Tardi busca la guerra en los detalles
El dibujante retrata la Gran Guerra, en la que trabaja desde hace 40 a?os, con terror¨ªfica precisi¨®n Sus tebeos, el ¨²ltimo 'Puta guerra', son una referencia para entender lo que ocurri¨®
Se ha impuesto como la gran referencia para entender lo que ocurri¨® en las trincheras de la I?Guerra Mundial. No es un historiador, ni un autor de documentales, ni un novelista. Se trata de Jacques Tardi (Valence, 1946), un dibujante de tebeos que, desde su casa del este de Par¨ªs, a unas zancadas del cementerio de P¨¨re-Lachaise, ha logrado recrear como nadie el horror y el absurdo del conflicto a trav¨¦s de historias de poilus ¡ª"peludos", el nombre que recib¨ªan los soldados franceses, que podr¨ªa traducirse como "machotes"¡ª. El ¨²ltimo Festival del c¨®mic de Angulema le dedic¨® una exposici¨®n y acaba de inaugurarse otra muestra en Par¨ªs en la que pueden verse las planchas originales de Puta guerra (2014), su obra magna sobre el conflicto junto a La guerra de las trincheras (1993), ambas editadas por Norma, que ha publicado la mayor parte de su obra. El 1 de enero de 2013 se enter¨® de que hab¨ªa recibido la m¨¢xima condecoraci¨®n que otorga el Estado franc¨¦s, la Legi¨®n de Honor. Dentro de una antigua tradici¨®n de la que participan grandes santones como Jean-Paul Sartre, Albert Camus o Simone de Beauvoir ¡ªJacques Pr¨¦vert dijo: "Rechazar la Legi¨®n de Honor est¨¢ muy bien, pero es mejor no haberla merecido"¡ª, declin¨® la medalla y se ha negado a participar en la conmemoraci¨®n del centenario del principio del conflicto, el acontecimiento del a?o en Francia, pese a que recibi¨® el encargo de elaborar un fresco.
En un reciente viaje a Madrid, el dibujante estadounidense Joe Sacco, que acaba de publicar un original panorama de la batalla del Somme, aseguraba que nadie hab¨ªa trabajado como ¨¦l ese tema. "Un¨¢nimemente saludados por los historiadores por la precisi¨®n y el rigor de su testimonio, sus ¨¢lbumes son una referencia", se?alaba el cat¨¢logo de la exposici¨®n de Angulema, titulada Tardi y la Gran Guerra. "Este trabajo de aut¨¦ntico archivero se centra en la vida cotidiana de los soldados y el horror de la realidad de las trincheras", agrega el texto del cat¨¢logo. Junto a su esposa, la cantante Dominique Grange, ha montado un espect¨¢culo que mezcla la m¨²sica con la presentaci¨®n de im¨¢genes y la lectura de textos con el que viajar¨¢ por Canad¨¢, Alemania y Reino Unido.
Lo que rechazaban los fusilados era combatir en las circunstancias en las que estaban, a las ¨®rdenes de oficiales in¨²tiles
"Cada detalle es muy importante porque los objetos nos cuentan la guerra", asegura en su estudio y vivienda, una antigua f¨¢brica con amplios espacios llenos hasta los topes de libros, objetos, archivos, colecciones de fotograf¨ªas, pel¨ªculas, documentales. Hasta tiene un poilu ¡ªun maniqu¨ª, se entiende¡ª perfectamente uniformado, con casco y fusil. Su cuidado del detalle es obsesivo, y junto a su colaborador, el investigador Jean-Pierre Verney, con el que cofirma Puta guerra, han hecho avanzar la comprensi¨®n de lo que ocurri¨® en el Frente Occidental entre 1914-1918 y de los sufrimientos que padecieron los soldados. "Muy poca gente sabe que en el equipo que se entregaba a los uniformados franceses al principio de la guerra no hab¨ªa calcetines. No es dif¨ªcil imaginar lo que unas botas de cuero duro nuevas hac¨ªan con sus pies en pleno verano. No entraron en el uniforme reglamentario hasta 1915. Es criminal", explicaba Tardi en Par¨ªs el jueves de la semana pasada, un d¨ªa despu¨¦s de la inauguraci¨®n de su exposici¨®n en la sede del Partido Comunista Franc¨¦s, un ic¨®nico edificio de Oscar Niemeyer.
Tardi lleva 40 a?os trabajando sobre el tema, desde que, hace 40 a?os, le ofreci¨® una historieta a Goscinny para la revista Pilote que el creador de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix le rechaz¨®. "Hablar entonces de esta guerra era como poner en duda a los veteranos que hab¨ªamos visto cada a?o el 11 de noviembre", explica este dibujante de barba y pelo blancos, fumador empedernido, con una merecida fama de hura?o, aunque, rodeado de sus objetos y sus gatos, en su lugar de trabajo, se muestra abierto y casi encantador. Nunca ha dejado de dibujar sobre la Gran Guerra, pero, dado que son episodios cortos e independientes, lo alterna con sus series m¨¢s famosas, como Ad¨¨le Blanc-Sec o la adaptaci¨®n de las novelas negras de L¨¦o Malet protagonizadas por Nestor Bruma.
"Hay que verificarlo todo; si no, no se puede dibujar, y en eso es esencial Verney. Primero tengo que decir que no es historiador y a los historiadores oficiales no les gusta que sea citado como historiador. Es documentalista, un tipo que desde ni?o recorr¨ªa los campos de batalla. Empez¨® a coleccionar cosas. Y desde la salida de La guerra de las trincheras, se puso en contacto conmigo para decirme que hab¨ªa detalles que estaban mal y que pod¨ªa ayudarme. Me hablaba de una colecci¨®n con mucho material. Al principio tuve bastantes recelos porque imaginaba a un loco de las armas, pero me pudo la curiosidad. No ca¨ª sobre un obseso de las armas, sino sobre alguien que abordaba la guerra como yo", explica Tardi, quien vuelve a insistir sobre la importancia que concede a cada detalle. "Los pantalones rojos de los uniformes franceses al principio de la guerra nos cuentan una historia: envi¨¢bamos a esos j¨®venes al frente con un color que se ve¨ªa perfectamente. Ten¨ªamos un ej¨¦rcito con el que quer¨ªamos ganar una guerra, pero no empezamos muy bien que se diga. Hay que denunciar todo esto y por eso hay que estudiar los objetos. Si se mira, por ejemplo, el equipo para comer, se descubre que es mucho peor que el de los alemanes. Otro objeto importante era el limpiaculos, una pala de madera que utilizaban los soldados porque, naturalmente, no hab¨ªa papel en las trincheras".
"Si tengo una secuencia con una ametralladora, Verney la trae y la ponemos sobre la mesa. Mucho mejor que una fotograf¨ªa. Pero no se para ah¨ª, porque hay que saber c¨®mo funcionaba, c¨®mo se sujetaba, que hac¨ªa falta agua para enfriarla, d¨®nde ten¨ªa las municiones. Entonces me trae el manual de mantenimiento", se?ala antes de lanzar una nueva diatriba a favor del trabajo de documentaci¨®n a cuenta de Senderos de gloria. "Estoy de acuerdo con el fondo, claro, pero la pel¨ªcula est¨¢ llena de errores: las trincheras no eran as¨ª, son demasiado anchas. El castillo donde se celebra el consejo de guerra es de estilo barroco b¨¢varo porque el filme est¨¢ rodado en Alemania. Y los fusiles son rusos. Me dicen que son cosas de las que solo me doy cuenta yo, pero son importantes. No veo en qu¨¦ la documentaci¨®n ser¨ªa mala para la pel¨ªcula".
Su obra y su conversaci¨®n son una mina de informaci¨®n sobre el conflicto. "Empezaron durante aquella guerra los bombardeos contra civiles, gracias a los zepelines, pero tambi¨¦n a la artiller¨ªa", explica antes de dibujar una de las armas alemanas m¨¢s potentes: un ca?¨®n gigantesco que 100 hombres operaban sobre ra¨ªles. Disparaban contra objetivos situados a 100 kil¨®metros y el proyectil casi entraba en ¨®rbita. "Llegaron a alcanzar l'?le de la Cit¨¦", se?ala. Los planos fueron destruidos y nunca se encontraron, como tampoco aparecieron restos del ca?¨®n. Un ingeniero canadiense lleg¨® a reconstruirlos. "Pero apareci¨® muerto en un hotel de Oriente Pr¨®ximo. Una de las hip¨®tesis es que fue asesinado por el Mosad porque pretend¨ªa vender los planos a Sadam Husein", se?ala.
La I Guerra Mundial es infinita, pero sobre todo es infinito el dolor que caus¨® uno de los momentos m¨¢s absurdos y sangrientos de la historia de la humanidad. Al final de La guerra de las trincheras recuerda las cifras: 35 pa¨ªses contendientes, 10 millones de muertos, 70 millones de combatientes. "?Cu¨¢ntos heridos? ?Cu¨¢ntas viudas? ?Cu¨¢ntos hu¨¦rfanos?". Entre las tumbas de Edith Piaf, Yves Montand o Jim Morrison del P¨¨re-Lachaise, siempre con flores y mensajes, el visitante se encuentra con un peque?o mausoleo, mucho m¨¢s discreto, en el que puede leerse: "Doctor Ponroy. M¨¦dico des gueules cass¨¦es", las "caras rotas", que Tardi ha dibujado con un realismo estremecedor en una serie de planchas de Puta guerra. Simbolizan los dos aspectos opuestos del progreso en la I Guerra Mundial: por un lado, nuevas armas, nuevos gases capaces de provocar m¨¢s muertos, heridas m¨¢s profundas y dolorosas (no hay que olvidar que el objetivo de un arma de guerra es herir m¨¢s que matar, porque un muerto se deja atr¨¢s y un herido ralentiza un Ej¨¦rcito), y por otro lado, extraordinarios avances en la medicina (es algo que ocurre en todos los grandes conflictos), que permitieron salvar a muchos hombres que quedaron horriblemente desfigurados. Se calcula que volvieron a Francia entre 10.000 y 15.000 gueules cass¨¦es, que retrat¨® el pintor alem¨¢n Otto Dix y que protagonizan la novela de Marc Dugain El pabell¨®n de los oficiales (1998), llevada al cine por Fran?ois Dupeyron. La loter¨ªa nacional francesa fue creada para tratar de ayudarles en 1933. "Representan el ejemplo m¨¢ximo de los que no volvieron indemnes. No murieron, pero regresaron con un aspecto terror¨ªfico. Los escondieron, sent¨ªamos verg¨¹enza de esa gente a la que, sin embargo, hab¨ªamos enviado al frente. En la mayor¨ªa de los casos, sus mujeres les abandonaron. Estaban en instituciones, muchos acabaron en la calle", explica Tardi.
Poca gente sabe que en el equipo que se entregaba a los uniformados franceses al principio de la guerra no hab¨ªa calcetines
Un asunto que estudia a fondo en su obra son los fusilados para dar ejemplo. Francia fue el pa¨ªs que m¨¢s soldados envi¨® al pared¨®n por negarse a luchar ante el enemigo durante la Gran Guerra: 740, que todav¨ªa no han sido rehabilitados de forma colectiva. Con motivo del centenario, el historiador Antoine Prost recibi¨® el encargo oficial de elaborar un informe sobre el asunto que present¨® al Gobierno, y el Partido Comunista Franc¨¦s tiene la intenci¨®n de presentar en junio un proyecto de ley para que se apruebe una rehabilitaci¨®n colectiva. La pol¨¦mica en torno a los fusilados demuestra hasta qu¨¦ punto la I Guerra Mundial sigue siendo un asunto abierto. "Entre los fusilados hab¨ªa muchos que se hab¨ªan negado a combatir, acusados de amotinarse, aunque no es un t¨¦rmino exacto. Creo que la palabra correcta es huelga porque no rechazaban combatir. Lo que rechazaban era combatir en las circunstancias en las que estaban, a las ¨®rdenes de oficiales in¨²tiles".
Tardi relata en Puta guerra las rebeliones que estallaron tras la desastrosa ofensiva que planific¨® el general Nivelle conocida como la Batalla del Camino de las Damas (Kubrick se inspir¨® de este episodio en Senderos de gloria). "Nivelle era un incapaz y la ¨²nica idea que se le ocurre es lanzar oleadas de ataques sin ning¨²n resultado. Si uno va sobre el terreno, se constata que era imposible: los franceses ten¨ªan que subir una cuesta muy elevada, cuando tiraban granadas ca¨ªan sobre ellos. Tenemos entonces a los soldados que se negaban a combatir, pero tambi¨¦n se fusilaron asesinos, violadores, criminales. Lo que dice el Gobierno es que est¨¢n dispuestos a rehabilitarlos, pero caso por caso. Pero los archivos han desaparecido".
Si lleg¨® a la Gran Guerra por los relatos que le cont¨® su abuela paterna sobre los sufrimientos de su abuelo en las trincheras, ahora est¨¢ trabajando en la II Guerra Mundial para narrar la historia de su padre, militar franc¨¦s y prisionero de guerra de los alemanes. Ya ha publicado el primer volumen, Yo, Ren¨¦ Tardi, prisionero de guerra en Stalag IIB. "Es la misma guerra que ha continuado", asegura. "Por eso, si queremos comprender el mundo en el que vivimos, hay que entender la I Guerra Mundial". Cuando termina la conversaci¨®n, Tardi se detiene ante la estanter¨ªa para mostrar algunas joyas de su colecci¨®n, como dos libros alemanes con fotos muy poco conocidas de la vida en las trincheras. Entonces surge una pregunta que se hab¨ªa quedado en la libreta: la influencia de Goya, sobre todo por la imagen de un cuerpo destrozado sobre un ¨¢rbol que recuerda al empalado de los Desastres de la guerra. "Cualquiera que dibuje la guerra est¨¢ influido por Goya. Pero la imagen a la que usted se refiere la tom¨¦ de una fotograf¨ªa". La realidad imita al verdadero arte.
Puta guerra. Jacques Tardi / Verney. Norma Editorial. Barcelona, 2014. 144 p¨¢ginas. 29,95 euros.
La guerra de las trincheras. Jacques Tardi. Traducci¨®n de Gabriel Roura y Enrique S. Abul¨ª. Norma Editorial. Barcelona, 1993. 128 p¨¢ginas. 18 euros.
Yo, Ren¨¦ Tardi, prisionero de guerra en Stalag IIB.Norma Editorial.Barcelona 192 p¨¢ginas. 24 euros.
Putain de guerre. Exposici¨®n en el Espace Niemeyer (2 Place du Colonel Fabien, 75019 Par¨ªs). Hasta el 28 de junio.
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