?Qu¨¦ dif¨ªcil es torear!

Llegaron tres novilleros punteros y mordieron el polvo del escaparate exigente de esta plaza aun con toros inadecuados para el triunfo, y uno de ellos, Rom¨¢n ¡ªque acud¨ªa en sustituci¨®n de Mart¨ªn Escudero, lesionado en un pie¡ª, vivi¨® en sus carnes la dificultad que supone la casta codiciosa de un novillo ante un p¨²blico que sabr¨¢ m¨¢s o menos, pero que es riguroso en sus sentencias.

¡°Se acordar¨¢ de ese novillo¡±, se lamentaba un vecino, consciente del valor y las cualidades de Rom¨¢n, pero convencido, tambi¨¦n, de que el cuarto, de nombre Halagado, que acudi¨® largo en el segundo puyazo y persigui¨® en banderillas, derrochaba un celo de casta brava y de acometividad constante, que requer¨ªa una muleta con mucho mando a sus espaldas.

Rom¨¢n, al que le sobra coraz¨®n, brind¨® al p¨²blico, asent¨® las zapatillas en el centro del anillo y cit¨® por estatuarios a su oponente, que acudi¨® como una bala y roz¨® la taleguilla del muchacho, que as¨ª aguant¨® hasta cuatro ce?idos pases sin enmendarse.

Pero lo m¨¢s complicado lleg¨® instantes despu¨¦s. Lo cit¨® con la mano derecha y el animal obedec¨ªa con prontitud, y repet¨ªa una y otra vez en una cascada de embestidas que el novillero no acertaba a gestionar. Quiz¨¢ es que el novillo demostraba m¨¢s capacidad para embestir que el torero para mandar y templar.

Ya se sabe que el toro bravo plantea dificultades, no se deja, ni la nobleza encastada es tontuna; exige, por tanto, firmeza y decisi¨®n. Y lo cierto es que Rom¨¢n no le perdi¨® la cara, pero sus pases, destemplados casi todos ellos, no encendieron la mecha de la emoci¨®n. Hubo un destello de mejor¨ªa por naturales, pero pronto volvieron los redondos con el torero ya vencido, que cit¨® al hilo del pit¨®n en un claro mensaje de que daba la batalla por perdida.

?Qu¨¦ dif¨ªcil es torear! Y m¨¢s en esta plaza y ante un novillo tan encastado. Rom¨¢n, que es torero con futuro, recibi¨® ayer una dura lecci¨®n que ojal¨¢ le sirva para mejorar. Condiciones no le faltan; y as¨ª lo demostr¨® ante su primero, muy deslucido, con el viaje muy corto, con el que estuvo valiente y resolutivo. Se gan¨® una voltereta y el respeto de los tendidos.

Otro joven que ven¨ªa con buenas credenciales era Posada de Maravillas, y la verdad es que no ha dejado buen ambiente. Ya plante¨® algunas inc¨®gnitas en su primera tarde, que no ha disipado en la segunda. Se luci¨® con el capote por airosas ver¨®nicas, en un galleo por chicuelinas y por delantales. Crey¨® que ese primero servir¨ªa y lo brind¨® al p¨²blico; pero el manso no ten¨ªa clase, y el torero acert¨® en alg¨²n pase aislado en el contexto de una labor larga, premiosa y aburrida. Tampoco le ayud¨® el sexto, y Posada de Maravillas sale de San Isidro con menos cartel que el que se le reconoc¨ªa cuando lleg¨®.

Caso muy distinto es el de Gonzalo Caballero. Es injusto que este hombre siga en el escalaf¨®n de novilleros. Tiene un valor por encima de la media ¡ªsiempre cruzado al pit¨®n contrario¡ª, oficio suficiente, experiencia contrastada, conocimiento y buen gusto. Tiempo ha que lleg¨® a la cima como novillero y, desde lo alto, cualquier oportunidad que no cuaje en triunfo es un paso atr¨¢s. Ayer no tuvo toros para demostrar nada, y lo que en otra plaza ser¨ªa una tarde m¨¢s, en esta es un examen crucial no aprobado y por el que, sin duda, se le pasar¨¢ factura. Mulete¨® con sosiego y templanza a su primero, falto de movilidad, y se jug¨® el tipo en unas ce?idas bernardinas. Y lo intent¨® sin ¨¦xito con el descastado sexto, que no le permiti¨® un pase.