A ca?onazo limpio en la catedral
Toledo acoge la I Batalla de ?rganos, un combate entre siete instrumentos tricentenarios por el aniversario de El Greco
Es posible que mientras pintaba El expolio, escuchase el sonido de alguno de los cuatro ¨®rganos que hab¨ªa entonces en la catedral de Toledo. Puede que alguna de las piezas que inspiraron a los compositores que sonaron ayer fuesen banda sonora de su obra pict¨®rica, pese a que ¨¦l dejase escrito aquello de ¡°yo de m¨²sica no s¨¦¡±. En tiempos de El Greco, de quien se celebran estos d¨ªas los 400 a?os de su muerte, todav¨ªa no se hab¨ªa construido ninguno de los miles de tubos de esta?o y plomo que componen los siete majestuosos artefactos de viento que se escucharon ayer, quiz¨¢ por primera vez en total armon¨ªa, en la I Batalla de ?rganos. Pero el estruendo del choque evoc¨® de alguna forma sus tiempos de gloria. Aunque no fuera una guerra, m¨¢s bien una suerte de debate que termin¨® haciendo honores al elevado arte de la improvisaci¨®n, arrendatario de los teclados del mundo durante casi 400 a?os. Desde aquella iglesia de Leipzig a los clubes y tugurios de Nueva York; de Bach al jazz de nuestros d¨ªas.
Unas 1.200 personas, que agotaron las entradas puestas a la venta, abarrotaban ayer la catedral toledana para ver c¨®mo siete de sus diez ¨®rganos romp¨ªan el silencio ¡ªel peor enemigo de un instrumento, dec¨ªa uno de sus int¨¦rpretes¡ª al que fueron condenados en los ¨²ltimos a?os. Un espect¨¢culo (podr¨¢ verse otros d¨ªas con ciertas variaciones) organizado por la fundaci¨®n que celebra el centenario del pintor cretense y que ha logrado generar alrededor de toda la ciudad exitosos focos de inter¨¦s para este aniversario. Como las tres instalaciones (Tres aguas) de la artista Cristina Iglesias, situadas en distintos puntos de la ciudad; o la exposici¨®n de fotograf¨ªa/v¨ªdeo comisariada por Elena Ochoa Foster y coordinada con el gusto habitual de la galer¨ªa Ivorypress; o, por supuesto, la deslumbrante muestra dedicada al pintor, que ha reunido 125 de las alrededor de 300 pinturas de El Greco. Ayer, como lleva sucediendo las ¨²ltimas semanas, la efervescencia cultural que se viv¨ªa en Toledo recordaba a lo que debi¨® ser aquella ciudad imperial en la que El Greco fue su m¨¢s rutilante estrella.
Cuatro especialistas fueron los autores intelectuales de este duelo sonoro
Y quiz¨¢ sea todav¨ªa hoy el ¨²nico lugar del mundo donde pueda verse un espect¨¢culo de este tipo. No se conocen iglesias o catedrales con 10 ¨®rganos (tres no se tocaron ayer). Menos todav¨ªa con enormes artefactos como el Emperador, un ¨®rgano de 2.000 tubos ¡ªalgunos de hasta cinco metros de longitud¡ª colocado en la Puerta de los Leones, la entrada que usaba Carlos V para acceder directamente a la catedral con su carruaje, y que ayer se impon¨ªa una y otra vez con toda la furia de sus trompetas. O el Bergalonga, con un sistema de tuber¨ªa de 4.500 piezas construido en 1798, que son¨® escoltado por los registros agudos de los dos Realejos gemelos de 1713 y de su hermano mayor de 1721. Todo ello en la m¨¢s absoluta penumbra del atardecer para preservar a los instrumentos de los cambios de temperatura provocados por el calor de la iluminaci¨®n.
Cuatro especialistas (los italianos Patricia Salvini y Paulo Oreni, y Baptiste-Florian Marle-Ouvrand y Juan Jos¨¦ Montero) fueron los autores intelectuales de este duelo sonoro. De entre todos ellos, sin embargo, sobresal¨ªa Montero, que no pod¨ªa ocultar la enorme satisfacci¨®n de su descomunal trabajo en los ¨²ltimos seis meses para afinar los m¨¢s de 10.000 tubos que ayer cumplieron perfectamente con su obligaci¨®n 300 a?os despu¨¦s. De rescatarlos, en algunos casos, de una avanzada ruina. Montero, toledano de nacimiento, correte¨® de ni?o por la catedral y conoc¨ªa mejor que nadie los tesoros que escond¨ªa. Por eso invit¨® a los otros tres virtuosos del ¨®rgano (ninguno tiene m¨¢s de 30 a?os y ayer segu¨ªan las partituras desde sus iPads) y se arremang¨® para poner a punto los instrumentos. Primero tuvo que establecer el diapas¨®n, luego retocar mediante conos de afinaci¨®n el molde de cada uno de ellos hasta alcanzar el sonido deseado seg¨²n la escala Balotti. Y todo ello teniendo en cuenta los enormes cambios de temperatura y la endiablada ac¨²stica de una catedral. Toda una heroicidad musical.
El trabajo para afinar los 10.000 tubos ha llevado seis meses
As¨ª, durante casi dos horas, los organistas desgranaron un repertorio que arranc¨® con la Batalla Imperial de Primer Tono, de J.B.J. Cabanilles. Cuatro ¨®rganos reparti¨¦ndose la partitura y escupiendo su descomunal potencia desde las trompetas (las tuber¨ªas colocadas de forma horizontal a la manera espa?ola), como si fueran ca?ones de barcos, acentuando esa sensaci¨®n de una lucha culminada con el triunfo final plasmado a trav¨¦s de un caracter¨ªstico comp¨¢s ternario. Sonaron Haendel, Frescobaldi, Tres sonatas de Scarlatti o el Concerto para tres c¨¦mbalos en Do Mayor BWV de Bach (el compositor ten¨ªa 28 a?os cuando se construyeron los ¨®rganos Realejos que ayer lo celebraban). El desenlace de toda esta suerte de delicioso experimento fue un duelo de cuatro organistas sobre la base del Aleluya Moz¨¢rabe de Toledo. Una pieza que sirvi¨® de hilo conductor para desatar la improvisaci¨®n del combate definitivo y clausura del concierto. Una melod¨ªa que ya son¨® en obras de Alonso Lobo y Alonso de Tejada hace cuatro siglos, polifonistas con los que El Greco hubo de coincidir ¡ªpuesto que dirigieron la capilla de la Catedral Primada¡ª en el esplendor de unos d¨ªas que ayer recuperaron su brillo desde las teclas de hueso y ¨¦bano de sus siete ¨®rganos.
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