La explosi¨®n del directo
De Santiago de Chile a M¨¦xico, pasando por Buenos Aires o Bogot¨¢, los festivales musicales viven en Latinoam¨¦rica una eclosi¨®n sin precedentes
Juan Villoro est¨¢ sentado en un escenario rodeado de libros. Con gesto nervioso tamborilea sobre sus rodillas. El escritor, que tiene en M¨¦xico el aura de una estrella de rock, est¨¢ a minutos de debutar con Mientras Nos Dure El Veinte, grupo formado por veteranos del rock mexicano de Caifanes y La Casta?eda. Cantan una canci¨®n sobre j¨®venes pijos que forman una banda de punk que saca carcajadas a unas personas que sostienen en una mano una cerveza y en la otra un m¨®vil que graba la escena ocurrida en el Vive Latino, el festival de m¨²sica m¨¢s importante de M¨¦xico.
D¨ªas despu¨¦s, poco antes de la medianoche del 2 de abril, 32 a?os despu¨¦s de que un contingente de soldados argentinos desembarcara en las Malvinas, algo que hoy se festeja como fiesta nacional, Red Hot Chili Peppers terminan de interpretar Give it away ante m¨¢s de 70.000 personas en el Hip¨®dromo de San Isidro, al norte de Buenos Aires. Era una de las actuaciones m¨¢s esperadas de la primera edici¨®n del Festival Lollapalooza, en Buenos Aires, que se celebraba d¨ªas despu¨¦s de su hermano mayor de Santiago de Chile, que ya lleva tres ediciones, pero antes del de S?o Paulo, que ayer cerraba sus puertas de forma casi simult¨¢nea con el Festival Stereo Picnic de Bogot¨¢.
Vive Latino ha pasado en 15 a?os de 14.000 a 200.000 asistentes
Esta exuberancia de m¨²sica en directo es casi nueva. ¡°Los conciertos de rock estuvieron prohibidos en M¨¦xico. Cuando se hac¨ªa uno se armaba una revuelta popular¡±, cuenta Villoro. Nacido en 1956, recuerda el fracasado intento de The Byrds y Union Gap de presentarse en M¨¦xico en 1969. El concierto fue cancelado cuando los asistentes comenzaron a lanzar por los aires las sillas de madera colocadas, ingenuamente, para que la generaci¨®n de Woodstock se sentara a escuchar al grupo. ¡°Entre nosotros hab¨ªa gente que llegaba con un boleto de los Rolling Stones. Acarici¨¢bamos la entrada como si fuera la espada del rey Arturo¡±, dice Villoro. Atr¨¢s ha quedado la ¨¦poca donde se ten¨ªa que hacer largas expediciones para ver a ese grupo.
El Vive Latino ha acostumbrado a los mexicanos a tener la experiencia musical en vivo al alcance de la mano. Hoy casi tres de cada diez asistentes provienen de otros estados de M¨¦xico. Es uno de los grandes festivales que han colocado a Am¨¦rica Latina en el mapa. Los 15 a?os se festejan en M¨¦xico con magnanimidad. Las chicas que llegan a esa edad se compran vestidos de colores chillones y ensayan complejas coreograf¨ªas con un grupo de j¨®venes, Los Chambelanes, que la presentan en sociedad. El festival tambi¨¦n ha tirado la casa por la ventana. Han sido cuatro d¨ªas de m¨²sica provista por m¨¢s de 150 grupos donde se han desfogado las tensiones de clase que caracterizan a M¨¦xico. Aqu¨ª el heavy se cruza con el ska. Los que bailan electr¨®nica demuestran que tambi¨¦n saben canciones de m¨²sica norte?a.
Ese es parte del car¨¢cter singular que se ha forjado el Vive Latino en 15 a?os. ¡°En 1998 no ten¨ªamos referencias ni con quien compararnos. No hab¨ªa Coachella, el Lollapalooza era un festival itinerante. Exist¨ªan los festivales europeos de toda la vida. Hac¨ªamos un poco lo que se nos ocurr¨ªa¡±, cuenta el organizador Jordi Puig, que sigue el concierto en cuatro monitores, uno por cada escenario.
Nacido en EE UU, Lollapalooza tiene tres sedes en el sur del continente
En Buenos Aires el mencionado Lollapalooza triunf¨® a base de una organizaci¨®n impecable ¡ªlos tornos para controlar la entrada no los tuvieron ni que desembalar, de lo fluido que funcionaron los accesos¡ª, una lista de artistas que permite teorizar tanto sobre la muerte del rock como alrededor del futuro de todo esto, estupendos s¨¢ndwiches de bondiola y bandas como Vampire Weekend. Los precios aqu¨ª realizan una selecci¨®n socioecon¨®mica que restringe el origen de los asistentes que pueden permit¨ªrselo sin endeudarse.
La primera edici¨®n de Vive Latino no fue tan exitosa. ¡°No funcion¨®¡± en cuanto a audiencia. Naci¨® como una puerta al rock en espa?ol. Unas 14.000 personas asistieron a ver en su mayor¨ªa a los grupos del rock mexicano que iban en camino a la consagraci¨®n: Caf¨¦ Tacuba, Molotov, La maldita vecindad. En esa primera ocasi¨®n Miguel R¨ªos y Juan Perro fueron los invitados espa?oles. Este a?o, 200.000 personas asistieron al festival que tuvo representantes de Am¨¦rica, Europa y Ocean¨ªa.
Julieta Venegas est¨¢ inflando un globo de color negro para preparar el diafragma. Es domingo por la noche y est¨¢ a pocos minutos de subir al escenario. En su camerino se filtran notas de los Rebel Cats, un grupo de rockabilly de la ciudad de M¨¦xico. Venegas fue una de las pioneras del festival de noviembre de 1998, donde presentaba su primer disco. Ha sido testigo de c¨®mo el Vive Latino se ha transformado. ¡°Cada vez traen m¨¢s grupos anglosajones pero est¨¢n integrando m¨¢s estilos de m¨²sica popular latina como la cumbia y la norte?a. Eso lo hace m¨¢s interesante. No vas a ver a Los Tigres del Norte compartir escenario con Arcade Fire en Benicassim¡±, dice.
El festival que comenz¨® celebrando la relaci¨®n del castellano con el rock lleva seis a?os incorporando grupos anglosajones al cartel. La intrusi¨®n del ingl¨¦s en el principal festival latinoamericano no le impide seguir funcionando como escaparate para grupos desconocidos. ¡°El protagonista del Vive no es Placebo o Nine Inch Nails, es la banda que lucha por surgir¡±, dice Juli¨¢n Mej¨ªa, del grupo colombiano Consulado Popular. Para ellos estar en el festival mexicano era: ¡°una meta. Uno se sube al escenario del Vive siendo un poco amateur y se baja estando en otro nivel¡±, se?ala.
Babelia
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