Me duele Espa?a

¡°?Sabes lo que m¨¢s me gusta de Espa?a? Que es como su pintura¡±, le confiesa Mar¨ªa Victoria (B¨¢rbara Lennie) a su esposo, el fugaz rey de Espa?a Amadeo de Saboya (?lex Brendem¨¹hl), en esta pel¨ªcula que su director Llu¨ªs Mi?arro define, en sus cr¨¦ditos finales, como divertimento. Debut en la direcci¨®n de largos de ficci¨®n de uno de los productores clave en el paisaje de las nuevas autor¨ªas, Stella cadenteresponde a la perfecci¨®n a la naturaleza del g¨¦nero musical en el que se inscribe metaf¨®ricamente: hay aqu¨ª un reducido grupo de instrumentos dispuestos a convertir en suite desenfadada un tema mayor, como es el perpetuo choque entre la voluntad de cambio y progreso y el voraz inmovilismo de, por un lado, el poder y, por otro, Espa?a como problema y constante. No es dif¨ªcil encontrar ecos de lo que nos est¨¢ pasando (a¨²n) en lo que le pas¨® a un Amadeo de Saboya que Mi?arro retrata como figura melanc¨®lica constantemente tentada por lo dionis¨ªaco.

En el espl¨¦ndido arranque de la pel¨ªcula, donde se cuenta la llegada de Amadeo a Espa?a, el cineasta parece estar encerrando un suntuoso Visconti en un sint¨¦tico Bresson. Y, a partir de ah¨ª, no deja de jugar en todo el metraje, alternando preciosistas composiciones que a menudo adoptan la forma de citas pict¨®ricas ¡ªla labor del director de fotograf¨ªa Jimmy Gimferrer es sobresaliente¡ª con eficaces salidas de tono ¡ªla canci¨®n que da la bienvenida a la reina y el posterior pase de diapositivas¡ª, sin olvidar puntuar la libertad del conjunto con recursos expresivos tan rigurosos como eficaces ¡ªlas bombas en fuera de campo¡ª. Una pel¨ªcula libre, desbordante de alegr¨ªa creativa, al servicio de algo tan serio como la disecci¨®n del poder y la impugnaci¨®n de la Espa?a eterna.