Escribi¨® para que le quisieran sus amigos

Garc¨ªa M¨¢rquez fue, sin lugar a dudas, el escritor en lengua castellana m¨¢s importante del siglo XX y uno de los m¨¢s universales de toda la Historia. Su p¨¦rdida es hoy sentida por millones de personas. Para m¨ª significa, antes que nada, la ausencia de un amigo entra?able, insustituible. Recorrimos juntos los lugares m¨ªticos de Cartagena de Indias en donde se desvel¨® El amor en los tiempos del c¨®lera. Departimos largas noches con Fidel Castro en Cuba, y juntos viajamos a Nicaragua para asistir a la primera posesi¨®n de Daniel Ortega al frente del gobierno triunfante en la revoluci¨®n sandinista. Con Carlos Fuentes, Alvaro Mutis, Jos¨¦ Saramago, Sergio Ram¨ªrez, Hector Aguilar, Angeles Mastretta, Julio Ortega y tantos y tantos otros amigos entra?ables, escritores y periodistas, pol¨ªticos y empresarios, departimos durante noches sin fin en M¨¦xico, en Nueva York, en Barcelona, en Madrid. Nos ba?amos juntos en las aguas cristalinas de Menorca y particip¨¦ junto a ¨¦l en decenas de actos universitarios. Compartimos acuerdos y discrepancias con Felipe Gonz¨¢lez, Adolfo Su¨¢rez, Ricardo Lagos, Fernando Henrique Cardoso, Julio Maria Sanguinetti; me present¨® a Carlos Salinas reci¨¦n encaramado este a la silla del ?guila; corrigi¨® con desmesurada paciencia la biograf¨ªa que de ¨¦l publiqu¨¦ en el C¨ªrculo de Lectores; me dej¨® compartir caminatas, conversaciones, lecturas. Viv¨ª la enso?aci¨®n de participar de alg¨²n modo en sus andanzas. Conoc¨ª su bondad inigualable, su timidez oculta, su generosidad sin l¨ªmites. No creo haber respetado ni admirado tanto a ning¨²n otro artista de cuantos he conocido. Alcanz¨® la inmortalidad mucho antes de que le sobreviniera la muerte f¨ªsica. Tuvo una buena vida, una mujer inigualable y una familia hermosa. Siempre dijo que escrib¨ªa sobre todo para que le quisieran m¨¢s sus amigos. Hoy me siento inmensamente agradecido por haber tenido el inmenso privilegio de poder contarme entre ellos.