La hondura de Perera, en la cumbre

Hizo una apuesta de gran figura y la ha ganado. Se anunci¨® con los dif¨ªciles toros de Adolfo Mart¨ªn y ha abierto por segunda vez en esta feria la puerta grande de Madrid. Es un triunfador, un torero en plenitud, un torerazo, que ayer desat¨® la pasi¨®n con una faena al sexto de la tarde que fue una intensa lecci¨®n de inteligencia, seguridad, confianza, mando, temple, buen gusto, pundonor y arrojo.

Despleg¨® un toreo de quietud y riesgo, del que sobresali¨® el temperamento, la valent¨ªa, la esencia y el aroma. Fue una demostraci¨®n de t¨¦cnica abrumadora, de deslumbrante suficiencia, de enorme verdad. Insultante fue su poder¨ªo, desmedida su ambici¨®n y desbordante su personalidad. Por eso, el fin de la historia fue llegar a la calle de Alcal¨¢ a hombros de entusiastas aficionados.

En fin, que cuando un torero como Miguel ?ngel Perera llega dispuesto a todo para alcanzar el triunfo, no hay adjetivos para calificar lo que fue una actuaci¨®n complet¨ªsima de principio a fin, y ante dos toros exigentes que requer¨ªan un torero con los pies muy asentados, las ideas muy claras, el conocimiento profundo y un coraz¨®n grande. Ese fue ayer este torero extreme?o que confirm¨® que su decisi¨®n es permanecer en la cumbre del toreo, a la que ya se encaram¨® el pasado d¨ªa 23 con un primer triunfo incontestable.

Es verdad que el ¨²ltimo toro fue el de m¨¢s calidad de los complicados adolfos, todos ellos distra¨ªdos, regateadores, de corto viaje, de apagada casta y escasa duraci¨®n; pero ese sexto, que hab¨ªa cabeceado en el caballo y acudi¨® sin br¨ªo a los banderilleros, se destap¨® ante la muleta poderosa y templada de un torero que le mostr¨® el camino de la embestida larga. Brind¨® al p¨²blico y los comienzos de faena fueron titubeantes, pues aunque el toro repet¨ªa, el diestro no encontraba la colocaci¨®n adecuada. La historia comenz¨® a continuaci¨®n: un tornillazo del toro avis¨® de que no estaba dispuesto a permitir errores; Perera baj¨® la muleta, plant¨® las zapatillas y tir¨® de la embestida en una tanda de redondos que crujieron en toda la plaza. Continu¨® por ese lado y confirm¨® las expectativas. Extraordinarios fueron, despu¨¦s, los naturales, ligados en un palmo de terreno, y otra tanda con la zurda, extraordinaria, el toro embebido, rematada con dos largos pases de pecho. Con la plaza rendida, cobr¨® un estoconazo que puso al noble toro patas arriba. La plaza, conmocionada ante el faen¨®n, se pobl¨® de pa?uelos y el presidente concedi¨® las dos orejas y un nuevo pase para la gloria torera.

Ya hab¨ªa avisado Perera en su primero, de corto viaje y propenso al tornillazo, al que rob¨® un par de naturales a base de arrestos despu¨¦s de que una voz del tendido le avisara, con raz¨®n, de que citaba despegado y con pocas apreturas.

El otro noble de la tarde le toc¨® en quinto lugar a Diego Urdiales, pero al toro le falt¨® el empuje necesario para cerrar una faena de ¨¦xito. Tuvieron sabor los primeros apuntes con ambas manos y, especialmente, el toreo de frente, ¡ªdos tandas por la izquierda y otra por derecha¡ª que llegaron a los tendidos con menos clamor del esperado por la falta de ligaz¨®n que el animal no propici¨®. Sobraron la ovaci¨®n al toro en el arrastre y la divisi¨®n de opiniones al torero, que tuvo detalles de enorme calidad. El otro se dej¨® toda la fuerza en el picador y lleg¨® al tercio final sin resuello.

Menos suerte acompa?¨® a Ferrera, torero en saz¨®n, que se las vio, primero, con uno que regateaba y le buscaba los tobillos; y despu¨¦s con un inservible descastado. Y puso banderillas con m¨¢s espectacularidad que brillo, como es habitual.