El cine se vuelve vertical
La pel¨ªcula que se convierte en la experiencia de tu vida, esa historia jam¨¢s contada, ese enfoque dram¨¢tico nunca visto, esa elipsis rompedora que obliga a reconfigurar el cerebro... Del Festival de Cannes siempre se esperan cosas as¨ª, y ayer se produjo uno de esos momentos. Cuando comenz¨® Mommy, quinta pel¨ªcula del jovenc¨ªsimo Xavier Dolan, de 25 a?os, hubo incluso alg¨²n espectador despistado que lanz¨® silbidos de aviso para reclamar que se hab¨ªan equivocado en la relaci¨®n de aspecto en la proyecci¨®n. Pero no, Mommy est¨¢ hecha en formato vertical, yendo de este modo a¨²n m¨¢s all¨¢ de lo que siempre se ha llamado formato cuadrado (el 1.37:1; el de Ida y El gran hotel Budapest, por ejemplo), quedando configurada la pantalla casi como una especie de enorme iPhone colocado en posici¨®n vertical.
El formato de ¡®Mommy¡¯ del joven canadiense Xavier Dolan, aprisiona
Ese momento, impagable, solo fue superado por un cambio en la relaci¨®n de aspecto, exactamente a la hora y veinte de metraje, con el que se pasaba de ese vertical al habitual panor¨¢mico horizontal, fundiendo a la perfecci¨®n el fondo y la forma de la historia, lo que provoc¨® incluso aplausos del p¨²blico en medio de la proyecci¨®n. Eso s¨ª, que el formato sea novedoso, y que haya que valorar el atrevimiento, casi insolencia, de este ni?o terrible del cine canadiense y mundial, no significa que la decisi¨®n, y la pel¨ªcula que lleva dentro esa decisi¨®n, aglutinen una obra maestra, ni siquiera una gran pel¨ªcula. As¨ª, el formato obliga a Dolan a hacer malabarismos con la puesta en escena, y salvo en un pu?ado de momentos, los menos, donde la est¨¦tica de la dimensi¨®n forma encuadres de una gran belleza, en el resto la planificaci¨®n parece cojitranca. Y aunque sea cierto que Dolan juega a eso, a encerrar al protagonista en un encuadre que le aprisiona, aguantar dos horas y cuarto de gritos constantes en un formato no del todo est¨¦tico acaba aprisionando. Y no al personaje, sino al que lo ve.
Regreso al territorio tem¨¢tico de su debut, Yo mat¨¦ a mi madre, realizada a los 20 a?os, Mommy cuenta la relaci¨®n entre la progenitora del t¨ªtulo y su hijo adolescente: desbocado, chill¨®n, profundamente violento y con tendencia a una cargante imbecilidad. Como en Los amores imaginarios y, sobre todo, Laurence Anyways, Dolan muestra su capacidad visual y su categor¨ªa para conjugarla con las m¨²sicas, pero, una vez m¨¢s, al tratamiento tem¨¢tico le falta trascendencia real. Y aunque sorprenda tambi¨¦n con un interesante elemento dist¨®pico, en torno a un futuro inmediato donde el Gobierno canadiense se har¨ªa cargo, por ley, de los adolescentes problem¨¢ticos, el subtexto parece desperdiciado m¨¢s all¨¢ de una ¨²nica secuencia.
Ken Loach presenta ¡®Jimmy¡¯s Hall¡¯, y, como siempre, dispara con bala
Los t¨ªtulos de cr¨¦dito de Jimmy's Hall, nueva pel¨ªcula de Ken Loach, son ya un cat¨¢logo de intenciones. Con m¨²sica tradicional americana de fondo, a la imagen de la estatua de la Libertad le siguen algunos de los s¨ªmbolos de la fusi¨®n entre capitalismo y clase trabajadora en Estados Unidos: los obreros de los grandes rascacielos construidos a principios del siglo XX, en el alambre entre el triunfo y la derrota. Tras ellas, fotos de la Gran Depresi¨®n, de las colas para recibir las cartillas de racionamiento, de la gente, quiz¨¢ esos mismos obreros entre el cielo y el infierno, durmiendo en plena calle, entre cartones. Loach siempre dispara con bala. Y no puede tener m¨¢s actualidad en esta ¨¦poca de depresi¨®n econ¨®mica.
El filme del director brit¨¢nico tiene gran actualidad en esta ¨¦poca de crisis
Jimmy Gralton, el del t¨ªtulo de la pel¨ªcula, es un hombre tranquilo, como el John Wayne de la inmortal obra de John Ford, que vuelve a Irlanda, tras una d¨¦cada en la tierra de las oportunidades. Los primeros minutos de pel¨ªcula son una especie de Innisfree ideologizado, pero pronto la historia deriva menos hacia la melancol¨ªa y m¨¢s hacia la cr¨ªtica de la intolerancia. Y la figura de Gralton, l¨ªder del partido comunista irland¨¦s, le sirve a Loach una vez m¨¢s para mostrar su maestr¨ªa en las escenas de grupo, de discusi¨®n o de fiesta, donde la naturalidad con la que se mueve la c¨¢mara supone el mejor exponente de una bonita pel¨ªcula de denuncia que, por una vez, tiende m¨¢s hacia el aspecto cultural (la m¨²sica) que hacia el pol¨ªtico.
Mientras, en la secci¨®n Una cierta mirada se present¨® La sal de la tierra, documental de Wim Wenders sobre la figura art¨ªstica y humana del fot¨®grafo brasile?o Sebasti?o Salgado, codirigido por el hijo de este, Juliano. Como un duelo de pistoleros armados de sendas c¨¢maras, este fabuloso relato art¨ªstico, social, antropol¨®gico y etnogr¨¢fico est¨¢ guiado tanto por Wenders, siempre en off, como por el propio Salgado, tanto en off como en un poderoso primer plano mirando al objetivo, fotografiado con su propio estilo de luz. Como suele ocurrir con los documentales del director alem¨¢n (de Rel¨¢mpago sobre el agua a The soul of a man, pasando por Buena Vista Social Club), sus piezas son un prodigio de manejo del tiempo secuencial y del plano.
¡®La sal de la tierra¡¯ de Wim Wenders aborda la figura de Sebasti?o Salgado
Wenders vuelve as¨ª a un festival que le proporcion¨® una Palma de Oro por Par¨ªs, Texas. De eso hace exactamente 30 a?os. Quiz¨¢ dentro de otros 30 regrese por aqu¨ª Xavier Dolan, que para entonces ser¨¢ un cincuent¨®n. Aunque esperemos que no sea con una pel¨ªcula con forma de tri¨¢ngulo escaleno.?
Babelia
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