hombres) cre¨ªa y creo que a los ni?os no hay que darles disparates (libros de caballer¨ªas) para interesarles y emocionarles, sino historias y trasuntos de seres y cosas reales tratados con sentimiento sencillo, profundo y claro. Y esquisito¡±. A m¨ª en cambio me apasionaban entonces y tambi¨¦n ahora los ¡°libros de caballer¨ªas¡± ¡ªde los que me encanta hasta el nombre¡ª y todos esos disparates que incluyen aventuras ins¨®litas, intrigas, tormentas, piratas, monstruos y aullidos en la oscuridad. Y sin embargo me fascinaron las vi?etas en que se cuenta la amistad del borriquillo y el poeta en el decorado c¨¢lido del pueblo andaluz, con sus chispazos de gozos elementales y de tibia desolaci¨®n. A medio camino me salt¨¦ p¨¢ginas para llegar al momento temido de la muerte de Platero, ese disgusto inevitable que fue quiz¨¢ mi primer luto familiar.
As¨ª tropec¨¦ por fin con el estilo literario, es decir no con la manera de contar eficazmente algo en s¨ª mismo interesante sino con la forma pura y dura (dos adjetivos que al poeta de Moguer le gustan mucho, por cierto) que despierta inter¨¦s, cuente lo que cuente. Esa esquisitez, seg¨²n su peculiar ortograf¨ªa, en Platero y yo no implica amaneramiento alguno, porque Juan Ram¨®n era poeta cabal tambi¨¦n en prosa, aunque en otros he aprendido a temerla luego. ¡°Desde ni?o, Platero, tuve un horror instintivo al ap¨®logo, como a la Iglesia, a la guardia civil, a los toreros y al acorde¨®n¡±: comparto sus dos primeros horrores y a?ado otro, sobrevenido, por los literatos que hacen pagar al lector su esfuerzo en pos de la obra maestra. Pero hoy, volviendo a ese Platero al que no visitaba desde la ni?ez, me asombra cuantas im¨¢genes me dej¨® grabadas, como la del poeta enlutado de barba nazarena cabalgando la blandura gris del burro mientras los chiquillos le siguen gritando ¡°?el loco, el loco!¡±.
Tambi¨¦n recuerdo que Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo compuso un delicioso poemario con asno al fondo, titulado Al burro muerto¡ (Lucina).
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.