El cardenal Cisneros, un hombre fuerte en una era crucial
Una biograf¨ªa firmada por Joseph P¨¦rez, reci¨¦n premiado con el Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales, analiza las luces y sombras del poderoso l¨ªder religioso y pol¨ªtico
Dado que disponemos de una completa biograf¨ªa del cardenal Francisco Xim¨¦nez de Cisneros gracias a la considerable obra de Jos¨¦ Garc¨ªa Oro (dos vol¨²menes publicados en 1992-1993 por la Biblioteca de Autores Cristianos), el conocido y prestigioso hispanista Joseph P¨¦rez, reci¨¦n premiado con el Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales, ha podido prescindir de gran parte de los aspectos concretos de su trayectoria vital para centrarse en las cuestiones m¨¢s relevantes y m¨¢s debatidas de la obra del personaje, considerado en su doble vertiente de estadista y eclesi¨¢stico, que era la opci¨®n m¨¢s plausible de todas las que se ofrec¨ªan a la hora de revisitar a una figura tan significativa de un momento crucial de la historia de Espa?a.
En la introducci¨®n el autor se?ala las etapas en que puede considerarse dividida su vida: unos ¡°a?os oscuros¡± (casi sesenta si aceptamos 1436 como la incierta fecha de su nacimiento) y unos a?os de actividad p¨²blica: algo m¨¢s de veinte, desde su promoci¨®n a arzobispo de Toledo (1495), siguiendo por su nombramiento como cardenal e inquisidor general (1507) y su desempe?o como gobernador de Castilla (en 1506-1507 y 1516-1517) hasta su muerte en Roa cuando andaba en demanda del rey y futuro emperador Carlos V. Veinte a?os durante los cuales su autoridad se hizo sentir en todo el reino, donde fue el verdadero ¡°hombre fuerte¡± de la pol¨ªtica y de la Iglesia, y donde realiz¨® las principales obras que le han valido el reconocimiento de la posteridad: el mantenimiento de la autoridad, la reforma eclesi¨¢stica, la pol¨ªtica norteafricana, la fundaci¨®n de la Universidad de Alcal¨¢ y el impulso para la publicaci¨®n de la Biblia Pol¨ªglota Complutense.
En su aproximaci¨®n a la figura de su biografiado, Joseph P¨¦rez emite una valoraci¨®n general favorable, recurriendo incluso al apoyo de una frase ocasional de Pierre Vilar, que hac¨ªa del cardenal un hombre moderno, ¡°quiz¨¢s el m¨¢s perspicaz y progresista¡± de la Europa de su tiempo. Sin embargo, tras esta primera declaraci¨®n gen¨¦rica, el hispanista analiza no solo las luces, sino tambi¨¦n las sombras, de un personaje al que enjuicia (despu¨¦s de dejar asentada la pulcritud de su vida privada, ejemplar en la pr¨¢ctica de la ascesis cristiana) sobre todo como eclesi¨¢stico reformador y como estadista en tiempos dif¨ªciles.
En el plano de la reforma de la Iglesia, el autor pone de relieve los esfuerzos de Cisneros a favor de la promoci¨®n moral e intelectual del clero, especialmente en su di¨®cesis toledana, donde trat¨® de imponer una conducta ejemplar tanto a los can¨®nigos de la catedral como a los sacerdotes dedicados a la cura de almas (atacando la relajaci¨®n de las costumbres, la pr¨¢ctica del concubinato, el absentismo generalizado, el abandono de la catequesis y dem¨¢s deberes de su ministerio), as¨ª como de procurar la elevaci¨®n del nivel cultural de los pastores que deb¨ªa repercutir en el progreso de la formaci¨®n religiosa de sus feligreses. Sin embargo, los resultados obtenidos fueron bien parcos, si estudiamos la situaci¨®n del clero del Siglo de Oro, aquejado en gran manera de los mismos vicios que el cardenal trat¨® de combatir con un denodado esfuerzo.
Esta batalla est¨¢ de alguna manera vinculada a su mayor creaci¨®n en el terreno cultural, la Universidad de Alcal¨¢ de Henares y su producci¨®n m¨¢s emblem¨¢tica, la Biblia Pol¨ªglota Complutense. Tanto el prestigioso centro universitario como su realizaci¨®n estelar no respondieron, sin embargo, a un objetivo estrictamente humanista, sino que, como ya se?alara Marcel Bataillon, fueron un instrumento puesto al servicio de la formaci¨®n del clero y de la mejor comprensi¨®n de la Biblia y de la teolog¨ªa positiva. Aunque hay que decir que estos prop¨®sitos tampoco fueron ajenos a algunos humanistas.
Esta orientaci¨®n emana de la inspiraci¨®n fundamental que subyace en la obra del cardenal Cisneros, m¨¢s cercana a las corrientes del mesianismo de la observancia franciscana, del misticismo de Ramon Llull y del milenarismo de Girolamo Savonarola. Una orientaci¨®n puesta de manifiesto en su comportamiento durante su estancia en el reino de Granada, donde se enfrent¨® con inusitada intolerancia al problema de los elches (cristianos convertidos al islam), forz¨® con violencia el bautismo de los moros y se entreg¨® con pasi¨®n a la quema p¨²blica de libros musulmanes en la plaza de Bibarrambla, hasta el punto de incurrir en la desaprobaci¨®n expl¨ªcita de los Reyes Cat¨®licos por una actuaci¨®n que el autor califica de ¡°brutal¡± frente a los m¨¦todos m¨¢s contemporizadores de Hernando de Talavera. Y tambi¨¦n presente en el esp¨ªritu de cruzada que impuls¨® toda su pol¨ªtica norteafricana, con los resultados efectivos de la toma de Mazalquivir, Or¨¢n, Bug¨ªa y Tr¨ªpoli, ya que el objetivo final avizorado era la reconquista del ?frica que hab¨ªa sido cristiana bajo san Agust¨ªn y naturalmente la ocupaci¨®n de Tierra Santa.
Finalmente, Cisneros aparece como un verdadero hombre de Estado. No puede exagerarse el significado de su actuaci¨®n en el ojo del hurac¨¢n de una ¨¦poca especialmente agitada, jalonada por la muerte de la reina Isabel, el ascenso al trono de su hija Juana casada con Felipe el Hermoso, la muerte de este ¨²ltimo, la incapacidad de su viuda, la injerencia del rey Fernando de Arag¨®n en los asuntos castellanos, la muerte de Fernando, la proclamaci¨®n de Carlos de Gante como rey, la infructuosa cabalgata del cardenal para salir al encuentro del nuevo monarca.
Sobre todo, Joseph P¨¦rez destaca su sentido, m¨¢s que de servicio al rey, de servicio al reino, m¨¢s que de lealtad din¨¢stica, de lealtad a los s¨²bditos. La pol¨ªtica estaba ¡°destinada principalmente a la defensa del bien com¨²n, de la justicia y del orden p¨²blico, situ¨¢ndose siempre por encima de las facciones y de los partidos¡±. Y los pol¨ªticos deb¨ªan huir ante todo del monstruo de la corrupci¨®n, pues, como dec¨ªa el cardenal, ¡°¨¦l sab¨ªa que muchos hab¨ªan venido a la casa real con muy poca hacienda y que, puestos en oficios, desde cuatro o cinco a?os, labraban grandes casas, compraban haciendas y hac¨ªan mayorazgos (¡) de manera que (¡) o lo robaban al rey o al reino, y que era gran cargo de conciencia del pr¨ªncipe consentirlo¡±. Una advertencia que, cinco siglos despu¨¦s, podr¨ªa serle de aplicaci¨®n al actual Gobierno de Espa?a.
Cisneros, el cardenal de Espa?a. Joseph P¨¦rez. Taurus. Madrid, 2014. 368 p¨¢ginas. 20 euros
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