Una locura maravillosa
En su segundo toro, Iv¨¢n Fandi?o tir¨® la muleta y entr¨® a matar sin defensa Hizo gala de su extraordinaria disposici¨®n, y tore¨® con pureza y mando
El p¨²blico de Las Ventas, entusiasmado con la faena vibrante, temperamental y arrebatadora de Fandi?o al bravo y encastado toro quinto de la tarde, se qued¨® de piedra cuando el torero tir¨® la muleta y se perfil¨® para matar sin defensa alguna a metro y medio de dos perchas astifinas que asustaban desde el tendido. ¡°Est¨¢ loco¡±, pens¨® la plaza entera. Y Fandi?o, entre el silencio ensordecedor de la tensi¨®n extrema, se tir¨® materialmente sobre el morrillo del animal, que lo encun¨® entre los pitones, lo lanz¨® hacia el cielo hasta dar una vuelta de campana completa antes de estrellarse contra la arena. El torero se levant¨® movido por un resorte para comprobar, feliz, que la espada estaba enterrada en todo lo alto. Y los tendidos, de forma un¨¢nime, estallaron en un grito emocionado, expulsado del alma, incapaz a estas alturas de aguantar tanta turbaci¨®n. ?Maravillosa locura¡!
PARLAD? / EL CID, FANDI?O, TERUEL
Toros de Parlad¨¦, bien presentados, cumplidores en los caballos, a excepci¨®n del manso segundo; encastados, fieros y ¨¢speros. Noble el primero y bravo el quinto. Una corrida de alto inter¨¦s.
Manuel Jes¨²s El Cid: dos pinchazos, estocada ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (silencio); media (silencio).
Iv¨¢n Fandi?o: estocada (oreja); estocada sin muleta ¡ªaviso¡ª y dos descabellos (oreja). Sali¨® a hombros por la Puerta Grande.
?ngel Teruel: estocada ¡ªaviso¡ª (silencio); media ¡ªaviso¡ª y un descabello (silencio).
Plaza de Las Ventas. 13 de mayo. Cuarta corrida de feria. Casi lleno.
Hac¨ªa tiempo que no se viv¨ªa un momento tan arrebatador como el que protagoniz¨® Iv¨¢n Fandi?o, que expuso la vida de verdad, y apost¨® sin dudarlo entre la puerta grande o la enfermer¨ªa. Solo una inmensa suerte impidi¨® que los pitones hicieran carne, la misma que le falt¨® para que el toro cayera con rapidez, lo que hubiera supuesto el premio incontestable de las dos orejas. Sea como fuere, Fandi?o fue ayer un aut¨¦ntico h¨¦roe, un loco ¡ªpara hacer lo que hizo no se puede estar muy cuerdo¡ª y un torerazo de los pies a la cabeza.
Pero antes de esa conmoci¨®n general, el torero hab¨ªa hecho gala de su extraordinaria disposici¨®n, y hab¨ªa toreado con pureza y mando a un toro encastado y fiero que exig¨ªa un diestro muy bien plantado y con las ideas muy claras. La locura, entonces, fue inteligencia verdadera, valor sin cuento y entrega sin l¨ªmites. Comenz¨® la faena de muleta con dos pases cambiados por la espada muy ce?idos que cerr¨® con un vistoso pase del desprecio. Tom¨® la mano zurda y con ella dibuj¨® cuatro tandas de naturales largos, profundos, emotivos y magn¨ªficamente abrochados con el de pecho. Dos m¨¢s del mismo tenor con la derecha, y el toro que segu¨ªa queri¨¦ndose comer la muleta en cada cite. Y cuando Las Ventas rug¨ªa entusiasmada, va Fandi?o y tira la muleta. ¡°Este t¨ªo est¨¢ loco¡¡±. Claro que s¨ª, enfermo de una maravillosa locura.
Ovaci¨®n y pitos
Fandi?o se jug¨® la vida y gan¨® la gloria.
El gran El Cid fue la imagen de la impotencia.
Pero el discurso magistral de Fandi?o hab¨ªa comenzado en su primero, un manso encastado, fiero y ¨¢spero, al que le aguant¨® lo inaguantable en tres tandas con la derecha, siempre citando de lejos, y viendo venir una mole enrazada a la que consigui¨® doblegar con mando y quietud. Sigui¨® por naturales y sorte¨® las embestidas cabeceantes y violentas del toro en una labor arriesgada, presidida por el valor seco, el oficio y la seguridad. No hubo cl¨ªmax, pero se le reconoci¨® su decidida actitud para el triunfo.
Un problema de actitud; esa fue, quiz¨¢, la contrariedad que mostr¨® El Cid toda la tarde: que lleg¨® con pocas ganas, con el ¨¢nimo bajo, vencido, con la imagen de la derrota en el semblante. Quiz¨¢, no, pero ese fue el mensaje que el torero transmiti¨® a los tendidos. No se acopl¨® a la ver¨®nica con su noble primero, y no se sinti¨® seguro con la muleta en las manos, muy despegado, siempre ayud¨¢ndose con el estoque simulado, y unas prisas extra?as por salir del terreno del toro. A Manuel Jes¨²s le pudo la impotencia. Y otro tanto le sucedi¨® ante el cuarto, m¨¢s ¨¢spero y bronco que el otro, con el que se mostr¨® desconfiado en exceso. Ya lo dijo alguien: quiz¨¢, no volvamos a ver nunca m¨¢s a El Cid glorioso de otra ¨¦poca.
Y ?ngel Teruel es torero fr¨¢gil, fino, elegante y poco placeado. Torero de detalles, que los tuvo. No se enfad¨®, y dej¨® aislados destellos de clase, alg¨²n dibujo al natural y la sensaci¨®n de que as¨ª nunca romper¨¢. La verdad es que tampoco le ayud¨® la explosi¨®n arrebatadora de un loco maravilloso.
La corrida de hoy
Toros de La Palmosilla, para Juan Jos¨¦ Padilla, Manuel Escribano y Joselito Adame (confirma alternativa).
Babelia
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