La sombra de la Mano Negra
Dragutin Dimitrijevic fund¨® la organizaci¨®n terrorista que atent¨® en Sarajevo contra Francisco Fernando
Nuestra historia comienza en la primavera de 1912 en Belgrado, capital de Serbia, donde el jefe de los servicios de informaci¨®n, el coronel Dragutin Dimitrijevic Apis, dirige una organizaci¨®n secreta y terrorista de nombre po¨¦tico: la Mano Negra. La organizaci¨®n propugna, con medios no siempre muy diplom¨¢ticos, la unificaci¨®n de todos los yugoslavos en torno a Serbia, que es, seg¨²n el coronel, el principal Estado eslavo de los Balcanes. En el extranjero promueve movimientos pol¨ªticos como Mlada Bosna (Joven Bosnia) en Sarajevo, el movimiento de intelectuales croatas proyugoslavos en Zagreb y un grup¨²sculo armado de patriotas llamado komitien Macedonia.
Para impulsar la causa yugoslava, el coronel Apis, apodado a veces La Abeja N¨²mero 6, fomenta conspiraciones y atentados y lanza rumores (en ocasiones, m¨¢s eficaces que las bombas) contra los dos imperios europeos. Es partidario de declarar la guerra abierta contra el imperio turco, ya muy debilitado, y libra otro combate, algo m¨¢s discreto, contra la monarqu¨ªa austroh¨²ngara, en apariencia m¨¢s s¨®lida.
El coronel Apis, maestro titiritero, era ya famoso como un hombre de acci¨®n, un soldado entregado en cuerpo y alma a la causa yugoslava. En 1903, el joven capit¨¢n Dimitrijevic hab¨ªa participado en el asalto al palacio real de Belgrado, durante el que murieron asesinados el impopular rey Alejandro I de Serbia y su mujer, Draga Ma?in. Gravemente herido, el capit¨¢n sobrevivi¨® de milagro. Las tres balas que recibi¨® entonces no las extrajeron jam¨¢s de su cuerpo. Despu¨¦s se le atribuyeron diversos actos de valor durante las guerras de los Balcanes (1912-1913).
Tras un viaje a Rusia, el coronel Apis forma la Mano Negra, con el apoyo log¨ªstico del poder de Belgrado. En 1911, Dimitrijevic organiza un intento fallido de asesinar al emperador Francisco Jos¨¦ I de Austria. Cuando fracasa, la Mano Negra centra su atenci¨®n en el heredero del trono, Francisco Fernando de Austria.
Nuestra historia comienza adem¨¢s, probablemente, en los oscuros pasillos de varias embajadas europeas, en Mosc¨² y en Viena, en Par¨ªs y en Berl¨ªn. Sus ra¨ªces se encuentran tambi¨¦n en ese mundo de fronteras mal definidas, en el que Centroeuropa ya no ocupa verdaderamente el centro, sino que se extiende por todas partes, y en el que los eslavos del sur (los croatas, los serbios, los bosnios, los eslovenos¡) viven a caballo de dos imperios, dispersos y perdidos entre una voluntad relativamente fuerte de vivir por fin juntos y la realpolitik impuesta por los ocupantes germ¨¢nicos y otomanos. Y podemos encontrar asimismo razones hist¨®ricas: en la mitolog¨ªa serbia, que glorifica la derrota de Kosovo frente a los otomanos en 1389 y otros hechos mucho m¨¢s prosaicos, como la anexi¨®n de Bosnia-Herzegovina por parte de Austria en 1878. En los distintos textos en los que las palabras de Piotr Alekseievitch Kropotkin, el pr¨ªncipe negro del anarquismo, se codean y se entremezclan con los mitos del reino perdido de los serbios hasta convertirse en una especie de programa pol¨ªtico de la Joven Bosnia. Y en las largas noches de insomnio, en la fiebre y la embriaguez de un joven nacionalista eslavo, Gavrilo Princip, de 20 a?os, tuberculoso, estudiante y poeta.
Los serbios insisten, hoy m¨¢s que nunca, en que Gavrilo Princip era un izquierdista ateo y que hay que situarle en el contexto de su ¨¦poca. Estaba muy pr¨®ximo al anarquismo, pero tambi¨¦n a varios movimientos intelectuales de izquierda. Seg¨²n esas mismas fuentes, en el momento del atentado, Princip no era un aut¨¦ntico nacionalista, sino ¡°un serbocroata, que no es m¨¢s que una variedad de yugoslavo¡±. Sus contempor¨¢neos le describen como un joven poeta y un febril intelectual que devora tanto a Alejandro Dumas como la poes¨ªa de sus contempor¨¢neos, las aventuras de Sherlock Holmes como las obras de los anarquistas rusos. Un periodista serbio a?ad¨ªa no hace mucho: ¡°Princip es en historia lo que Rimbaud en poes¨ªa: un meteoro aparecido al margen de las leyes conocidas sobre los movimientos de los cuerpos celestes¡±.
Miembro de la Joven Bosnia desde 1912, Gavrilo Princip avanza como un son¨¢mbulo hacia su destino peculiar y tr¨¢gico. En su cabeza, las frustraciones personales (durante la primera guerra de los Balcanes, 1912-1913, Princip se present¨® como voluntario al Ej¨¦rcito serbio, pero su fr¨¢gil salud hizo que lo rechazaran) y la enfermedad que invade sus pulmones adquieren proporciones prof¨¦ticas. Su infortunio no es sino el infortunio de su pueblo, y sus sue?os de amada libertad son, en definitiva, los sue?os centenarios de todos los eslavos del Sur: contar con un Estado libre e independiente.
Maestro titiritero,? el coronel era ya famoso hombre de acci¨®n, un soldado entregado a la causa yugoslava
El encuentro entre el coronel y sus estudiantes se desarrolla seguramente a la sombra de la Mano Negra en Belgrado. Vestido de diplom¨¢tico ruso, el coronel Apis convence a los j¨®venes nacionalistas (la Gran Historia suele olvidarse de Nedeljko Cabrinovic, autor del primer atentado fallido), es de imaginar que sin dificultades, de la necesidad hist¨®rica y patri¨®tica de su futura acci¨®n: decapitar a la monarqu¨ªa austroh¨²ngara.
Unos d¨ªas antes del atentado, armados de pistolas y granadas de mano, con una c¨¢psula de cianuro en el bolsillo, Cabrinovic y Princip parten hacia Sarajevo. Sus futuras v¨ªctimas, Francisco Fernando y su esposa, Sophie Chotek, ya est¨¢n en Bosnia.
La continuaci¨®n de esta historia es conocida. Los destinos de un coronel serbio y un joven bosnio, la pareja imperial austriaca y varios diplom¨¢ticos ¡ªserbios, rusos, austriacos¡ª se cruzar¨¢n en Sarajevo en la borrascosa ma?ana del 28 de junio de 1914, delante del Puente Latino.
El pacto secreto entre el coronel Apis y sus estudiantes se inscribe en la historia como el ¡°atentado de Sarajevo¡±, la tragedia que abre paso al siglo XX.
En la semana posterior al atentado, la polic¨ªa militar detuvo al coronel Apis ante su oficina en Belgrado. El Estado Mayor serbio le acus¨® de ¡°alta traici¨®n¡±, y fue condenado a muerte. Muri¨® fusilado por su propio ej¨¦rcito, como traidor y sin honores militares. La fecha de su ejecuci¨®n sigue siendo un misterio: unas fuentes mencionan el 11 de junio de 1917; otras, el 24 o el 27.
Hoy, cien a?os despu¨¦s, la tumba de Gavrilo Princip se encuentra en la capilla ortodoxa de los H¨¦roes de Vidovdan, en Sarajevo. La limusina, la pistola del joven serbio y el uniforme ensangrentado de Francisco Fernando est¨¢n en un museo en Viena. La bala que mat¨® al archiduque se expone en un castillo de Konopiste, en la Rep¨²blica Checa.
¡°La historia la escriben los vencedores¡±, dijo el gran escritor yugoslavo Danilo Ki?, ¡°y el pueblo forja las leyendas. Los escritores fantasean. Solo la muerte es indiscutible¡±.
Velibor Colic, escritor bosnio residente en Francia, es autor de Sarajevo Omnibus (Gallimard), sobre el asesinato del archiduque. En Espa?a, Perif¨¦rica ha publicado su libro Los bosnios.Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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