Shakespeare exager¨® la deformidad de Ricardo III
Un estudio afirma que el rey ingl¨¦s era un hombre activo y posiblemente bien parecido
Ricardo III no cojeaba y, lejos de ese f¨ªsico deformado por la joroba que han venido replicando en escena los m¨¢s ilustres actores shakesperianos, en realidad era un hombre de atractiva planta. M¨¢s de cinco siglos despu¨¦s su muerte en el fragor de la batalla, las nuevas tecnolog¨ªas han permitido reconstruir en tres dimensiones la osamenta del rey ingl¨¦s a partir del sorprendente hallazgo de sus restos, hace dos a?os, en un aparcamiento de la ciudad de Leicester. En otras palabras, la descripci¨®n f¨ªsica del monarca que el Bardo brind¨® a la literatura universal fue pura invenci¨®n.
El Ricardo que a los 32 a?os perdi¨® la vida en la batalla de Bosworth, enfrent¨¢ndose a Enrique Tudor, ¡°ten¨ªa la columna vertebral debilitada, pero no le sobresal¨ªa de forma obvia¡±, sostiene Piers Mitchell, profesor del Departamento de Arqueolog¨ªa y Antropolog¨ªa de la Universidad de Cambridge y uno de los autores del estudio publicado esta semana por la revista The lancet. S¨ª padec¨ªa escoliosis, una desviaci¨®n lateral de la columna vertebral de entre 65 y 85 grados, pero ese cuadro m¨¦dico no se corresponde con la fisonom¨ªa de un jorobado. Los expertos est¨¢n convencidos de que fue un ¡°individuo activo¡± cuyo giro ¡°espiral¡± en la columna no fue impedimento para que ejerciera de gran guerrero en el campo de batalla. Fue el ¨²ltimo monarca ingl¨¦s que muri¨® combatiendo (1485).
Los expertos recuerdan ahora que los relatos sobre la apariencia de Ricardo III que se escribieron durante su vida lo presentaban ¨Ca diferencia de la imagen proyectada en la c¨¦lebre obra de Shakespeare- como un personaje bien parecido. Esa descripci¨®n se ajusta al retrato de un hombre ¡°inusualmente esbelto, casi femenino¡± que se desprend¨ªa de los primeros an¨¢lisis cient¨ªficos practicados a sus restos unos meses despu¨¦s de ser localizados en el aparcamiento de una ciudad inglesa de provincias. Desde entonces, la figura de ese rey no ha dejado de acaparar titulares como protagonista de una historia casi incre¨ªble.
Primero fue el hallazgo del esqueleto y el cr¨¢neo en tan inusual emplazamiento por un equipo de arque¨®logos, luego la incredulidad de muchos y finalmente la sentencia de las pruebas de carbono practicadas que permitieron datar los restos entre 1455 y 1540, comparar sus caracter¨ªsticas con los detalles conocidos sobre el f¨ªsico de Ricardo y, sobre todo, cotejar su ADN con el de un descendiente directo de su familia. Ese pariente del rey ingl¨¦s es un carpintero canadiense con residencia en el Reino Unido desde hace cinco lustros, Michael Ibsen, identificado como miembro de la decimos¨¦ptima generaci¨®n de descendientes de Ana de York, la hermana de Ricardo. Su ADN se corresponde con el extra¨ªdo de los huesos del monarca.
A la aceptaci¨®n general de esas conclusiones ha seguido en el tiempo una pugna en torno al entierro de los restos de Ricardo III por todo lo alto, que ha sido zanjada hace tan solo una semana. El ¨²ltimo rey de la dinast¨ªa Plantagenet ser¨¢ finalmente enterrado en la catedral de Leicester (centro) y no en la ciudad septentrional de York, como pretend¨ªan sus descendientes, a ra¨ªz del fallo emitido por la Alta Corte de Londres el pasado viernes.
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