El misterio de la costilla rota

Quien haya sufrido fractura de la s¨¦ptima costilla izquierda sabr¨¢ si duele o no. Los m¨¦dicos dicen que duele y mucho. Pues a Jos¨¦ Tom¨¢s no se le not¨®. ¡°Estar¨¢ infiltrado¡±, apunt¨® un enterado; ¡°es que ese es un extraterrestre¡±, aclar¨® otro. Al final, el dilema qued¨® sin resolver, y lo cierto fue que el torero anduvo por all¨ª como si nada y, encima, tore¨® la mar de bien. ¡°Lo que pasa es que viene ensabanaocomo una momia¡±, se oy¨® m¨¢s all¨¢, y ah¨ª se acab¨® la discusi¨®n porque las formas toreras de Tom¨¢s exig¨ªan toda la atenci¨®n.

Dolorido o no, el protagonista de la tarde volvi¨® a demostrar que el toreo puro lo lleva muy dentro, y as¨ª lo cant¨® con el capote en su primero, y con la muleta en el otro.

Claro que este hombre sabe lo que hace y elige con mimo y picard¨ªa la coreograf¨ªa de sus contad¨ªsimas actuaciones. La plaza de Le¨®n, por ejemplo, c¨®moda, cubierta, climatizada y con una ac¨²stica extraordinaria ¡ªcasi nada para la cantidad de edificios viejos y desagradables para los espectadores que abundan por la geograf¨ªa taurina¡ª, y abarrotada por un p¨²blico generoso y alborotador, cuyos gritos se incrustan mal¨¦volamente hasta el hueso martillo en los o¨ªdos de los forasteros; y los toros, en esta ocasi¨®n de El Pilar y Domingo Hern¨¢ndez, muy justos de presencia, sin cara ¡ªes decir, con pitones escasos y algunos sospechosos desde la grada, que no est¨¢ nada baja¡ª, ayunos de fuerza, sin casta ni codicia, pero nobles, buen¨ªsimos, con caritas de perritos falderos, de penosa flojedad y docilidad ovejera.

Las ovaciones parecen estallidos en esta plaza, pero las broncas son ensordecedoras. Y ambas las escuch¨® Jos¨¦ Tom¨¢s. Las segundas con motivo de su primer toro, un completo inv¨¢lido que no se devolvi¨® a los corrales, lo que enfad¨® y mucho al p¨²blico. Cuando comenz¨® la faena de muleta, el animal estaba noqueado, y por all¨ª anduvo Tom¨¢s en tareas de enfermero, lo que no hizo m¨¢s que arreciar las protestas. La directora de la banda inici¨® un pasodoble y no se la merendaron de milagro. No se arredr¨® el torero y lo intent¨® por naturales a pies juntos, bien colocado, y las ca?as se volvieron lanzas porque algunos naturales derrocharon sabor. Sin embargo, lo mejor que le hizo a ese toro fue torearlo a la ver¨®nica; dos de ellas resultaron excelsas y la media, un prodigio de lentitud y armon¨ªa.

Despu¨¦s, ante el quinto, otro santo var¨®n, al que se le ca¨ªa la cara de bueno, se luci¨® y de qu¨¦ manera por naturales. Dio muchos pases tratando de encontrar el sitio y la forma, y destacaron un par de ellos en una tanda y otro en la siguiente, inmensos, ce?idos y cargados de profundidad. A su labor, rematada con cuatro molinetes y uno de pecho que encandilaron los ¨¢nimos, le falta cuajo y unidad, pero si a un atleta de ¨¦lite como Casillas se le nota que solo ha jugado los partidos de la Champions, c¨®mo no se le va a notar a Jos¨¦ Tom¨¢s que lleva 22 meses sin torear en p¨²blico¡­ En fin, que lo que no se le not¨® fue la fractura de la s¨¦ptima costilla izquierda. Quiz¨¢, qui¨¦n sabe, la procesi¨®n iba por dentro, pero ante estos toros birriosos volvi¨® a dejar claro que quien tuvo, retuvo, y as¨ª hay que reconocerlo, porque la verdad no tiene m¨¢s que un camino. Ese toro quinto, mire usted por d¨®nde, prendi¨® al subalterno Fernando Casanova al salir de un par de banderillas y le infiri¨® una cornada en el muslo.

Abri¨® plaza el maestro Juan Mora, que ni tuvo toros ni ¨¦l se encontr¨® consigo mismo. Su primero era una piltrafa, una masa de carne informe, y el torero acompa?¨® la embestida sin exponer un alamar. Quiz¨¢, un quite de un par de ver¨®nicas en el recuerdo. Y al cuarto, otro que tal, lo cit¨® fuera cacho, siempre al hilo del pit¨®n y sin ¨¢nimo para ver nada claro.

Por el contrario, el que ven¨ªa a por todas era Fandi?o, pero sus toros lo traicionaron. Se luci¨® con el capote en el primero a la ver¨®nica, por delantales, chicuelinas y tafalleras, pero el animal se agot¨® al inicio de faena y todo qued¨® en un arrim¨®n sin gracia. El sexto lo brind¨® a Tom¨¢s, pero el toro era un completo inv¨¢lido que se ech¨® varias veces en la arena y sus intenciones quedaron en un suspiro.